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La tarde ha comenzado a caer cuando Stella, ya más sosegada,  sale de la capilla

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La tarde ha comenzado a caer cuando Stella, ya más sosegada,  sale de la capilla. Atraviesa el patio de armas con la mente enfrascada en no pensar en su actual situación y entra a la torre familiar. Allí el fuego danza caprichoso y vivaz en la hoguera, calentando el salón principal, y aunque aún la noche no llega, Lady Elizabeth siempre previsiva, manda a encenderlo desde temprano puesto que pronto la nieve comenzará a caer.

Dispuesta a subir a su alcoba para prepararse para la cena, la joven llega al primer escalón.

—Lady Stella —Aprieta los párpados al reconocer la voz de Primus y enseguida para no perder la tranquilidad —. ¿Me concede unos minutos?

—Por supuesto —concuerda mientras retrocede y lo enfrenta.

Está vestido con su clásica indumentaria negra y se alza ante ella en su magnífica estatura y porte elegante. Con un gesto de su mano le muestra el camino a seguir y proponiéndose hacer uso de paciencia; ella lo sigue.

—No la volví a ver desde la tarde.

—Tenía asuntos que resolver.

—¿En la capilla? —El tono de burla en su pregunta la hace voltear a verlo.

—Espero que no esté cuestionando mi fe. O no... —interrumpe al ver que intenta responder —. Reformularé mis palabras: No se atreva usted a cuestionar mi fe.

—Para ser una mujer de fe, es bastante belicosa —Se defiende él, al detenerse en el pasillo que los lleva al jardín interior.

—Tal parece que eso solo lo logra usted, para que vea el tropezadero que resulta para mí —riposta Stella, fallando en su propósito de no perder la compostura.

—Tropezadero con el cual insiste en casarse.

La doncella rueda los ojos porque ya sospecha lo que el príncipe intenta hacer. Nunca pierde oportunidad de incordiarla con el mismo tema.

—Es usted tedioso y repetitivo ¿De eso quería hablarme?

—Partiremos a palacio dentro de cuatro días —expone Primus —. Mi intención es tratar de persuadirla, aún estamos a tiempo. El compromiso no ha sido anunciado y le doy mi palabra de que hablaré con mi padre...

—La guerra es obvio que a nublado sus sentidos y su juicio —Lo vuelve a interrumpir—. Ya le dije que no echaré el compromiso atrás.

Hace rato Stella decidió que de ninguna manera le dará motivos a Malik Tenebris para atacar a su familia.

—¿Cuál es su miedo, alteza? —pregunta para provocarle, lo que da resultado por la manera en que las aletillas de la nariz del hombre, se inflan.

—No le temo a nada.

—¿El compromiso es difícil de manejar para usted?

—¿Cómo puede tomar tan a la ligera algo como esto?¿Le parece bien casarse con un total desconocido que además, no está interesado en usted?—enfatiza él, sorprendiéndola con la dureza de sus palabras—. Pensé que una mujer inteligente escogería el amor por encima del poder —al decir esto, rompe la distancia entre la dos, haciéndola  alzar la mirada.

TENEBRIS . El amor no florece en la muerte. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora