Lexa y Clarke. Clarke y Lexa. Había sido así desde el principio. No recordaba un tiempo en que Lexa no hubiera estado presente en su vida. Su mejor amiga. Lo sabían todo la una de la otra.
Todo, en serio.
Sabía cuál había sido su serie de dibujos favorita, porque la habían visto juntas en casa de la una o de la otra mientras se tomaban la merienda que les habían preparado sus madres.
Sabía cuándo a Lexa se le había caído el primer diente, porque ella estaba allí para burlarse de la pequeña morena hasta hacerla llorar. No estaba orgullosa, pero los niños pueden ser muy crueles a veces, de todas formas, a la semana siguiente uno de sus propios dientes decidió abandonar sus encías y la cosa dejó de tener gracia. A favor de Lexa tenía que decir que nunca se burló del nuevo espacio en su dentadura.
Sabía cuándo le habían dado su primer beso a Lexa, porque ella estaba allí para derribar al niño en cuestión de un empujón tan fuerte que lo dejó llorando en el suelo.
Había estado allí cuando se murió su perro Skippy y Lexa lloró durante días enteros y la morena había estado con ella cuando se murió su abuelo y fue su turno para llorar.
Había estado allí cuando el perro de los vecinos de Lexa persiguió al cartero, intentando morderle en el culo, y las dos se habían reído durante horas. Podían pasarse horas riéndose juntas, porque la risa de Lexa era muy contagiosa y hacía que ella se riera también. Lexa decía lo mismo de su risa de modo que podían estar riendo sin parar hasta que les dolía la tripa solo porque la otra lo hacía.
A los diez años planeaban casarse el mismo día, en el mismo sitio y dar el banquete juntas. Una boda doble.
A los catorce supieron que se casarían el mismo día, en el mismo sitio y que darían el banquete juntas, pero ya no iba a ser una boda doble.
En las contadas ocasiones en las que no estaban juntas la gente le preguntaba «¿Dónde está Lexa?», como si fuera lo más extraño del mundo ver a la una sin la otra. A Lexa le pasaba lo mismo, la gente le preguntaba «¿Dónde está Clarke?». Y era raro, era raro estar sin Lexa. Lo más extraño del mundo.
No tenía memoria de un tiempo en que la morena no estuviera presente en su vida, pero se acordaba del primer día que la había visto. La gente decía que era imposible que recordara con tanto detalle algo que había sucedido cuando tenían apenas cinco años. La gente no tenía ni idea, ella se acordaba con una claridad absoluta.
Clarke y Lexa a los cinco años
Clarke paseó su vista por aquella clase de segundo de infantil. Conocía a la mayoría de sus compañeros del año anterior, casi todos habían ido juntos a la guardería. En aquella ciudad de Ohio escaseaban las guarderías de modo que no era extraño. Para el ojo inexperto la pequeña Clarke solamente dibujaba en un folio con las pinturas de colores, pero en realidad se encontraba sopesando a quién le robaría el almuerzo aquel día. Su mamá le había vuelto a dar una manzana. ¡Una manzana! ¿Eso era comida? ¿En serio, mamá?
Localizó a Nathan en una esquina, trataba de construir con los Legos la torre más alta que hubiera visto aquella clase de infantil. Ummm...la mamá de Nathan le solía preparar unos sándwiches riquísimos... pero ya le había quitado su almuerzo el día anterior y tampoco quería que el pobre niño se quedara raquítico por culpa suya.
¡Era tan bondadosa!
Pasó su vista a Ronda que jugaba con un enorme bloque de plastilina multicolor. Ronda, Ronda, Ronda... ¿cuántas veces te ha dicho la señorita que no se mezclan los colores de la plastilina? Clarke sacudió la cabeza dando a su compañera por imposible, iba a pasarse otro recreo mirando la pared. Es que aquella niña no aprendía jamás. Una vez la propia Clarke había mezclado la plastilina y luego le echó la culpa a Ronda y como Ronda lo hacía siempre la señorita le había creído y la pobre se había quedado sin salir al patio. Ummm... la mamá de Ronda solía prepararle un surtido delicioso de galletitas saladas. Se relamió solo de pensar en las galletitas saladas de Ronda. Era una posibilidad.
ESTÁS LEYENDO
RECUERDOS (Solo los primeros capítulos. Incompleta por publicación editorial)
FanficAdaptación Clexa de una historia que escribí hace mucho tiempo. Se conocieron en una clase de segundo de infantil a los cinco años, y, a pesar de la reticencia inicial de Clarke y gracias a las deliciosas galletas que Lexa llevaba como almuerzo cad...