Capitulo XI - | La belleza es inmundicia y la inmundicia es belleza |

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"Si tú no ves todavía la belleza en ti, haz como el escultor de una estatua, que debe ser bella; toma una parte, la esculpe, la pule, y va tanteando hasta que saca líneas bellas del mármol."

—Plotino.

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| 10 de enero de 1990 |

La vida ahora, era demasiado rara para mí, el mundo cambiaba, de hecho, todos cambiaban, la necesidad de adaptarnos surgió y la habíamos tomado en parte, seguíamos siendo los mismos, aceptando misión tras misión, arriesgando nuestras vidas, pero ya era normal para nosotros este tipo de condiciones, la diferencia es que ahora teníamos... cierta libertad, puede que no sea como la de un civil o una persona con un trabajo honrado, pero ya no me sentía atrapado o eso yo pensaba.

La nueva y última generación de soldados de Phonix iban a llegar aquí, soldados entrenados casi de la misma manera como nosotros, abandonados, huérfanos, con la diferencia de que estos nuevos hermanos ya que Jazmin los iba adoptar y en eso se convertirían para mí, no estaban del todo mal de la cabeza como la generación a la que pertenecía, eran decentes, cuerdos y no habían conocido la muerte de cerca o arrebatado la vida de alguien.

Mis labores diarias eran ahora el mantenimiento y calidad de armas de Phonix, como la planeación de estrategias de defensa con la inteligencia artificial Jibril, la mayor parte del mes estaba con Jazmín y una bola de intelectuales buenos para nada. No me podía quejar, mi trabajo paso a ser uno menos peligroso temporalmente, aunque sabía que no tardaría en ir de nuevo a un infierno, donde ningún alma quiere pisar.

Eran las cuatro de la tarde, fumaba y tomaba un poco de Ginebra, viendo papeleo sobre el proveedor de armas del país, historiales y su legalidad, mi cuarto en estos momentos ya casi parecía una oficina, de hecho, me ofrecieron una en el edificio de inteligencia de Phonix, pero me negué, estoy mejor así, aislado de la gente, me molestan con sus platicas triviales, además de eso, esa máquina Jibril y Jazmín ya hablaban lo suficiente, además de mis hermanos que solo me venían a molestar, más Alexander, Karla, Esteban y Magda, solo venían a recostarse en mi cama y platicaban sobre las misiones que habían tenido, fumando y cantando a todo volumen, pero a pesar de su molesta compañía, me agradaba.

Tocaron a la puerta de mi habitación, dije que pasara y las puertas se abrieron automáticamente.

Magda si eres tú de nuevo, te juro que te arrastrare en el lodo cuando entrenemos. No vi quien era, ya que estaba más concentrado en mi trabajo.

—Que miedo, veo que te hacen enojar muy a menudo esos cuatro.

Voltee a ver y era María, con su hermosa sonrisa, su cabello era largo y quebrado de un tono amarillo cenizo, era de mí misma altura y fue entrenada al igual que yo, sostenía una pequeña caja y vestía su traje de combate, lo que más me impresionaba era su mirada y sus ojos, tenían un fascinante color azul claro, ese color las veces que lo he visto es solo en el mar y en zonas muy puras.

La miré un momento, no sonreí, mi rostro no cambio, no sentía nada más que un cierto alivio.

Perdóname, la razón de mi reciente respuesta, es que me tienen más que harto, pasa, siéntate.

—Gracias. —Se acerco a mí y puso su mentón en mi cabeza. —Y⁓ ¿Cómo vas en tus nuevas labores aquí adentro?

Es casi lo mismo, solamente que estoy más estresado que antes, se supone que cinco hacían este trabajo y estoy solo, veo que algo tan sencillo no son ni capaces de hacer.

Nier : Automata | One m[O]re |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora