09.

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Durante los primeros segundos no supe siquiera cómo reaccionar. Tenía más de año y medio sin verle la cara y casi tres años sin tenerle frente a mí, tan cerca. Me sentí como en una pesadilla, de esas en las que el tiempo se derrite y todo se vuelve oscuro alrededor tuyo. Y aún si deseara con todas mis fuerzas que aquello no se tratara más que de un mal sueño, sabía bien que no era así.

Era la maldita, jodida y desgraciada realidad.

Mi pecho se oprimió y mientras un escalofrío me recorría entera sólo atiné a desear con todas mis fuerzas salir huyendo de ahí. Pero a pesar de todo, aún si mi cuerpo estaba listo para escapar y correr en dirección a mi auto, no iba a hacerlo. No. No iba a mostrar ni aunque fuese un poco de debilidad. Me negaba a hacerlo. Rotundamente.

—Yoongi —atiné a murmurar con voz rasposa, apretando el agarre de mis brazos todavía cruzados.

Pude ver cómo él tragaba saliva espesamente y desviaba sus ojos de mi rostro para volver a bajar la vista apenas, como si quisiera hacer un ademán de reverencia con la pura cabeza. Carraspeó la garganta con suavidad y yo sin agregar nada ni reaccionar en lo absoluto a su flojo saludo, di un paso hacia el costado y luego uno hacia atrás para abrirle espacio a que usara la máquina expendedora.

Relamió sus labios y asintió en agradecimiento, virando los ojos hacia las opciones que la misma ofertaba. Como si no se las supiera, pensé. No era difícil deducir que iba todos los días a comprarse una Coca Cola ahí y aún así parecía querer tomarse su dulce y absurdo tiempo. Y a pesar de que mis pies temblaban por darse la vuelta para alejarme de ahí a toda costa, me mantuve firme. No pensaba demostrarle ni un poco de blandura.

—¿Terminó la reunión ya? —susurró sin mirarme, retirándose un auricular del oído para acomodárselo tras el mismo. Seguía viendo los productos detrás del vidrio como si fueran la cosa más interesante del mundo.

—No —respondí a secas. Yoongi desvió por un segundo su vista hacia mí para observarme de reojo, casi como preguntándome qué demonios hacía ahí afuera, pero yo no agregué más.

—Sólo quiero que quede claro —dijo aún en voz baja, resbalando su mirada de mi rostro hacia algún lugar del suelo al costado—... que no quiero problemas. No pienso decirle nada a la prensa.

—Si estuvieras en la reunión tal vez te enterarías de las absurdeces que está proponiendo el imbécil de tu productora —espeté con un bufido cansado escapándose de mis labios—. Qué digo, seguro lo sabes. No tendría ni por qué sorprenderme.

Rodé los ojos, acción que casi me impide ver la duda en su mirada y su boca completamente sellada, expectante.

—¿De qué hablas?

—Sabes de lo que hablo. Además, ¿no era que estabas muy ocupado? —resoplé una risa nasal. La rabia volvía a ser el sentimiento primario bullendo en mi estómago por primera vez en mucho tiempo—. El gran Min Suga no tiene tiempo ni para tomar responsabilidad de sus acciones pasadas en una maldita reunión de media hora. No sé, ¿te apetece que bese el suelo donde pisas al irte, también?

Yoongi se quedó callado, volviendo a mirarme a la cara tan sólo unos segundos para luego desviarse a la máquina expendedora, meter el dinero y teclear los números para pedirse una Coca Cola. La tomó en silencio y en un asentimiento que de nuevo pareció reemplazar una reverencia corta, se dio la media vuelta para dirigirse hacia las escaleras del edificio de donde yo había salido sin agregar nada más.

Me quedé parada ahí, abatida. Los brazos cruzados sobre mi pecho ahora habían pasado a abrazarme a mí misma fuertemente. Mi mirada se quedó clavada sobre un punto muerto de la máquina donde Yoongi había tomado la bebida y mi mandíbula se apretó a la par que mi nariz comenzaba a picar. Mi respiración agitada impedía que mi ritmo cardiaco volviera a su velocidad habitual y estaba segura de que si no hacía algo pronto, la carótida me iba a terminar reventando o algo por el estilo.

on stage » bts; myg + kthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora