XII

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Marcaban las ocho de la mañana del miércoles y el movimiento diferente en la empresa se notaba. Hace mucho no habían de esas importantes juntas y definitivamente esta era una de ellas. Armando estaba algo nervioso y podía entender su preocupación. Hoy finalmente, después de haber pedido el levantamiento de embargo y haber sido concedido, siendo oficialmente publicado hoy en todos los registros, Ecomoda quedo libre de obligaciones con Terramoda y los Mendoza-Valencia volverían a ser los legítimos dueños. De lo que resultara esta junta dependería mi futuro en la empresa. Hoy oficialmente terminaría mi mandato en Ecomoda y se vería si seria reelecta o no. 

La noche anterior, Armando había sido muy especifico en decirme que yo ganaría, que solo alguien tan insulso como Daniel Valencia se pondría en mi contra y que, si en todo caso el lograra persuadir a todos, tampoco seria ganador y el único que podría tomar el mando seria el. Si eso sucedería, intentaría hacer que recapaciten y si en todo caso no lo lograba, hacerme vicepresidenta financiera. Le dejaríamos la gerencia libre a Nicolas en Terramoda y asunto solucionado. El no tenía en sus planes soltarme por nada del mundo y eso, de alguna manera, aliviaba mi corazón.
Los recuerdos de aquella conversación que el tuvo con Calderon me rondaba la cabeza pero no iba a dejarme llevar por eso, no cuando mi esposo había sido muy claro en sus intenciones.

Realmente era absurdo.

Mientras colocaba las carpetas en la sala de juntas pensé en como podían cambiar las cosas tan rápido. En un principio, con la llegada de Mario y Marcela a Ecomoda llegue a pensar que se interpondrían en nosotros, y si bien de parte de Calderon no me equivoque, por la parte de doña Marcela fue todo lo contrario: de alguna manera, la noticia del embarazo creo alguna especie de puente extraño entre nosotras. No me molestaba siempre y cuando no dañara mi matrimonio o mi vida laboral.
Armando había sido personalmente quien sacó de nuestras vidas a Mario, lo cual fue una grata sorpresa para mi, yo estaba al tanto de lo mucho que apreciaba a aquel hombre y sin embargo, por mi, lo hizo.

Aun así, las cosas no estaban tan calmas en mi alma. A lo mejor la amenaza del mejor amigo y la ex prometida habían sido dispersadas, pero aun quedaba una amante importante rondando por Bogota que me mantenía turbada. Intentaba calmarme a mi misma diciéndome que solo se trataba del embarazo y nada mas, pero me era difícil.

¿Así se sentiría el si supiera que Michel volviera a Bogota? ¿Sentiría esa desconfianza? ¿Ese miedo?

Tomándome casi por sorpresa, sentí sus fuertes brazos envolviéndome en un tierno y algo sugerente abrazo por la espalda. Sonreí cuando sus manos frotaron mi vientre con cariño, saludando a nuestro bebe también. Tenia que acabar con ese asunto de una vez, eliminarlo de mi cabeza. Solo era miedo a perderlo, nada de eso era real.

- ¿porque no le dijiste a Aura Maria que haga eso por ti, mi amor? -pregunto mientras me volteaba para poder verlo a la cara. Le di un pequeño beso mientras envolvía su cuello con mis brazos-

- quería hacerlo personalmente, no es nada -le sonreí- van a llegar en cualquier momento...tus papas, Daniel...Mario Calderon

El hizo una mueca, claramente incomodo. Libero aire contenido y pude darme cuenta que estaba a punto de decirme algo importante.

- mi amor, tengo algo que confesarte -confeso finalmente con cierta angustia- no quería decírtelo pero...tu sabes que yo a ti no puedo mentirte y menos si se trata de algo que se pueda malinterpretar. No quiero que vuelva a ocurrir como con lo de las llamadas a Calderon

Comencé a sentirme nerviosa, previniendo de alguna manera de que estaba a punto de saber la razón por la cual había estado con nervioso desde ayer.

- ok... -murmure- dime, mi amor -me separe de el para sentarme en una de las sillas ejecutivas, en la cabecera. El se sentó a mi lado, apretando sus manos con nervios-

La tormenta después de la calmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora