15. Cacheo

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Los tres regresaron a Los Santos sintiéndose mucho mejor que cuando se fueron, teniendo las maletas a la mano el de cresta les propuso algo.

—¿Y si se mudan conmigo?

—¿Cómo? No, no creo que sea... ammm -Viktor se puso nervioso ante la idea-.

—¿Estás seguro? -pregunto Carlo- ¿No es inconveniente?

—Para nada -responde y les da un beso me la mejilla a ambos- ya saben que mi mansión es grande.

Viktor frunce el seño —Carlo... -este voltea a verlo- eres rico ¿No?

—Si, tengo varios ahorros, mucho de ello se va a la biblioteca.

—¿Entonces porque vives en una casa tan pequeña?

—Vivo solo -responde con sencilles-.

—Ya no tendrás que hacerlo -dice Horacio- por favor, acepten.

Después de mucha insistencia el ruso y el italiano de a poco llevaron sus cosas a la mansión Pérez, se acomodaron muy bien y convivían sanamente, de ves en cuando follaban para pasar el rato.

Un día cualquiera Viktor estaba patrullando muy aburrido, era un día bastante tranquilo, al menos hasta que vio una moto ir a toda mecha, frunció el seño y comenzó a seguirlo, entro momentáneamente a la frecuencia de la policía.

—¿Que saben de un tipo en moto negra, placa ******?

#Lo perdimos hace como tres minutos ¿En dónde se encuentra ahora? Iba muy deprisa, pero desconocemos sus intenciones.

—Dejenmelo a mi, no pienso perderlo.

Salió de frecuencia y lo persiguió por varias calles, el sujeto parecía conocer muy bien los atajos, callejones, zonas con rampas, parecía un experto.

—Tiene que ser un camello.

El tipo dió una vuelta errónea quedando acorralado en una reja de metal, se maldijo y bajo de la moto intentando escalar la reja, pero Volkov a prisa salió del patrulla y tomo al sujeto del brazo y lo estampó contra la pared.

—¿A qué se debe su exceso de velocidad, caballero? -pregunto viendo que en la moto no tenía nada de valor, pero no hubo respuesta- ¿No dirás nada? -le quita el casco de la cabeza- ... ¿Carlo? -lo mira sorprendio, no lo podía creer- ¿Se puede saber en qué estabas pensando?

—Es que... -estaba nervioso- se me pasó la mano, es todo.

Le mira los bolsillos —¿Solo eso? -revisa en ellos-.

—¡No! ¿Que haces? -se remueve-.

—¿Cómo puede ser posible? -de ellos saco un par de carteras- ninguna es tuya.

—¡Tengo un problema! -grita con cierto remordimiento-.

—Lo recuerdo, Horacio en algún momento menciono que eras cleptomano, creí que lo tenías bajo control.

—Yo también, pero... no pude.

Volkov se encontraba en un dilema, no quería arrestarlo, pero tampoco lo podía dejar pasar así como así, hasta que de pronto tuvo una gran idea, ni siquiera puede creer que se le haya ocurrido, pero ahora ya no podía sacarlo de su cabeza.

—¿Es todo lo que urtaste?

—Si... bueno, la moto tampoco es mía, pero no tome nada más.

—Ahora no puedo creerte del todo. Manos en la pared, piernas en V -comienza a cachearlo-.

Suspira —Viktor ya no soy un crimi... -se muerde el labio- ¿Q~que haces?

—Silencio caballero.

Volkov tenía otras intenciones más que cachearlo, parecía más entretenido acariciando de forma provocativa varias partes de su cuerpo, el italiano temblaba un poco, era raro para él al estar en un callejón, peor aún, el hombre de poco experiencia sexual es el que tuvo aquella idea.

—Es verdad, no tiene nada, pero aún queda un lugar por revisar.

Baja la mirada —Mierda...

Le bajó el pantalón e introdujo dos dedos en el cavidad anal del italiano escarbando por posible "contrabando", claro que más que una búsqueda, solo le daba placer al otro. Carlo daba suspiros placenteros por aquellos toques, ventajas de que el ruso tenía dedos largos, era quizá una de las cosas que más amaba de él.

—Parece no haber nada, tiene suerte, pero... ¿Que es esto?

Carlo dió un grito de placer que no se esperaba, pero había tocado su punto sensible y no dejaba de tocarlo, no pudo soportarlo más expulsando su fluido en la pared y el piso, tenía ciertos espasmos que ya no tenía la capacidad de mantenerse en pie.

—¿Y~ya acabaste de jugar? -pregunto jadeante y mirándolo con los ojos entrecerrados, estaba levemente enojado-.

—No, a demás, yo soy quien debería estar enojado ¿Sabes el sermón que te meterá Horacio cuando se entere?

—No le digas... y... no lo haces tan mal para ser un inexperto.

—Tu cuerpo me descontrola.

Sonríe —Si, eso ya lo sabía.

Uve tomo un poco del semen contrario y lo paso sobre su propio falo, tomo las nalgas del rubio separandolas para después introducir su miembro lentamente en su interior comenzando con las embestidas directamente en su punto G, para rematar, metió sus manos dentro de la ropa de su pareja hasta su pecho apretando sus pezones y estirandolos levemente, también dejando chupetones y un par de rastros de saliva en su cuello.

Carlo estaba en las estrellas, parte de su mente estaba concentrada en no hacer ruido, mordía su labio intentando callar, pero leves sonidos escapan, cosa que sentía no podría hacer por más tiempo. Sangre comenzó a liberarse de su labio al igual que un grito nombrando al ruso, se corrió una vez más y el contrario se corrió dentro.

—M~maldito ruso~

—Dilo sin que te tiemblen las piernas.

—¿Satisfecho? -pregunto sin voltear-.

—Si, pero tú no pareces estarlo.

Traga saliva —Estas de servicio, nos van a descubrir.

—Correre el riesgo ¿Que es lo peor que podría decirme Horacio?

—"¿Porque no invitas?"

Ríe —Cierto, pero ahora eres mío, él ya tendrá su momento.

—Que raro -ríe- ¿Dónde quedó el Viktor que conozco?

—Por ahí.

Lo llevo junto al patrulla y lo subió sobre el maletero, lo tomo de las piernas y volvió a penetrarlo, al tener su ano sensible a Carlo ya no le importo guardar silencio ¿Que más daba que se encontrarán con el bibliotecario serio siendo follado como una puta en un callejón por un policía? A Volkov, que guardaba apariencias, por un momento desconecto de su firmeza, realmente quería escuchar como lo hacía gritar, también quería que la gente se diera cuenta de ello, nadie podría tocarlo más que él y el francés.

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¿Disfrutando? 🌚

Guía del buen novio [Volkarlacio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora