Capítulo 60: «Veinticinco años: ...sigues siendo tú. Back to basics II»

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Capítulo 60

Veinticinco años: «...sigues siendo tú. Back to basics II»

¡Es la mejor casa del árbol del mundo! ¡Clarke solo me deja subir a mí!

Llevaba lloviendo media hora. Una pequeña ciudad de contrastes, porque aquella mañana parecía casi verano y de pronto el cielo se había vuelto gris. Oscuro y pesado. Fue testigo de aquella meteorológica transformación mientras esperaba a que Lexa estuviera lista para salir. Y luego la que pasaba demasiado tiempo frente al espejo era ella.

Alzó la voz en un dubitativo «Lex, está lloviendo, ¿seguro que quieres cenar fuera?» al tiempo que observaba el panorama desde una de las ventanas del salón y su respuesta le llegó alta y clara desde el piso superior.

«Segurísimo».

Convencimiento absoluto. Sin espacio a la ambivalencia y prohibidas las contrarréplicas, así que en aquellos momentos viajaba a su lado en el asiento del copiloto con los limpiaparabrisas funcionando a media potencia. Llovía despacio, como si a las nubes les diera pereza y ella no paraba de robarle miradas a Lexa en la semi penumbra del interior del vehículo. A su perfil ligeramente maquillado y a la forma en que el pelo le caía en cascada enmarcando sus facciones. Aquella cazadora le quedaba de puta madre, como el resto de la ropa que había escogido para la ocasión.

«Look para salir, Clarke». Era lo único que había podido sonsacarle tras insistir en plan «tengo que saber dónde vamos para elegir qué ponerme», así que se había decidido por uno de sus conjuntos más populares de su época de bares y cerveza. Maquillaje, pelo ligeramente ondulado y su cazadora de cuero marrón.

El interior del coche olía a una mezcla de sus perfumes y recostó la cabeza sobre el asiento, observando a Lexa por decimoquinta vez desde que habían salido del garaje de casa. La forma de conducir de la morena siempre le había parecido jodidamente relajante. Sin prisas ni movimientos bruscos. Serena y educada.

Aquella chica pedía perdón hasta a los pasos de cebra antes de pisarlos.

Detectó el inicio de una de sus sonrisas de medio lado abriéndose paso en la comisura de sus labios. Sus ojos favoritos seguían fijos en la calzada, pero Lexa sabía que la estaba mirando. Siempre lo sabía. Decía que podía notarlo.

—¿Qué? —su mujer lo preguntó sin desviar la atención de la carretera.

—Te crees muy misteriosa, pero sé que vamos al Billy's.

Aquella mañana le había dicho que cenarían hamburguesa y patatas fritas y el Billy's era su local especial desde los catorce, así que estaba cien por cien convencida de que Lexa no iba a llevarla a ningún otro sitio.

—Crees que yo me creo muy misteriosa, pero sé que sabes que vamos al Billy's.

—Brillante. No me extraña que tus padres quisieran mandarte a la Ivy League.

La morena acentuó su sonrisa y ella le devolvió el gesto, aunque no estuviera mirando, y desvió la vista al frente. Al pavimiento mojado y a las luces del escaso tráfico que circulaba por aquella parte de la ciudad.

—Ahora mismo estaríamos en mitad de un atasco impresionante en el centro de Manhattan.

Sonrió al escucharla, mientras contemplaba aquella calle tan familiar pasando ante sus ojos. Lexa siempre utilizaba su «nosotras». Aquel inevitable «tú y yo». Incluso cuando hablaba de universos alternativos en los que había estudiado Derecho en Brown o en Columbia. En mitad de retenciones kilométricas en las principales avenidas de Nueva York, Boston o Providence, su copiloto siempre era ella.

RECUERDOS (Solo los primeros capítulos. Incompleta por publicación editorial)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora