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Ignacio

—¿Sos Ignacio el jugador de...?—. Preguntó la niña mientras me veía como si yo fuera un extraterrestre y no perteneciera a este mundo, enarqué una ceja y la miré.

—Franchesca, ¿Nos das unos minutos?—. Preguntó Luz a la niña, que sin dudarlo comenzó a jugar con Lara.

Ninguno de los dos dijo nada, yo continuaba en la silla de ruedas mientras ella me miraba tal vez esperando que yo dijera algo, pero no podía decir nada del asombro que tenía, jamás pensé que ella podía estar en mi casa.

—¿Cómo estás?—Me preguntó Luz al cabo de unos minutos.

—Bien, bueno un poco dolorido, pero creo que más sorprendido—comenté sin salir de mi asombro.

—Es que anoche hablé con Milagros y ella tenía que hacer unas cosas y me pidió venir a verte para asegurarse de que estuvieras bien, por lo menos hasta que llegara el preparador físico y...—. Ella no paraba de hablar, tal vez estaba nerviosa, ¿Quién sabe?

—Respira—. Le pedí y ella dejó de hablar. —No me molesta que estés en mi casa, solo que es extraño—. Intenté explicar lo que ocurría sin sonar grosero o que no se entendieran mis palabras.

—Y además vine con mi hermana, ella no podía quedarse sola en casa y además papá no está, por lo que ella me tuvo que acompañar—. Añadió y asentí.

—No me molesta que ella esté, aunque Lara parece amarla— dije con recelo y ella sonrió al ver a su hermana riendo junto con mi mascota.

—¿Desayunas?—. Me preguntó y asentí, mientras ella se fue a la cocina con cuidado fuí al baño, esto sí que era difícil, pararme era casi imposible y no podía pedirle a ella que me ayudara, eso si que no.

—¿Por qué no me dijiste que era él?— escuché la voz de su hermana y también la risa de Luz.

—¿Por qué tendría que decírtelo?— indagó la pelirroja.

—¡Por que es él!— dijo como si esa fuera una explicación suficiente. —¿Viste cómo salió el otro día del campo de juego y así no me dijiste nada?— añadió la pequeña.

—No es algo del otro mundo, no es el único futbolista que conoces, también está Gonza— dijo Luz, y ahí volvió a mencionarlo.

—¡Pero es diferente!—. Respondió su hermanita.

—¿Puedo saber por qué es diferente?— pregunté saliendo del baño mientras ellas estaban en la sala, las dos se dieron vuelta, mientras una me veía con admiración, la mayor solo negaba.

—Por qué sos un muy buen jugador de fútbol— susurró la castaña.

—No es el único Fran—. Añadió Luz y su hermana negó.

—No, pero él tiene algo especial cuando juega—. Franchesca, la hermana de Luz me agradaba.

—Muchas gracias Franchesca—. respondí mientras ella solo me miraba como si yo tuviera algo mal, Luz al notarlo negó y añadió.

—Nunca ha estado tan cerca de los jugadores de Peñarol, digamos que es la primera vez y lo siente irreal—. Explicó Luz, mientras la niña asentía, como si las palabras de su hermana lograran explicar sus emociones.

—Creí que todos en tu familia eran del otro equipo— comenté y ella negó.

—No, digamos que Fran siempre nos acompañó al fútbol, pero ahora ella ha decidido un equipo y ese es el verdinegro l, por lo que tengo que respetarlo—. Se encogió de hombros.

—¿Cuántos años tiene?— me preguntó Franchesca abrazando a Lara, sonreí por como mi mascota permitía los cariños por parte de la niña.

—Unos cuantos—. Respondí. —Luz—. La llamé , ella me miró sin entender. —Me voy a recostar, sé que más tarde va a venir Luis para ver cómo sigo—. Ella asintió.

¿Rivales?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora