una vez de vuelta en el hotel, las cuatro fuimos rápido hacia la habitación, ya que a cierta tanga floja se le ocurrió poner habitación para la previa.
—¡te voy a matar! no quiero que entre la conchuda de aylen acá.— la reté.
—¡perdón! pero en serio quiero acercarme a Enzo.— habló mientras hacía la cama.
yo volvía a guardar mis cosas en mi neceser y metí todo en el placar.
— está bien, ya está. Hay que respirar hondo.— acotó Ari. — más te vale cojertelo Micaela, voy a soportar a las víboras esas solo por vos.
Mica asintió.— Tranquila amiga.
Maca terminó de acomodar el baño y salió suspirando.
—¡chicas! a cenar.— pato hizo sonar su silbato una y otra vez.
todos respetamos los mismos lugares de ayer, así que me volví a sentar al lado de Mauro.
éste hizo caso omiso ante mi presencia, normalmente dice cualquier boludez que se le pase por la cabeza, pero esta vez, no hizo nada.
—¡un aplauso para mi hija que está aprovechando muy bien su viaje!— exclamó Marcos, haciendo aplaudir a todos los de la mesa. — que orgulloso estoy de vos, Mara.— se secó una falsa lágrima.
—cállate queres.— le contesté.
— ¿por qué? si es verdad, por fin dejaste de ser una arrastrada con Maurito y ahora estás atrás de ignacio.— aplaudió.— muy bien.
—¿y que tiene? aahh ya sé, querías a Mauro para vos. No te pongas celoso.— me defendió Ignacio.
Mauro se quedó callado, mirando fijamente a Marcos, quien se reía a carcajadas.
— y vos no podes hablar mucho de arrastrado.— agregó Mica, mirando a Marcos— ¿querés que te recuerde?
el petiso dejó de reírse.
que grande. cuando estábamos en tercer año Marcos gustaba de Mica, le mandaba flores, y le regalaba cartas, hasta que llegó un momento que ya no fue romántico, sino un acosador. La mamá de Mica tuvo que hablar con la directora y pedirle que pare.
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hoy la temática del boliche era Argentina, y con los chicos tuvimos un cambio de planes.
no nos íbamos a poner una camiseta, nos íbamos a vestir los ocho de gauchos, no era muy original, pero estaba buena la idea.
me hice dos trenzas cocidas, bah, Maca me hizo dos trenzas cocidas, y comencé a cambiarme, teníamos que estar antes de que lleguen los chicos a la habitación.
seguramente no llegue, ya que me tenía que maquillar.
mi outfit consistía en una bombacha de gaucho, me compré un talle menos así me lo ponía tiro bajo y ajustado, me pasé un cinturón marrón de cuero y en la parte de arriba tenía una camisa blanca, atada a la cintura y los botones desabrochados, dejando ver mi corpiño color celeste.
