Capítulo 23

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He buscado a Faby en los últimos meses, pese a que no he logrado que vuelva a mi lado, hemos tenido encuentros furtivos, unos en los que sus labios y su piel siguen gritándome que me ama, que me pertenece, aún así, no ha aceptado que volvamos a estar juntos como lo estuvimos tiempo atrás, me ha pedido sea discreto porque le prometió a Félix que no volvería a mi lado hasta que estuviese fuera de esto.

Ahora ella sabe a lo que me dedico, lo que soy y lo que me es tan difícil dejar de ser, ya no tengo control sobre ello, no es que sea un adicto, es simplemente que al consumir puedo sentirme libre, sin recuerdos tormentosos y sin fantasmas que me torturen, son minutos donde mi alma viaja libre a un sitio en que todo es perfecto.

Escucho un par de golpes a la puerta y camino emocionado sabiendo que es ella. Le he enviado la nueva dirección del departamento que he comprado pensando que siendo un sitio más cómodo puede ser que la convenza a volver, sé a lo que se ha acostumbrado en estos últimos años y quizá sea una forma de persuadirla para que 'vuelva a mí'.

—Hola, mi amor —la saludo con un beso en los labios, ella a penas y me corresponde.

Entra pasando de mí y observa a nuestro alrededor. Gira para verme, le sonrío sin recibir la misma respuesta a mi gesto, su actitud es desconcertante.

—Aún faltan algunos muebles, decoración, no sé, tu toque femenino, quizá —hablo con emoción—. Tengo algo para ti, espera un momento.

Camino hacia la pequeña repisa de la entrada y tomo el juego de llaves que he sacado para ella, extiendo mi mano para dárselas, lejos de recibirlas veo que un par de lágrimas ruedan por sus mejillas.

Su mirada se queda sobre el piso y la escucho hipear mientras llora, con dulzura levanto su rostro por el mentón hasta que sus verdes ojos se encuentran con los míos.

—Sé lo que existió entre Sara y tú —suelta dejándome helado.

—Faby...

—Fergus, no es un reclamo, quizá lo hubiese sido en otro momento, pero ahora ya no importa.

—¿Por qué no importa? —me apresuro en cuestionar notando que sus lágrimas se vuelven más copiosas, y que su mirada parece no poderse sostener sobre la mía.

Agacha su mirada una vez más al alejarse de mí, se posesiona frente a las gigantescas ventanas que nos regalan una vista perfecta de la ciudad, quizá no sea la mejor zona de Metrópoli, pero la vista es por mucho una fantástica.

Me acerco hasta ella, pero vuelve alejarse, camina hasta donde los sofás se encuentran para sentarse en ellos. La observo desde la distancia a la espera que me explique su actitud y el porqué no le importa lo que existió entre su amiga y yo.

—Fabi —me coloco de cuclillas frente a ella apoyando mis manos sobre sus rodillas, ella levanta la mirada hasta encontrarse con la mía—. Perdóname, te prometo que entre ella y yo...

—Ya no importa —me interrumpe con la voz cortada—, ya no importa —repite sin dejar de llorar.

—Importa que sepas que no te he traicionado, que lo que existió entre ella y yo fue cosa del pasado, cuando aún no sabía que seguías con vida, mi amor.

—Estoy con alguien más —expresa dejándome enmudecido por un instante.

Es como si todo lo que había idealizado junto a ella se viniera abajo, comprendo que reprimir mis sentimientos por Sara ha sido un error, que serle fiel no ha valido la pena, que ella lejos de amarme con pureza ha sido capaz de traicionarme de la manera más vil.

Me coloco de pie para asimilar sus palabras y no terminar explotando, busco razones para justificar su actuar, pero nada me resulta válido cuando yo me he mantenido fiel a lo nuestro.

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