La alarma sonó con fuerza avisándonos que ya era hora de levantarnos y que solo nos quedaban dos horas antes de que no lo vuelva a ver en los próximos cuatro días. La lluvia cayendo y sus brazos envolviendo mi vientre me daban el escenario perfecto para una mañana de película.
Algo así como un cuento de hadas.
Me volteé con cuidado para observar al hombre que más amaba en el mundo dormir plácidamente. Su respiración era suave y pausada, y sus expresiones reflejaban tranquilidad. Si hubiera sido por mi, lo hubiera dejado dormir pacíficamente al menos una hora más pero si lo hacía, ya no habría tiempo para un último desayuno juntos. Comencé a dejarle pequeños besos en su rostro para despertarlo. De pronto una pequeña sonrisa comenzó a aparecer en el y aun con los ojos cerrados, me abrazó con fuerza, eliminando cualquier espacio entre los dos.
- mmmh...buen día, picarona
Murmuro con la voz ronca. Mordí mi labio. Tal vez eran las hormonas o el hecho de que no tendría su cuerpo en varios días, pero sentía un gran deseo por el en este momento.
- buenos días, mi amor -susurre dejándole un pequeño beso en sus labios- hay que levantarnos, en dos horas sale tu vuelo
Abrió con lentitud sus ojos para mirarme. Puso un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.
- si, lo sé. Voy a extrañar mucho estas mañanas...aunque solo sean cuatro días
- ¿sabe que, doctor? -el levanto una ceja con sorpresa ante su apodo- yo creo que puedo hacer algo para que no me extrañe tanto esos días...o tal vez resulte extrañandome más, no lo se
Una pícara sonrisa se formó en su cara. Su mano comenzó a acariciar mi espalda con lentitud.
- ¿así? ¿Y como sería eso, doctora? -pregunto con intención-
- déjeme mostrarle -susurre antes de besarlo con lentitud-
El beso fue lento y apasionado, dejándole saber lo mucho que lo deseaba en ese momento. Tomándolo por sorpresa me posicione sobre el, a horcajadas. Sus manos volaron a mis piernas acariciándolas con claras intenciones. Me separé con lentitud atrapando su labio inferior en el acto y estirándolo con lujuria para luego soltarlo.
- lo voy a extrañar demasiado
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Bebí mi te con tranquilidad mientras esperaba que Armando finalmente se sentara junto a mi en la mesa de la cocina. Observe con atención las noticias las cuales anunciaban grandes diluvios para los próximos cinco días. Me preocupe por el viaje de mi esposo hasta que me cerciore que en Argentina se estuviera pronosticado días agradables, me alegre por el. Al parecer seria solo yo quien padecería aquellos días de tormentas.
- ¿que ves, mi amor? -pregunto mi esposo, sentándose junto a mi en la mesa. Negué con la cabeza, bajándole el volumen a la televisión para centrarme en el-
- nada en realidad -le regale una pequeña sonrisa- solo disfrutar de mi marido antes de que tenga que despedirme de el por algunos días
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Volví a besarlo, incapaz de soltarlo. La muchacha volvía a repetir por tercera vez el vuelo que despegaría en unos minutos, pero no quería que se vaya. No sé lo había dicho para no quedar como una esposa intensa, pero tenía un mal presentimiento al respecto. De alguna manera sentía que no debía irse, no con Mario Calderon...ni con nadie. O quizas simplemente eran esos días de tormentas que estaban dándome vueltas en la cabeza, causando cierta inseguridad en mi nueva soledad temporaria.
En ese momento solo deseaba que jamás me hubieran reelecto como presidenta nuevamente, si no hubiera sido así, yo estaría ahora junto a él en ese vuelo, protegiéndolo del doctor Calderon.
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La tormenta después de la calma
FanfictionHabía pasado un año desde que Armando y Beatriz se habían casado y cada día había sido como una luna miel. Si, una luna de miel hasta que el traspaso de la empresa, la junta directiva y los auto exiliados vuelven a sus vidas por una revancha más. ¿S...