CAP (5)

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Maylin Xing

Mirar a mis hijos de tres años me provoca una sensación plena, los trillizos nunca han sido del todo tranquilo, confirmándome que llevan mi sangre en sus venas, Adriano suele decir que tienen los rasgos fuertes como yo, estoy de acuerdo con eso, fui quién cargo con ellos durante casi siete meses, sin embargo, la cantidad de niños la puso él.

Las punzadas en mi cabeza intentan hacerme retroceder con la opción de irnos a china, nunca he estado lejos de mis hijos, ese lado egoísta debe parar porque se sabe que marcharnos pasaría tarde o temprano y el hecho de que sean parte de mí, los crucifica y pone precio a sus cabezas.

La Maylin sensata y fría habría aniquilado la idea de ser madre en un segundo, sin embargo, el tiempo y el ambiente en que me rodeaba me había abierto posibilidades de querer serlo, además tenía a un hombre capaz de traer el infierno a la tierra por mí.

Llevo los dedos a mi sien intentando dar suaves masajes para calmar las punzadas que incrementan a cada segundo e intento que la palabra debilidad deje de sonar en mis pensamientos. «No soy débil —me repito —, he cambiado sí, pero no dudes de que has forjado una peor versión de ti para enfrentar a esos malnacidos.»

La existencia de un niño que no ha nacido me genera problemas, no solo porque intente quitarme lo que siempre fue mío, sino que mi hijo varón podría morir al representar un peligro para él. Khan sería reconocido por mi padre al instante, solía estar obsesionado con la idea de darle un nieto, aunque su camino para tomar el liderazgo también habría obstáculos por ser hijo del bárbaro italiano, Adriano Greco.

No quiero salir de esta habitación, quisiera quedarme aquí con los niños, pero la realidad me golpea una y otra vez diciéndome que no pasaría mucho tiempo hasta que dieran con nosotros. Regresar a Italia nos garantizaría algunos años de tranquilidad, pero la guerra con la tríada estallaría pronto y mis hijos serían la mira de varios asesinos que buscarían sus cabezas como de lugar, por eso necesito conseguir el poder.

Me aferro a las escaleras hasta sentir la mano de Greco sobre mis hombros, lo cual aterriza mis pensamientos a la dura realidad. La risa de los niños en la sala hace que no siga bajando y Adriano me observa en silencio.

—¡Mami! —dicen Kaira y Kyomi a la vez, con una sonrisa divertida, noto las manchas de pintura que tienen en cada parte de sus cuerpos y dirijo la mirada de inmediato en la niñera que se encarga de ellos.

—El señor Roquer autorizó que jugaran con pintura —dice con la mirada baja.

Las paredes blancas ahora están cubiertas por huellas de manos y pies, algunos que otros dibujos, sin embargo, es la única sección que está garabateada.

—¡Buenos días! —dice con un tono elevado uno de los gemelos, Athan, se le nota la alegría en su tierna cara manchada. La hermana mayor está concentrada sosteniendo su brocha y dibuja caritas felices al igual que coloca los nombres de aquellos que le pertenecen, ella gira en mi dirección y sonríe susurrando un buen día.

Melania es una copia directa de la amabilidad de su madre.

Kaira y Kyomi tiran de mis manos sin importar mancharme en el proceso, sus huellas quedan impregnadas en mi ex pulcro vestido blanco. Khan espera al final de las escaleras pasando sus manos por su ropa varias veces hasta tenerlas casi limpias antes de tocarme.

—Buen día, mami —dice con una voz segura y a la vez me regala una de sus más sinceras sonrisas.

Tener a los niños cerca hace que sea más difícil marcharnos.

—Buenos días —saluda Adler Roquer con una voz tenue al ingresar, su mirada se enfoca en los pequeños y su hija mayor corre a abrazarlo, sus guardaespaldas aparecen con bolsas en la cual llevan el nombre del restaurante favorito de todos los niños en casa.

El Bárbaro De La Emperatriz |+21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora