Una nueva mañana comenzaba en la casa Mendoza-Pinzon. Después de el día que habían tenido ayer solo desearon volver a casa y estar juntos en esa burbuja que tanto les había costado construir y ahora estaba bajo amenaza.
A primera hora doña Julia y don Hermes habían llegado al apartamento, como tradicionalmente hacían cada martes de la semana, para compartir el desayuno en familia. Fue Armando quien los recibió, pues Beatriz estaba profunda y después del disgusto del día anterior había preferido dejarla descansar. Se colocó sus pantuflas y la bata que Betty le habia regalado para la navidad para luego ir a abrirle a sus suegros.- ¡Buen día, Armando! ¿Pero qué son esas fachas? Son las 6:40 de la mañana, mijo. Como en una hora salimos para Ecomoda y usted recién levantado, la pereza déjela para los que no tienen oficio!
- buen día, don Hermes -murmuro adormilado y algo hastiado- Doña Julia, ¿cómo está?
El sonrio genuino a su suegra y beso su mejilla. Aunque fuera extraño, Armando adoraba a doña Julia, se había convertido como en una segunda madre para el y era mutuo, ella lo apreciaba como un hijo por lo que lo regañaba y aconsejaba como tal. Con don Hermes era diferente pero porque el hombre era algo canson, aún así ambos se apreciaban mucho y había mucho respeto y confianza.
- muy bien, Armandito. ¿los despertamos? ¿Y Betty?
- esta profunda, ayer tuvimos un día muy duro y pensaba dejarla dormir un poco más
Don Hermes chasqueo la lengua en desaprobación y doña Julia rodó los ojos.
- venga, mijo. Ayúdeme con el desayuno así se van con algo en el estómago al trabajo, ¿sí?
Armando asintió y siguió a doña Julia hasta la cocina como un niño pequeño. Por su parte, don Hermes se quedó en el comedor con la televisión. Ella comenzó a sacar algunos productos de la bolsa que cargaba, estaba lista para preparar uno de esos desayunos que Armando adoraba. Sin duda, los martes se habían vuelto su día favorito de la semana.
- ¿por qué un día duró ayer? ¿Paso algo?
- no, doña Julia... -murmuro automáticamente, hasta que recordó que ella estaba al tanto de toda la historia y después de todo tambien era su gran confidente al igual que su hija- bueno si. Ayer cuando llegamos a Ecomoda estaba Mario Calderon y mi ex prometida, Marcela Valencia
- ¡¿Mario Calderon?! Ay no, mijo. No me diga que ese señor volvió otra vez
- tuvo que. Es por la junta, nosotros ya sabíamos que vendría pero no pensamos que dos dias antes. Nos descompuso a todos, a Betty por sobre todo
- ay no, Armandito. Ya me imagino como debe estar mi bética... es que ese señor otra vez volviendo no es nada bueno, lo va a querer descarilliar
- no, doña Julia. Todo menos eso, yo ya dejé muy atrás esa vida, se lo juro
- yo sé, mijo. Yo sé que usted ha cambiado y que es un buen marido, pero tiene que tener mucho cuidado, ¿sí? ¡ese hombre es el diablo caminando! Lo va a querer llevar a vaya a saber que cosas...ay no
- tranquila, suegrita
Armando la tomo de los hombros y beso su frente, como hacia con Beatriz.
- le prometo que eso no va a pasar, si? ¿Usted cree que voy a botar mis desayunos de los martes hechos por la mujer más bella por un plancito de esos? ¡no crea!
Julia río un poco volviendo a su labor. El por su parte encendió la estufa para lo panqueques y el agua caliente.
- ¿y cómo es eso de que también volvió esa señorita Valencia? ¿No era que se había marchado?
- pues por lo mismo: la junta, el traspaso. Estamos muy nerviosos, ayer casi peleamos pero tranquila, estamos bien ahora. Aclaramos las cosas y llegamos a la conclusión de que su llegada nos alteró a todos. Estoy muy preocupado por Betty, creo que esta desconfiando de mi y eso no me gusta
- no es eso, mijo. Esta sensible, es el embarazo. Todo pega más duro cuando una esta en esos estados. Además de que con la llegada de toda esa gente ¡ah!
Armando abrió sus ojos observando a su suegra, abrió la boca.
- ¿cómo así, doña Julia? ¿usted sabe del bebé?
- ¡pero claro! ¿Quien piensa que la obligo a ir a la clínica? Mi niña tan terca...por eso usted la tiene que cuidar de esa gente y sus disgustos, Armandito. Ahora además de un buen marido tiene que ser un buen papá, un hombre de familia y se que lo va a ser, mi niño, yo confío en usted
Armando sonrió y abrazó a su suegra. En ese momento una muy dormida Betty entraba en la cocina aún con su pijama.
- mmm...¿debería de ponerme celosa porque mi marido quiere más a mi mama que a mi o porque mi mamá quiere más a mi marido que a mi?
- mi amor, buen día. Justo iba a despertarte, ¿por qué no me dijiste que tu mamá sabía del bebé?
El se acercó dándole un pequeño beso a su esposa.
- shh...habla más bajo que mi papá todavía no sabe
Armando hizo una mueca.
- no me digan que me dejaron la parte más difícil a mi, decirle a don Hermes
Ambas mujeres se miraron y asintieron medio riendo. El hizo puchero y Beatriz le dio un beso.
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Armando estacionó en las afueras de Ecomoda para luego bajar junto a Beatriz. De repente, la voz de las pesadillas de Betty se hizo presente. Mario estaba bajando de su carro con el celular en la mano.
- ¡Armando Mendoza! ¿Por qué me apago el celular anoche? Usted y yo teníamos una comida
Sonaba como una novia celosa apropósito. Betty tomo aire, pensando en que debía de acostumbrarse y lo saludo con un asentimiento de cabeza. Rodeo el carro y beso a su marido.
- voy a entrar, mi amor. Tenemos mucho trabajo, tenemos la junta encima y tengo que dejar todo listo para que tomes el puesto
- mi amor, no digas eso, ¿sí? Todavia no está nada dicho. Y si así fuere entonces te nombro vicepresidente financiera y a Nicolás le ponemos oficina en terramoda, asunto solucionado. Yo no me pienso separar de ninguno de los dos, nunca
El beso su frente y ella sonrió.
- esta bien, mi amor. No te demores
Le volvió a dar un beso y se dirigió a Ecomoda. Finalmente cuando se habia desaparecido tras las puertas, Mario se acercó a Armando.
- hola, tigre. Tengo una sorpresa para usted que le va a encantar
- ¿una sorpresa? Ay, Calderon...eso no suena nada bien
- ¿se acuerda su modelo favorita, Marizza Di Santo, la que Marcela hizo echar?
- Calderon...
- tiene una cita de trabajo con ella a las nueve de la mañana. Esta recién llegada al país y busca trabajo, ¿no es divino?
Armando se sobo la frente al mismo tiempo que un carro gris se parqueaba junto a ellos. Las dos mujeres se bajaron del carro.
- ay, Marce, tu si crees que sea buena idea sacar oficina acá otra vez? Yo pensé que no querías volver a poner un pie después de que los desgraciados estos tomaran todo el poder
- hablamos después, Patricia. Buenos días, doctores
Marcela saludó cordialmente a Mario y a Armando, Patricia saludó muy por encima a ambos ejecutivos, intentando evitar mucho contacto.
Armando observo a las tres personas que estaban arribando Ecomoda dispuestas a quedarse y pensó en su mujer y su bebé...y en como más rápido que lento su cielo despejado comenzaba a llenarse de nubes negras.
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La tormenta después de la calma
FanfictionHabía pasado un año desde que Armando y Beatriz se habían casado y cada día había sido como una luna miel. Si, una luna de miel hasta que el traspaso de la empresa, la junta directiva y los auto exiliados vuelven a sus vidas por una revancha más. ¿S...