El ligero entumecimiento que causó en Stella esa corta y ambigua respuesta, se ve interrumpido por el duque, quien se acerca presuroso a Primus y habla con él. A pesar de que no puede entenderlo, la forma tan acentuada en que gesticula, denota enojo y preocupación, y el desconcierto se apodera de ella cuando la mirada de su prometido se ensombrece y asiente con lentitud.
—¿Sucede algo? —pregunta cuando lo ve tensar la mandíbula y nota esa misma tensión apoderarse de todo su cuerpo —. Alteza —insiste cuando la respuesta que espera, no llega.
—¡Cedric, Logan! —al llamado de Primus, los dos guardias dejan de ayudar en la reparación del carruaje y se ponen en atención, como si reconocieran lo que implica el tono en el que les habla su líder.
Lo que sigue, son unas señas que hacen incrementar la intriga en la joven, pues a raíz de ellas, los hombres de armadura negra van a sus caballos, montan, y se pierden al galope en la curva cerrada del camino.
—Alteza —articula cuando él hace el intento de apartarse, asiendo su mano enguantada —¿Qué sucede?
Los ojos de Primus no van a su rostro, sino a la diestra pequeña y pálida que le aprieta los largos dedos con impaciencia. La forma en que sus ojos ámbar se oscurecen más, logra que ella la retire con timidez.
—Regrese al carruaje —ordena él—. Bajo ningún concepto salgan de allí —asevera uniendo el ceño—. Es una orden.
El corazón de Stella casi deja de latir cuando él se aparta y comienza a escupir órdenes a todos los guardias. De momento el ambiente cooperativo cambia, pues los hombres se ponen de pie y quedan en espera en total silencio. Pero aún así, dominada por la intriga, Stella se queda en el mismo lugar.
Tal parece que el viento ha dejado de correr. No hay ningún sonido, solo el resoplar de los caballos de vez en vez y el sutil quejido del cabo de una espada siendo apretada por un puño. Todas las miradas se mueven inquisitivas por los alrededores, pero los ojos de la dama están en su prometido, como si él fuera el gnomon de un reloj de sol y todos alrededor fueran el plano donde se proyecta su sombra.
Hasta que el pesado silencio se interrumpe por el galopar apresurado de caballos. Todas las rodillas se flexionan en pose defensiva y cuando la imagen que desemboca de la curva del camino se deja ver, se hacen manifiestas las sospechas del duque.
—¡Emboscada! —grita Logan sobre su corcel, tratando de sostener a duras penas las riendas del caballo de Cedric, quien tiene un gesto de dolor en sus facciones. La flecha clavada en su hombro izquierdo pone a todos en un estado muy alto de alarma.
—Oh, por Dios —jadea Stella mientras algunos soldados ayudan a bajar al herido y ve cómo lo sitúan cerca del carruaje. El impulso usual en ella es irlo a ayudar, pero no puede, sus piernas no le obedecen, como si su cuerpo se hubiera convertido en piedra.
—¡Escudos! —grita Primus y su comando se cumple a rajatabla—.¡Protejan el carruaje! —indica ignorando el hecho de que Stella se ha quedado petrificada al ver la escena frente a ella.
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TENEBRIS . El amor no florece en la muerte.
RomanceÉl no merece amar, es un Tenebris en toda su regla y los Tenebris siembran la muerte donde no se cumpla su voluntad, siegan donde no sembraron y son pura oscuridad ¿Cómo podría el príncipe oscuro ser capaz de dar tan noble sentimiento? Su fama lo pr...