Ranpoe One Shots 「 ፝֯֟⋆⁺˖⸙̭❛◌*̥₊」

Encantado Parte 2 「 ፝֯֟⋆⁺˖⸙̭❛◌*̥₊」

Habían pasado dos semanas desde aquella fiesta. Desde entonces Ranpo no volvió a saber nada más sobre Poe. Aunque eso no significaba que no quisiera volver a verlo, ¡AH NO! Se moría de ganas de verlo otra vez.

Se quedaba despierto hasta las dos de la mañana pensando en si Poe tenía pareja, si se verían de nuevo, si iban a ser amigos en algún momento, si iban a ser más que amigos...

El detective la estaba pasando peor que nunca. Extrañaba la dulce risa de Edgar, la manera en que se emocionaba contando cosas sobre sus libros. Y no sabía dónde encontrarlo.

Una vez se quedó llorando toda la noche en su almohada, mientras repetía una y otra vez "Por favor no estés enamorado de alguien más. Por favor no tengas a nadie esperándote"

Pero una mañana llegó a la agencia, tarde, con ojeras pareciendo bolsas de compra, y Dazai le dió la noticia de que alguien quería verlo. Ese alguien estaba esperándolo en la sala.

Está de más decir que Ranpo corrió, por primera vez en su vida, hacia la oficina. Y evidentemente, ahí estaba él. Sentado en el sofá, con su flequillo largo tapando sus ojos y esta vez, trajo a su mapache consigo. «Karl» Pensó Ranpo.

Edogawa estaba tan feliz de verlo de nuevo que todo a su alrededor se detuvo. Se quedó varios minutos contemplando a Edgar, pensando en millones de cosas.

—Viniste —Dijo Ranpo para luego abrazar a Edgar, este primero se quedó quieto y luego correspondió el abrazo.

—Te dije que te traería el libro cuando lo termine —Las mejillas de Ranpo tenían un color rojo pimiento —. Es para vos, ya saqué una copia.

Decir que la sonrisa del detective era enorme es decir poco. Tomó el libro en sus brazos y lo pegó a su pecho, aceptando el mejor regalo que le dieron en toda su vida. Se sentía en las nubes, pensó que estaba en el paraíso. Pero su buen amigo Dazai se encargó de recordárselo.

—Bonito anillo —Dijo desde su escritorio —¿Donde lo compraste? —Preguntó Dazai con un tono que Ranpo conocía a la perfección.

—Ah, ¿este? —Dijo Edgar mientras comenzaba a girarlo en su dedo —Es de casamiento. Me cansé con Virginia hace un año.

A Ranpo se le cayó el libro de los brazos. Sintió cómo sus ojos empezaban a llenarse de lágrimas.

—Creo que deberías irte —Dijo Ranpo mientras agachaba su cabeza para evitar que se vieran las lágrimas de su rostro.
—Pero yo...
—En serio, te tenés que ir.
—Ranpo no entiendo qué te pasa...
—Andate ahora —Dijo Edogawa señalando la puerta, aún con la cabeza gacha.

Poe no dijo nada más, se levantó y se fue a paso lento, muy lento. Antes de cruzar la puerta le dió una última mirada a Ranpo, iba a abrir la boca para hablar, pero los ojos de Dazai mirándolo amenazante le hicieron cerrar la boca. Finalmente, cerró la puerta y se largó de la agencia.

—Perdón por hacer que te enteres así, pero no quería que te sientas...
—Dejalo Dazai. Solo déjalo.

Osamu se levantó del escritorio y dejo a Ranpo solo en la oficina.

¿Cómo podía haber sido tan idiota? ¿Cómo no iba a darse cuenta del anillo? No, lo vió. Siempre supo que estaba casado, era inevitable para Ranpo no darse cuenta. Pero lo ignoró, la sacaba siempre de su cabeza ni bien la pregunta empezaba a rondar en su mente. En el fondo, muy en el fondo, sabía que Edgar estaba casado, pero no quería aceptarlo. No quería darse cuenta.

Los días pasaron y Ranpo jamás volvió a ver a Allan. En el fondo, muy en fondo, tenía la esperanza de verlo otra vez. Pero pasaron las semanas, los meses, los años, y nunca se volvieron a encontrar. Cinco años después, Edogawa aún tenía el libro de Poe en su biblioteca, lo único que le quedaba de él. Ese día se sintió especialmente terrible. Le había salido todo mal. Los recuerdos de Allan todavía le clavaban espadas en el corazón.

Se dirigió al espejo del baño y aunque no había nadie allí empezó a decir en voz alta;

—Desearía que esta sea la verdadera primera página, no cuando la historia termina. Mí cabeza hará eco de tu nombre, hasta que te vea de nuevo. Estas son las palabras que contuve mientras te obligaba a irte demasiado pronto. Estaba encantado de conocerte.

Y luego rompió en llanto.