Capítulo 6

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Le he pedido decenas de veces que me perdone aceptando que fui un idiota al consumir esa maldita porquería, aún así lleva semanas tratándome con indiferencia y evitándome lo más posible, me arrepiento tanto el haber tomado aquella estúpida decisión esa noche, ahora ya no sé qué hacer para que lo nuestro vuelva a ser lo que fue antes.

Extraño tanto que me sonría con dulzura, abrazarla, probar de sus labios, ella es la persona más importante en mi vida y fui un imbécil al tratarla de aquella manera, no sé cómo pude nublar mi mente para ser tan déspota con ella que es mi razón más grande de existir.

La veo entrar a la habitación trayendo a Fryda de la mano, ambas ríen pero ella guarda silencio al verme tirado sobre el viejo colchón que ellas usan por cama mientras mis hermanos y yo dormimos en el piso.

—¿Se dormirán ya? —cuestiono sin recibir respuesta de ella.

Esta noche no es noche de peleas y es mi día de descanso en el bar donde hemos conseguido trabajo mis hermanos y yo para seguir distribuyendo los productos de Álvaro.

—No, Fabi me contará un cuento —responde Fryda tirándose a mi lado para abrazarme, correspondo a su muestra de afecto y beso sus sienes—. Ven, Fabi. Acuéstate con nosotros —pide con su tierna voz.

La mirada de Fabiola y la mía se mantienen conectadas por un breve instante, me dan unas ganas inmensas de ir por ella, abrazarla y decirle cuánto la amo. Volver a repetirle que fui un idiota y que quisiera regresar el tiempo para no tomar esa estúpida decisión.

—¿Qué te parece si Fergus te cuenta el cuento para hacerte dormir? Así yo podré terminar de lavar los platos de la cena.

—Pero cuando termines vienes a acostarte con nosotros —pide sonriente.

—Sí —le responde de la misma manera.

Ella camina para salir de la habitación hasta que Fryda vuelve a llamarla.

—Fabi —habla haciendo que ella se detenga bajo el marco de la puerta—, dame el beso de las buenas noches porque seguro me quedaré dormida escuchando el cuento de Fergus, él cuenta historias muy aburridas —se queja mi hermana haciéndonos reír.

Fabiola accede volviendo hacia nosotros, se coloca de rodillas a un lado de Fryda para dejar un beso sobre su mejilla seguido de un "buenas noches".

—¿Para mí no habrá beso de buenas noches? —cuestiono teniendo su rostro muy cercano al mío debido a que mi hermanita se encuentra envuelta entre mis brazos.

Ella sólo me observa por un instante sin decir nada. Sus fascinantes ojos verdes me mantienen admirándolos así como su angelical y dulce rostro.

—Te amo —susurro sin dejar de verla.

Y como es de esperarse, ella continúa en silencio, sólo se aleja de mí para enseguida salir de la habitación.

Me quedo contándole un cuento improvisado a Fryda que no tiene ningún sentido, soy el peor inventado historias como bien lo ha dicho mi pequeña hermana. Deslizo mis dedos sobre sus bellos sabiendo que ella ama que haga eso y que la hace dormir con mayor rapidez.

Al sentir su pesado respirar dejo su liviano cuerpo sobre el colchón para ponerme de pie e ir en busca de Fabiola, insistiré en que me perdone, no pienso desistir, la amo demasiado como para darme por vencido y no enmendar mi estupidez.

Cuando salgo de la habitación la encuentro limpiando el comedor, Félix está dormido sobre el sofá y ella camina hacia la cocina cuando ve que mi intención es hablar con ella, la sigo tomándola de la cintura cuando deja la servilleta sobre la encimera.

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