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Hoy no es un día como cualquier otro en la vida de Luz y mucho menos en la de Ignacio, a la tarde cada uno va a estar luchando por sus convicciones desde diferentes escenarios, él ya se encuentra en el vestuario junto a sus compañeros, por sus venas corre la adrenalina acumulada , él ha esperado este momento desde fechas pasadas, convertir un gol sería un regalo del cielo, él es muy bueno con la pelota,  además se destaca su velocidad, es elogiado por muchos colegas.

El estadio  repleto, no todos los días se juega con el eterno rival, es difícil de pensarlo pero las personas que se encuentran allí afuera quieren un resultado favorable, ¿lo malo? un equipo tendrá la victoria y ganará tres puntos mientras que él otro deberá conformarse con los hechos.

Si bien el equipo de Ignacio era locatario, de hecho estaban en su estadio, en la sección de palcos algunos son cedidos al equipo visitante, y ahí es donde estaba Luz. Generalmente en los palcos hay directivos, ex-jugadores, familiares y también amigos, este era el caso de Luz, su mejor amigo Gonzalo estaba jugando un partido importante y ella estaba ahí para apoyarlo, además de alentar a su equipo favorito.

—Van a ganar, siempre lo hacen— dijo Luz a los chicos que estaban a su lado, ella no los conocía y ellos no tenían ningún distintivo de un equipo o de otro.

—Si vos lo decis— dijo uno mientras se encogía de hombros.

—¡Dale Gonzalo!—. Exclamó Luz cuando vió que a su amigo estaban por robarle la pelota. Los que estaban a su lado la miraron con desconcierto, de un momento a otro su mejor amigo estaba en el suelo, mientras que el otro jugador, del equipo contrario estaba a su lado hablando con el juez.

—Al parecer no es tan bueno...— dijo uno de los que estaba junto a Luz, ella no le dió importancia.

—¡Tiro libre!— festejó la pelirroja cerrando sus puños y moviéndolos de un lado a otro.

—¡No fue falta!— Respondió el rubio que estaba en el grupo al lado de ella. Luz dió vuelta tan rápido su rostro que de seguro todos pensarían que podría llegar a quebrarse el cuello. .

—¡Fue si!—comentó ella.

—Te estoy diciendo que no, él no hizo nada, el de tu equipo se tiró, no hay falta— explicó el rubio mientras internamente quería que ella dejara de estar allí ¿Cómo es que no se daba cuenta? no había sido falta.

—Así que son del otro equipo— dijo ella rodando los ojos.

—Claro que sí rojita— dijo nuevamente el rubio. Ella solo pudo negar y concentrarse en el partido. Siempre había sido fanática de ese equipo, así como también lo era de su amigo, él era la única persona con la que ella podía hablar de todo, Gonzalo siempre estuvo para ayudarla a levantarse y eso que en la vida ella ha tenido suficiente.

Gonzalo era como su hermano, sus padres eran amigos y además compañeros de trabajo por lo que ellos siempre estuvieron juntos desde una edad muy temprana, la madre de su amigo era algo así como una madrina para ella.

El primer tiempo terminó y en esos quince minutos ella se dedicó a corregir las tareas pendientes del centro en el que daba clases, ella no podía permitirse perder esos quince minutos de tiempo, se movió a una mesa y comenzó a corregir cada una de las tareas. Los chicos la observaron y no daban crédito que la chica que había estado hasta hace unos minutos alentando y comentando el partido, ahora se encontraba rodeada de notas. El entretiempo pasó más rápido que de costumbre.

—Ey Rojita ¿No lo vas a ver?— dijo el que antes le había dado las razones por las que no creía que era tiro libre, ella lo miró extrañado y él volvió a hablar —Ya comenzó— explicó.

Eso bastó para que Luz dejara todo a un lado y volviera a alentar a su mejor amigo, los chicos sonrieron, pero no se estaban burlando, de seguro pensaron que ella era una chica extrañamente responsable con sus actividades.

El número once le pasó la pelota al nueve, nadie supo cómo fue pero en un abrir y cerrar de ojos él número veinticinco había hecho un gol y nada menos que en los descuentos, todos los chicos que estaban allí saltaron de emoción, en cambio ella se quedó en silencio contando internamente hasta cien.

El partido terminó y ella solo quería irse, pero Gonzalo había quedado de llevarla a casa, así que había pedido permiso para retirarse en su propio vehículo, algo que le fue concedido, ella esperó en el palco y para su desgracia los que habían festejado en su cara seguían allí.

—¿No te retiras?— preguntó un hombre de seguridad—ella negó.

—Estoy esperando a alguien— respondió y él hombre asintió.

Los chicos comentaban lo bien que Ignacio había jugado y su definición en el gol lo calificaron como lo mejor del partido, ellos no paraban de hablar, ella solo cerró sus ojos y esperó.

—Entiendo que estés así, no es fácil ver que tu novio juega mal— comentó uno, ella no le dió importancia.

—O tal vez estas seria por eso— añadió otro.

—Sería ideal que me dejaran, estoy cansada y ustedes deben festejar ¿No?— preguntó ella con sarcasmo.

—Esperamos a alguien— respondió el rubio.

El grupo y ella esperaban a alguien, era la espera más incómoda de su vida hasta el momento, Gonzalo estaba demorando, en un momento escuchó su voz que venía hablando con otra persona.

—Ella debe estar acá— escuchó que decía su mejor amigo, la puerta se abrió y ahí estaba él, Gonzalo era una persona alta y obviamente atlética, sus ojos miel derretían a media ciudad pero eso no pasaba con ella.

—¿Nos vamos?— dijo Luz en cuanto lo vió, él asintió y ella tomó sus pertenencias para salir de ese lugar, cuando estaban por salir la puerta se abrió y ahí estaba la persona que esperaban el grupo de energúmenos.

—Buen juego— comentó el recién llegado.

—No alcanzó para ganar—Respondió Gonzalo

—Y no, pero por lo menos te llevaste un tiro libre que no era— comentó el chico que parecía haber corrido una maratón, sus mejillas estaban sonrojadas.

—Lo de la cancha se queda en la cancha— añadió Gonzalo.

El ambiente se volvió tenso, Gonzalo miraba a su rival, Luz al recién llegado y el grupito estaba como si nada, era incómoda la conversación.

—¿Vamos?— preguntó la pelirroja al ver que nadie se movía, su mejor amigo reaccionó y salieron del lugar, pero antes ella vió la sonrisa del otro jugador, no lo entendió, ¿le estaba sonriendo a ella en forma de saludo o solo se quería burlar? Ella se decantó por la segunda y puso su mejor rostro de desagrado.

—¡Tenías que verla!—Exclamó Martín,el rubio.

—¿Eh?— preguntó Ignacio.

—Estuvo todo el partido odiándote y amándolo a él— comentó Matías, el más sensato del grupo. Ignacio se quedó intrigado, está demás decirlo, pero su cabellera lo deslumbró. 

¿Rivales?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora