Capítulo 7

119 35 8
                                    


Corremos tan rápido como nos es posible sin rumbo alguno, huir sin tenerlo planeado es mayormente desesperante, no tenemos dinero para quedarnos en un hotel o ropa para no congelarnos, el quedarnos en algún sitio abandonado o desértico sería un suicidio en esta época del año en Nevadas.

Escucho el respirar de Fabiola cada vez más pesado por lo mucho que hemos corrido, ya sus pasos son más lentos lo que provoca desacelere los míos.

Fegan gira su rostro al darse cuenta que ya no estamos a su par, se detiene para esperarnos, Fabiola se agacha para recuperar el aliento y yo veo hacia atrás y a nuestro alrededor queriendo saber cuánto nos hemos alejado.

—Hay que irnos ahora mismo de aquí —habla Fegan un tanto sofocado cuando se acerca a nosotros.

—¡¿Con qué maldito dinero?! —grito furioso—. Debimos matarlo a golpes para terminar con esto de una vez —reprocho.

—¡¿Crees que los hombres de Álvaro no vendrían a buscarnos para matarnos? Sabes los tratos que tiene con él! —mi hermano grita igual de furioso que yo.

—¡Igual vendrán a buscarnos, ¿cuál es la maldita diferencia?!

—Félix quedó herido, debimos ayudarlo —habla Fabiola entre llanto aún estando de cuclillas sin importarle lo que Fegan y yo nos reprochamos.

Me agacho para quedarme a su altura y acuno su rostro. En este momento no me importa más nada que su seguridad, si nos quedábamos allí Marcél al recobrar la conciencia nos mataría a los tres, o quizá sólo a mí y a Fegan mientras abusaba de ella.

El sólo pensar en esa posibilidad me horrorizo y me genera un odio aún más inmenso hacia mi padre. Hemos permitido años de tortura, pero jamás dejaría que él o cualquier otro le pusiera un dedo encima a Fabiola, yo me encargaré de protegerla siempre, muchas veces no pude evitar que Marcél la lacerara a golpes, pero jamás le permitiré que la convierta en otra de sus víctimas como lo hizo con Fedra, con mi madre y quien sabe cuántas mujeres más.

—No podemos volver —enuncio con dolor, sé que mis hermanos nos necesitan, aún así no daré un paso atrás—. Necesitamos salir de la ciudad, levántate —pido con dulzura.

Ella me hace caso aún llena de dolor, sé que dejar a mis hermanos le duele tanto como a mí, tanto como a Fegan, pero apenas tengamos la oportunidad de volver por ellos, lo haremos. Sólo espero que Félix sobreviva al disparo y que Madsen proteja a Fryda, porque también sé que él daría la vida misma por ambos.

Caminamos de prisa hacia la estación de camiones más cercana, debemos buscar la manera de salir de Nevadas cuanto antes o de lo contrario seremos blanco fácil, es obvio que mi padre buscará a ayuda de Álvaro para dar con nosotros.

En cuestión de minutos ya nos encontramos en la estación, hay pocas personas siendo que ya es media noche, vemos en el tablero de salidas y el último camión partirá en veinte minutos. La ciudad de Metrópoli es su destino, maldigo al ver el costo del boleto.

—Tenemos diez minutos para conseguir el efectivo y largarnos de aquí —me susurra Fegan.

—¿Cómo carajos se supone que conseguiremos esa cantidad? —cuestiono apretando los dientes siéndome frustrado.

Dirige su mirada hacia un par de ancianos que se encuentran sentados casi dormidos, se notan cansados y traen un par de maletas, es obvio que viajarán en ese camión.

—Las personas mayores siempre cargan efectivo —comenta.

—No harán eso —habla Fabiola al entender la intención de mi hermano.

—Lo haremos y tú nos ayudarás. No pretendo quedarme para que Marcél me asesine..., nos asesine —enuncia—. ¿Qué crees que hará contigo después de que nos mate? —intimida a Fabiola—. ¿Crees que se detendrá cuando se lo pidas?

FERGUS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora