Capítulo 17

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Conduzco teniéndola a mi lado, años deseando volver a verla y hora que la tengo junto a mí no siento más que coraje, siento una rabia inmensa después de verla besándose con ese tipo por segunda ocasión.

Los sentimientos dentro de mi interior siguen siendo encontrados, por un lado quiero decirle que la extrañé, que la sigo amando, pero por otro lado quiero odiarla por haberme olvidado y por ahora estar disfrutando de su nueva "maravillosa vida" al lado de un sujeto que pareciera la ve como si fuese lo más importante para él.

—Detente, Fergus —me pide con voz pasiva.

La ignoro por completo acelerando más, volteo hacia ella mientras conduzco, se ve asustada, pero no dice nada.

Giro hacia el estacionamiento del edificio donde vivo, no reduzco la velocidad y las llantas reclinan haciendo mi conducir más escandaloso. Vuelvo a ver hacia ella que se aferra inútilmente del tablero.

—Baja —le ordeno cuando me detengo, lejos de obedecer a mi petición, me ignora.

Golpeo el techo de mi coche sintiéndome frustrado. Me asomo de nuevo y la encuentro llorando. Llevo mis manos hacia mi cabello para calmar mi frustración.

Vuelvo a mi asiento, coloco mis manos sobre el volante, presiono con fuerza tratando de controlarme.

Ella baja y yo hago lo mismo de forma inmediata, intenta irse, pero la detengo tomándola por el brazo con brusquedad para acorralarla entre mi cuerpo y la puerta trasera del auto, suavizo mi agarre cuando sus ojos se posan sobre mi brazo.

—Sigues siendo el mismo —reprocha—. El mismo del que huí —abunda.

Enfurezco aún más y la suelto para darle una palmada a la puerta de mi coche tratando de sacar mi enojo.

—¡Claro que soy el mismo! —grito— ¡El mismo idiota que te ama con todo su maldito ser!

Me alejo de ella, siento que mi interior cada vez se enciende más, quiero acabar con todo el maldito universo de ser posible. No soporto saber que está con otro cuando mi corazón aún le pertenece.

—¡Te busqué, por años te busqué... —le hago saber viéndola de nuevo aún sin acercarme, la escucho llorar—, me arrepentí de aquello, me reproché cada maldito día de mi vida el haber actuado de aquella manera! —suspiro y me acerco—. Perdóname por ser tan idiota —hablo con mis ojos sobre los suyos—, no debí golpearte —expreso más tranquilo.

Ella sigue callada, sólo llora en silencio. No sé si su llanto se deba a que sus sentimientos son iguales que los míos, pero en verdad deseo que sea así.

Continuo observándola, sigue tan hermosa, aún más, notándose en su rostro tan buen semblante. Eso es algo que sí me alegra, saber que pese que ya no está conmigo se encuentra tan recuperada, ya no es más la jovencita en extremo delgada debido a su mal comer.

—¿Lo amas? —me atrevo a preguntar, ya habiéndome controlado.

—Fénix es un gran chico...

—No lo amas —sonrío sabiendo que sigo siendo el dueño de su corazón—. Fabi —me acerco para acunar su rostro, no me rechaza—, perdóname —me acerco un poco más, tanto así que siento su tibio aliento chocar con mis labios—. Perdóname, mi amor —ya mis labios rozan los suyos.

Es ella quien abre los suyos para atrapar los míos, mi corazón se desboca de alegría cuando nuestras bocas se mueven al mismo compás, es como si jamás nos hubiésemos dejado de pertenecer.

Junto mi frente a la suya y la estrujo enseguida. Ella también se aferra a mí pareciendo que la vida por fin me recompensará.

Sus labios vuelven a rozar los míos como si se acariciaran después de haberse alejado por tantos años, la beso ligeramente y ella juguetea con los míos, la sensación de vacío en mi estómago es agradable, tanto así que siento que me llena de vida, de felicidad, una que pensé la vida me había arrebatado para siempre al alejarla de mi lado.

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