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07'².

Bufé ansiosa liberando todo el aire de mis pulmones mientras balanceaba mi cuerpo de las puntas de mis dedos a mis talones, mirando al techo. Aún si era la persona menos adepta a la televisión en mi vida cotidiana, estaba jodidamente emocionada y nerviosa pues no podía creer que mi primera aparición en vivo fuese en un canal tan grande como MNET. Era honestamente increíble, y estaba segura de que si Namjoon me lo hubiese dicho por teléfono en la mañana me habría desmayado por tantas horas que apenas vendría abriendo los ojos ahora. Un movimiento inteligente de su parte esconderme parcialmente la verdad, sin duda.

Aún entre mi emoción maldije más de cien veces a lo imprudente de las circunstancias por no permitir que me preparase de menos con una semana de antelación, pero sabía y suponía que en un medio tan complicado como este era muy difícil tener un mínimo control sobre lo que podía suceder o no. Y estaba segura de que, de haberlo sabido antes, Dean me hubiese tirado una llamada para prevenirme de la posibilidad siquiera.

Joder. Suspiré tan fuerte que casi sacaba los pulmones por la boca. Apenas estaba en la prueba de vestuario y ya sentía que mi corazón quería hacer lo mismo que en la famosa (y un tanto asquerosa) escena de Alien: abrirme el pecho de par en par. Y sabía bien que aquello era como un no tan pequeño recordatorio y prueba de la montaña rusa de emociones me esperaba a lo largo del día.

—¿Nerviosa? —me preguntó la modista con una sonrisa, remangando ligeramente la bastilla de los pantalones rasgados que habían elegido para mí luego de lo que pareció un exhaustivo... ¿análisis? Sobre qué si debían ponerme esos o unos holgados, tipo cargo.

—Muerta de nervios —bufé por inercia aún mirando al techo y asentí tronándome los dedos casi que por reflejo.

—Si te sigues moviendo voy a tener que pincharte con un alfiler para que me dejes trabajar —dijo con voz juguetona y amigable, cosa que me hizo abrir los ojos muchísimo y llevar las manos automáticamente por detrás de mi espalda, en pose casi robótica.

—Joder, ¡perdona! ¡Lo siento, lo siento!

Ella rió, negando con la cabeza ante mi reacción y la palabrota que se me escapó a la mitad.

—Estoy molestándote, pero sí que es mejor para ambas si te quedas quieta un momento —divertida, me acomodó la ropa con más facilidad. Y después de unos segundos en silencio me percaté de que rebotaba su mirada entre el borde de los pantalones y mi rostro—. Eres nueva en esto, ¿no?

—¿Tanto se nota? —reí nerviosa, moviendo los dedos de las manos para dejar de dificultarle el trabajo y a la vez tratar de liberar aunque fuera un poco de la ansiedad que me comía por dentro—. Nunca me habían hecho una prueba de vestuario así, siquiera. Es tan genial como atemorizante.

—Un poco sí —concedió encogiendo los hombros—. Pero si me permites decirlo, tienes cara de que perteneces a este mundo. Estoy segura que en un par de veces más ya será pan comido para ti.

—Ah —sonreí casi que enternecida, haciendo puños las manos aún tras mi espalda—. Gracias.

Me sonrió mientras se levantaba y daba un par de pasos hacia atrás, ladeando la cabeza a ambos lados para asegurarse de que el pantalón estuviera a la misma altura en ambas piernas. Luego, complacida, asintió y se acercó a revisar el talle de la blusa, acomodándola bien alrededor de mi cintura.

—¿Y qué es lo que haces? ¿Cantas? —siguió buscando conversación, cosa que agradecí porque aún si era una charla coloquial y aparentemente insustancial, sí que estaba ayudándome a relajar mi creciente nerviosismo.

—Rapeo.

Sus cejas se levantaron con asombro y yo sonreí con un pequeño sentimiento de seguridad y orgullo creciéndome en el pecho.