Capítulo 14

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Acaricio sus ahora dorados cabellos mientras ella me observa a través del espejo, se encuentra seria, sé que está molesta por como la he llamado al estar en la cama. Lo he hecho de forma inconsciente, he intentado olvidar a Fabiola a través de tantas mujeres y siento que ella es la única que ha logrado que algo dentro de mí intente renacer, aún así y sin saber por qué, hoy he recordado su nombre siendo consciente que no era su piel la que recorría disfrutando de cada rincón.

—¿Quieres quitarte? —habla molesta y sonrío, se encuentra arreglándose el cabello tras vestirse, hemos dejado inconclusa nuestra entrega y soy el único culpable.

—Fue un error —hablo viendo sus ojos esmeraldas a través del reflejo del espejo.

—¿Crees que me importa? —cuestiona girándose para verme de frente.

Me gusta su naturaleza indomable, al principio creí que lo mejor era obligarla a ser sumisa bajo amenaza después de lo que hizo un par de meses atrás, ella esta en mis manos, pero ya no quiero que siga mi lado por temor a que diga lo ocurrido.

—Sé que te importa.

—¡Ya déjame en paz! —me empuja, sonrío tomándola por la cintura para besar sus labios.

El gusto me dura poco al sentir sus dientes encarnar sobre mi boca, vuelve a empujarme al alejarse de mí, el sabor metálico se apodera de mi papilas y trago mi sangre.

Se sienta a la orilla de mi cama para ponerse los tacones e inspeccionar la cremallera de su ajustado vestido negro se encuentre en su sitio.

Camina hacia la puerta de salida cuando ha tomado su bolso y las llaves de su coche, se detiene bajo el marco de la puerta al voltear para observarme, le sonrío, pero no me corresponde.

Esa sensación de vacío en el estómago se apodera de mí al verla, me gusta como luce, me gusta el timbre de su voz, es distinta a Fabiola, su palabras se arrastran como una lija cuando habla lejos de ser dulces y me gusta, me gusta que sea tan distinta pese a que absurdamente he deseado que se parezca a quien fue mi primer amor.

Me acerco nuevamente hacia ella aún sabiendo que seré rechazado, Sara ha sido la única chica que se acercó a mí sin esperar obtener drogas a cambio de sexo, ella tiene por mucho la capacidad económica de comprar cuanto quiera, pero no sé si se hubiese quedado a mi lado sin ser amenazada.

—Me gustas castaña —le hago saber llevando un mechón de su cabello por detras de su oreja, ella arruga el ceño—. Ya no quiero que te tiñas más.

—¿En serio crees que lo haría después de lo de hoy? —cuestiona aún molesta, sonrío acariciando su rostro mientras observo el trazo de mi caricia.

—Sara, ¿qué sientes por mí? —me aventuro a cuestionar. Ella ríe ante mi pregunta, se aleja.

—¿Crees que no sé el tipo de sujeto que eres? —cuestiona con molestia.

—Uno con el que disfrutas estar —me burlo con la intención de hacerla enfadar un poco más, mentiría si digo que no me gusta verla molesta, es como una niña caprichosa.

—Exacto —da un par de pasos hacia mí—, es lo único en lo que conectamos, el sexo y nada más, yo no siento nada por ti —sonrío escuchándola— y esto —toca un mechón de su cabello—, se termina hoy. Me importa un carajo tu enferma obsesión por la tal Fabiola, puedes mantenerme amenazada por lo que ocurrió, pero no voy a tolerar que me sigas humillando de esta manera —me advierte.

—Sara, yo sí siento algo por ti...

—No, Fergus —me interrumpe—. No me digas eso —sus ojos se nublan.

FERGUS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora