𝐋𝐈𝐌𝐄𝐑𝐄𝐍𝐂𝐈𝐀| Estado mental involuntario que resulta de una atracción romántica hacia alguien en el que se siente una necesidad obsesiva de ser correspondido.
─✦ ¿Alguna vez te arrepentiste de algo en tu vida?
─✦ Déjame contarte esta histori...
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Disparos
Muchos disparos.
La adrenalina a tope recorriendo su cuerpo.
La peliblanca se encontraba inicialmente emocionada por la idea de ver una película con Satoru al finalizar su jornada laboral. Sin embargo, sus planes se vieron repentinamente truncados cuando Maki, la peliverde, le pidió un favor inesperado. Ella solicitó a Yumeko que atendiera la nueva colección de armas recién exportadas destinadas a los nuevos reclutas.
A pesar de no estar familiarizada con esta tarea y de no recibir instrucciones claras por parte de la de espejuelos, la peliblanca aceptó por amabilidad y como gesto de agradecimiento por la vez que la peliverde le dejó comida en su habitación.
Con varias siluetas impresas colocadas estratégicamente en una pared para practicar puntería, la fémina demostró una destreza impresionante al moverse con agilidad de un lado a otro, recargando sin problemas una pistola tras otra. Comenzó con una Beretta 92 F, un magnífico regalo desde Italia, y se concentró en apuntar cuidadosamente al punto en el centro del torso de cada silueta. Con una precisión increíble, logró acertar en cada objetivo antes de pasar a la siguiente arma.
Después de probar varias pistolas, solo faltaba el Heckler & Koch HK416, un fusil de asalto poderoso con un alcance de hasta 750 metros. Con determinación, tomó el rifle en sus manos y ajustó la mira con precisión antes de disparar con una precisión asombrosa. Cada tiro daba en el blanco con una precisión impresionante, demostrando su habilidad y destreza en el manejo de armas de fuego.
Sin embargo, su perfecta ejecución fue repentinamente interrumpida por una presencia desconocida que se acercaba sigilosamente por detrás.
Los vellos de su cuerpo se erizaron al percibirlo, pero en lugar de detenerse, continuó disparando sin descanso, perforando la diana una y otra vez con una ferocidad y determinación que denotaban su enojo creciente hacia el intruso. Cada bala que salía de su arma era una expresión de su frustración y rabia contenida, dejando claro que no toleraría ninguna interferencia en su prueba de armas.
─Necesito cinco minutos de tu tiempo.
El pelinegro le dijo a la joven, quien rápidamente dio la vuelta y apuntó por encima de ambos hombros, disparando con precisión sin causarle daño. El suministro de balas se agotaba a cada paso que daba hacia su adversario.
Finalmente, cuando estuvo lo suficientemente cerca, unió las puntas de ambas armas en su nuez de adán. Toji, sin inmutarse por las balas que habían dejado marcas en la pared a cada lado de sus orejas, arqueó una ceja con sorna y se centró en las manos de la chica.
