12.

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Luz

—¿Qué?—. Gonzalo frenó el auto muy rápido.

—¿Qué haces?—. le grité, él era bastante prudente, pero ahora estaba manejando como un loco.

—¿Me estás diciendo que hace unas semanas cuidaste a Ignacio, el jugador de...?—. preguntó utilizando mis palabras previas.

—Sí querido—. volteé mis ojos.

—¿Cómo le lo dices tan tranquila? —preguntó, aún sin salir de su asombro.

—¿Cómo querés que te lo diga?— pregunté, él me miró y luego se enfocó en el camino.

—¿Por qué lo hiciste?— indagó.

—Por qué Mili me pidió ese favor y además el no es un ogro como lo pintan todos—. Comenté, Gonzalo me miró de reojo —No lo es, además empiezo a creer que la primera vez que lo vi lo juzgué mal—. Añadí.

—Esto es nuevo, ¡Lo estás defendiendo!— exclamó, estaba siendo bastante dramático.

—Gonza, por favor, no es para tanto—. dije pausadamente.

—¿Te gusta?— me preguntó y casi me ahogo mientras bebía agua, él comenzó a reír.

—¿Me estás bromeando?—pregunté mientras él reía y yo me limpiaba el agua que había derramado.

—No, no lo hago. —Levantó su dedo índice. —Fuiste a verlo al partido. —Levantó el dedo mayor. —Lo cuidaste en su apartamento. —Levantó el dedo anular. —Lo defiendes. —levantó el dedo meñique. —Incluso estoy seguro de que hablas con él a menudo.

En cuanto él terminó de enumerar los motivos por el cual había preguntado que tal vez me gustaba Ignacio, tenía razón en algo, era extraño que yo actuara con alguien así. La única persona con la que hacía todo eso era Gonzalo. Me ha tocado cuidarlo, defenderlo de todos y muchas cosas más. Ahora estaba actuando de una forma muy particular y eso me debía hacer pensar.

—No es para tanto—. Comenté.

—Tal vez aún no te diste cuenta querida hermanita—. dijo con un tono gracioso. Si, Gonzalo me decía hermana supongo que todas las personas que me critican y creen que estoy con él de una forma romántica jamás han escuchado como él me llama.

Digamos que llevamos una vida conociéndonos, y además no hay sentimientos románticos ni nada de eso, es mi mejor amigo y sé que es mutuo, él sabe todo de mi y yo de él, nos cuidamos y también peleamos.

—¿Vas a entrenar?—. pregunté viendo el camino.

—No, hoy tengo la tarde libre, asi que pensé en que podríamos ir a la Rambla a tomar un helado—. dijo encogiéndose de hombros y asentí.

—Me gusta la idea—. sonreí.

—¿Sabes?—. Lo miré. —Dejando las bromas a un lado, no está mal sentirse atraída por alguien, al contrario me alegra que así sea—. Sonrió, pero está vez no había ningún rastro de burla o algo así.

—Gracias por alegrarte, hermanito—. dije confundida.

—Entonces ¿Lo aceptas? —preguntó y negué.

—No, no me gusta, tal vez puede convertirse en un gran amigo, ustedes deberían empezar a salir juntos, apuesto a que se llevarían muy bien—. Respondí.

—¿Él y yo?— hizo una mueca. —Estoy seguro de que no tenemos nada en común—. Añadió. —Bueno, vos sos nuestro punto en común—. completó.

Hace mucho tiempo que no pasaba tanto tiempo con Gonzalo, siempre compartíamos, de hecho yo iba mucho a su casa y él a la mía pero dependiendo de los horarios, entre concentración, partidos, viajes, digamos que mucho tiempo no tenía.

¿Rivales?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora