𝐋𝐈𝐌𝐄𝐑𝐄𝐍𝐂𝐈𝐀| Estado mental involuntario que resulta de una atracción romántica hacia alguien en el que se siente una necesidad obsesiva de ser correspondido.
─✦ ¿Alguna vez te arrepentiste de algo en tu vida?
─✦ Déjame contarte esta histori...
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El USB.
Sacó la memoria de su bolsillo con cuidado, como si se tratara de un tesoro frágil y precioso. La sostuvo entre sus dedos, observando maravillada su simetría y su aparente simpleza. Sin embargo, sabía que dentro de aquel pequeño objeto de metal se escondía un secreto invaluable, un misterio que la mantenía cautivada y expectante.
─¿Piensas tomar un baño? ─Suguru se materializó ante ella y se acomodó en un elegante asiento, desplazando rápidamente otro mueble hasta su posición. La silla era tan mullida como un malvavisco, su cuerpo se hundió suavemente en la suavidad del mismo.
─Debo hacer algo antes. ─se sentó con cuidado, tratando de evitar cualquier recuerdo que pudiera afectarle.
─¿Qué debes hacer? ─le lanzó una mirada asesina, dejándole claro que no estaba interesada en entablar una conversación ni en establecer ningún tipo de relación con él ahora que se habían vuelto a encontrar después de tanto tiempo. ─¿Aún estás resentida?
El descaro con el que la cuestionó hizo que los vellos de la piel de la peliblanca se erizaran, dejándola sin palabras. Sus uñas se clavaron en el cuero sintiendo que a él no le importaba en lo más mínimo volver a verla después de tanto tiempo, como si hubiera olvidado por completo todo lo que le hizo.
─¿Todavía se comporta como un entrometido metiéndose en la vida de los demás? ─preguntó.
Suguru suspiró ante la pregunta de Hino, no tanto por el contenido de la misma, sino por el tono formal que utilizaba al dirigirse a él.
La tranquilidad y serenidad parecían exasperar a la chica, quien claramente no estaba acostumbrada a lidiar con alguien de un rango social superior que no fuera Toji Fushiguro.
─Recuerdo que sucedió cuando éramos niños, tal vez teníamos unos nueve años, pero ahora me parece una tontería. ─mencionó en cambio.
Se recostó en el respaldo con los ojos fijos en el techo, las piernas abiertas y una expresión que pedía comprensión, a la espera de que ella captara su perspectiva.
─Por supuesto, es fácil decirlo cuando no le pasó a usted. ─sus ojos se volvieron a encontrar con los suyos, y en ese instante se dio cuenta de que había estado engañándose a sí mismo. Aquello que había ocurrido entre ellos no había sido solo un acto infantil, sino algo mucho más profundo y significativo. Y en ese momento, la culpa se apoderó de él. ─Esa es la lección que aprendí al confiar en los demás y esperar reciprocidad.
Al levantarse, Yumeko arrojó la memoria USB, la cual se detuvo en su abdomen antes de caer al suelo y con nerviosismo, trató de alejar a Geto de sí misma, pero sus intentos fueron infructuosos.
Mirando a través de los cristales del pasillo, se sintió perdida en aquel lujoso entorno, tan diferente al que estaba acostumbrada. Toji, con su estilo vintage mezclado con lo moderno, le resultaba mucho más acogedor en comparación.
