CAPÍTULO XX "Burbujas"

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Annabeth

Estoy en una batalla interna con mi paranoia, una vez finalizó el juego fui a ver a Grace para asesorarme de que estaba todo bien y avisarle de Adam. El pudo reconocerla porque se conocieron en mi casa, si y es normal que tú prima venga a verte en tu primer juego. Trato de apagar mis alarmas. Pero para mi mala suerte estás se encienden aún más al encontrarme con el en la entrada de los vestidores.

—¡Annabeth!—Me saluda sonriente desde la puerta doble— Que buen trabajo hicimos allá afuera.

Le sonrió siguiéndole la corriente para seguir con mi camino pero me detengo al oír...

—Vi que tu prima vino a verte —.Giro en redondo, el aún tiene esa fachada de chico relajado y alegre pero en sus ojos puedo ver sus verdaderas intenciones— ¿Cual es que era su nombre? No lo recuerdo bien.

Oh Adam estás muy, muy muerto. Me acerco lentamente a el, Quito mi máscara de "animadora feliz" dejando que la oscuridad se apodere de mi rostro cuando le digo muy de cerca.

—Como vuelvas a preguntar algo más, estás muerto.

Su sonrisa se vuelve amarga y su mirada ahora está llena de veneno.

—¿Que escondes Bennet?—Su voz ahora es mucho más gruesa y rasposa

—Con que por fin muestras tu verdadera cara.

—Digo lo mismo, aunque si me sorprende lo bien que lo hiciste hoy hace unos minutos, casi me lo creo.

—Oigan, ¿que tal si llevamos esta conversación a otro lado?—Grace aparece de la nada.

—¿Dos contra uno?—Adam pasa su mirada en mi y luego en mi compañera—Creo que paso.

—Creo que no—Le hace señas con el arma apuntándole escondida en su sudadera.

Los tres salimos, ya no me importa matar a este infeliz, menos cuando se mete con mi compañera y mi misión.

—Oigan no se por que se ponen así, yo solo pregunte por tu nombre, no hice nada malo.

Nos encerramos en el salón de prácticas de natación.

—Habla ya Adam y di para quien trabajas, no hagas esto más difícil.—Grace termina de apuntarle una Glock con silenciador.

—Wow, espera no se de que están hablando—Alza ambas manos—Yo solo pregunte por tu nombre porque te vi y recordé que no lo sé. Es todo, lo juro.

—¿Adam por qué crees que no puedes oír nuestras conversaciones?—Me cruzo de brazos.

—¿Que?—De verdad que su máscara de confundió y no saber que está pasando es muy buena.

—Sabemos que fuiste tú quien plantó los micrófonos en la mansión al igual que las mini cámaras, así que hazte un favor a ti mismo y habla...

—O te borraremos la memoria.—Amenazo.

—Aún no Grecia.—Mis ojos se abren como platos automáticamente.

—¿Grecia?—Adam luce confundido.

Mierda...

—No hablará, solo estamos perdiendo el tiempo.

Saco el suero blanco y brillante de la mochila de Grace listo para inyectarse.

—Espera, espera...—Balbucea.

Hasta en la noche estrellada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora