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después de hacerme mi rutina de skincare, me sequé el pelo, eran las once de la noche, y a mi todavía me faltaba maquillarme y cambiarme.

gracias a dios había separado mis outfits en bolsas, así que no tenía que decidir sobre la marcha.

—si quieren vayan.— les avise a las chicas, que se encontraban esperándome.

—¿estás segura?— preguntó Ari.

—Si, total ya sé dónde queda la habitación.— agarré mi corrector de ojeras.

—Bueno, pero igual no tardes.— Mica me dejó la llave de la habitación.— no la pierdas.

asentí.

ya eran cerca de las doce, me encontraba poniéndole los cordones a mis borcegos negros, mi outfit consistía en una mini blanca, con un corset negro, que dejaban mis caderas al descubierto y mangas del mismo color

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ya eran cerca de las doce, me encontraba poniéndole los cordones a mis borcegos negros, mi outfit consistía en una mini blanca, con un corset negro, que dejaban mis caderas al descubierto y mangas del mismo color.

dejé de ponerles los cordones al acordarme que no me había puesto mi cadenita.

escuché que tocaban la puerta, seguramente era alguna de las chicas que venían a apurarme.

—pasá.— alcé la voz.

volví a agarrar los borcegos y los cordones y vi la puerta abrirse.

—el gil dijo que a la una viene el micro a llevárnos.— Mauro apareció.— aahh bueeno.

rodé los ojos.

— ya casi estoy.— avisé.— ¡ay! los aritos.

volví a dejar los borcegos y me acerqué a la mesita de luz.

—que desesperante, Mara.— Mauro agarró agarró los cordones y me ayudó.

— bueno, me pone ansiosa todo esto.— me miré al espejo de cuerpo completo que se encontraba en una de las puertas del placar.

—¿ansiosa por qué?— preguntó.

— no sé, quiero pasarla bien. ¿estoy bien así?— lo miré a través del espejo.

el me recorrió con la mirada, me miró también por el vidrio.

asintió. — estás re linda.

sonreí y agarré los borcegos.— gracias por ponerle los cordones.

— ibas a tardar mil años sino.

—¿vamos?— agarré mi celular, que ya tenía mi documento en la funda.

— la llave.— me recordó.

—ay, cierto.— la agarré.— ahora si, vamos.

—¿no te vas a morir de frío?— me volvió a mirar de arriba abajo, mientras caminábamos hacia el ascensor.

tenía razón, el vestía con unos jeans negros, y un buzo blanco. Mi vestimenta tenía muchísima menos tela que la de él.

— el frío es psicológico cuando te haces la linda.— apreté el botón número seis.

—¿te haces la linda?

asentí.

—¿para quien?

— ¿no es obvio?— me miró.

MAURO.

para el gil de ecko.

me encogí de hombros.

— no estoy pendiente de tu vida, Mara.

ella me miró confundida.

el transcurso del ascensor hasta la habitación fue silencioso, al llegar todos miraron a Mara, sintiéndome totalmente invisible, y algo enojado.

—Aahh bueno, ¡valió la pena esperarte!— exclamó ignacio, mirándola de la misma manera que la miré yo en la habitación.

me senté al lado de Alejo y éste me pasó un vaso con fernet.

— te dije que activaras.— me codeó. — ahora te ganaron.

Miré hacia donde estaba la morocha, ella le aceptaba la botella de smirnoff de manzana, no necesitó vaso, tomó un largo trago directo de la botella.

—¡mara!— la retó Ari, que se encontraba encima de las piernas de monzón.

—Amiga, llegué tarde, necesito ponerme a la par de ustedes. — se defendió.

la puerta se volvió a abrir, dejándonos ver a Aylen y a Iara.

las cuatro chicas presentes se quedaron calladas, ante la presencia de sus archienemigas.

— uuhh, que bueno se va a poner esto.— Marcos me sacudió el brazo.

falsa alarma, no hubo bardo

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falsa alarma, no hubo bardo. Las chicas prefirieron ignorarlas y poner música, Iara y Aylen se encontraba sentadas de en una de las camas, hablando con un tal Thomas, amigo de Tiago.

Tiago me caía mejor que los otros tres.

la música se paró, dejando que las palabras de Aylen se escuchasen por toda la habitación.

—no sé cómo se pudo poner eso.— todos los presentes nos hicimos los boludos.

En cambio Ariana la miró, y le mantuvo la mirada hasta que Iara se puso en frente de ella, dándole la espalda.

—perdón, me mando mensaje mi mamá, me desconecto un toque. — avisó Mara.

—que linda que es tu mamá.— opinó Marcos.— en el futuro me vas a decir Papá, eh, estas avisada.

—¿por qué no te preocupas en terminar del colegio, jubilado?— Mara lo miró mal.

— Más respeto con Laura, eh.— hablé.

—¿quien es Laura?— preguntó Maca.

—La mamá de Mara. — obvié.

—Mi mamá se llama Mariana. — puso ambas manos sobre sus caderas.

— Laura se llama la mamá de Aylen.— rió Marcos.

siempre le dije Laura. Que vergüenza.

❝woman.❞ dukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora