Capítulo 06.

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Estudiar y comer

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Estudiar y comer.

Me la había pasado las últimas semanas encerrada en la biblioteca, intercalando mi tiempo entre estudiar y comer Cheetos de queso hasta que desaparecían mis dedos y mis ganas de pegarme contra la pared al recordar a Mina.

A parte de eso, también empecé a quedarme los Martes después de clases a tocar el violín un rato, ya saben... Para matar mi tristeza con notas musicales inspiradas en la misma chica que me partió el corazón sin haberlo deseado.

—¡Dahyun!

Mi vista cayó directamente en busca de aquella voz y una pequeña sonrisa se trazó en mis labios al ver como mi compañero de clase; Jeongin, se acercaba hacia mí con una caja de pizza entre las manos.

—¡Jeongin! — Mi cejas se alzaron en sorpresa y me levanté para acercarme a recibirlo con un pequeño abrazo. —¡Hey!, ¿qué haces aquí?

El chico alzó la caja en sus manos y sonrió tenuemente en mi dirección antes de encoger los hombros. —Jisung está preocupado por ti y me mandó a alimentarte... Iba a venir él mismo pero le surgió un inconveniente

Jisung. Aquél chico de cuerpo perfecto que tenía como pareja a la mejor chica que pudo haber creado el mundo. Un muy buen amigo y gran consejero, pero también un claro recordatorio físico de como Mina me rechazó por quererlo a él. Y no es que ahora lo deteste, pero aún así dolía recordar, y dolía aún más recordar con solo verlo.

—Oh... — Dije algo perdida, por no mencionar que no sabía que más podría decir en ese momento. —Gracias por el detalle, pero no puedo comer algo así aquí dentro

—¿Por qué no? — Se cuestionó el chico delante mío. —Sé que comes Cheetos mientras estudias, no veo problema con una pizza

—¡Cállate bobo! — Chillé en un pequeño susurro, mirando con cautela por si la bibliotecaria se encontraba cerca. —Ha sido muy difícil poder comer aquí dentro sin que se den cuenta... De hecho no entiendo como entraste tan fácil con una pizza

—El dinero mueve montañas — Fue lo único que dijo mientras sonreía con un semblante de triunfo.

—Ajá, como tu digas — Rodé los ojos entretenido y me giré nuevamente a donde me había encontrado estudiando las últimas semanas.

Todos los libros que había leído formaban pequeñas pilas por la mesa junto a varias hojas con apuntes y trabajos a medio completar.

Me acerqué a intentar ordenar un poco y luego comencé a separar los libros por orden para poder devolverlos a su lugar nuevamente. Jeongin solo me miraba desde su lugar sin decir nada, haciendo unas cuantas muecas de asombro cada vez que me veía tomar una nueva hoja con apuntes.

—Vaya... Parece que llevas mucho tiempo aquí

—Eh... Sí, unas cuantas semanas — Respondí de hombros hundidos mientras terminaba de ordenar la mesa.

Jeongin arrugó el ceño y negó con la cabeza, permaneciendo en silencio otro par de minutos antes de tomarme del brazo y llevarme con él fuera de la biblioteca. No opuse la más mínima resistencia ante sus actos, pues de una u otra forma ya necesitaba algo de aire fresco y de verdad quería probar aquella pizza que había llevado.

—Y... ¿Cómo está Hyunjin? — Pregunté en un tono de voz apagado, hablar de chicos no era algo muy agradable para mi en esos momentos pero me sentía en la necesidad de entablar una conversación, sin importar el tema.

—Guapo, como siempre... — Contestó Jeongin con una sonrisa pequeña. —Ya sabes, por algo es mi novio.

Asentí levemente sin más palabras por decir y sólo me dejé guiar hasta que por fin nos detuvimos en una banca del parque más cercano a la biblioteca. Una vez ahí, Jeongin se sentó conmigo a su lado y abrió la caja de pizza para que ambos pudiésemos disfrutarla en tranquilidad.

—Y... ¿Cómo va todo? — Preguntó él de repente, mirándome con atención mientras seguía masticando.

—Pues... Bien, supongo. — Moví la cabeza de lado a lado con desinterés y continué comiendo, tratando de evitar su mirada lo más disimuladamente posible.

—Vamos Dahyun, sé que algo te pasa — Soltó en queja, dándome un pequeño empujón amistoso. —Puede que no sea Mina pero te conozco lo suficiente para saber cuando algo sucede, así que no intentes engañarme

Jeongin era algo así como mi segundo mejor amigo. Lo conocí una tarde de práctica con el violín mientras él ensayaba una canción que después utilizaría para ganar un concurso de canto. Recuerdo que desde siempre contó con un gran carisma y una sonrisa enorme trazada en su rostro que no se borraba con absolutamente nada. Su positivismo ante todo era su mejor cualidad y acompañada con eso, su sentido de ayuda con las personas que lo rodeaban era impresionante.

Supongo que esas eran las razones por las que su presencia me resultaba tan agradable y acogedora.

Solté un gran suspiro mientras admiraba mi rebanada de pizza como si fuese la cosa más interesante del mundo, luego alcé la mirada y sonreí de medio lado.

—Estoy algo triste desde hace varias semanas... — Me confesé, Jeongin casi inmediatamente dejó todo de lado y centro su atención en mi, haciéndome sentir importante de una forma bastante amigable —Estos días estoy algo mejor gracias a unas notas raras que me han estado dejando, pero...

—¿Notas? — Se preguntó con una mueca confundida, interrumpiendo mi pequeño discurso. —¿A qué te refieres con notas?

—Pues... Notas notas, de esas que son de papel y se escriben con una pluma o lápiz. — Le expliqué como si fuese la cosa más obvia del mundo, luego recordé que aún llevaba la nota de ese martes en el bolsillo y rápidamente la saqué para mostrársela. —Me he estado quedando los Martes después de clases a tocar el violín y he estado encontrando notas pegadas en la puerta cuando llego

Jeongin tomó el objeto y lo desdobló, pasando su vista rápidamente a través de la caligrafía casi perfecta en aquél papel.

—Querido o querida violinista... — Empezó a leer con voz de poeta —Me gustaría decirte muy sinceramente que tienes un talento único para el violín que no había escuchado en ninguna otra parte, sigue así y ten por seguro que llegarás bastante lejos... —Me miró por el rabillo del hombro y luego volvió a doblar la nota —Vaya... — Se mofó en asombro, aún con la nota entre sus manos. —¿Y quién es?

—Créeme que si lo supiera, no te lo estaría mostrando... — Encogí los hombros un poco avergonzado y él soltó una risa divertida por mi comentario, regresando la nota a mis manos. —Esa nota es lo que mejoró mi humor esta semana

Jeongin sonrió con un sentimiento extraño que no fui capaz de descifrar en ese momento y luego apretó mi hombro con suavidad. —Pues si esa nota hizo mejorar tu humor, espero que no sea la última que encuentres

Una sonrisa sincera se apoderó de mi gesto y después de unos cuantos minutos más de charla en aquella banca, decidí que era momento de regresar a mi cueva, así que le agradecí por la pizza y volví a la biblioteca.

Una sonrisa sincera se apoderó de mi gesto y después de unos cuantos minutos más de charla en aquella banca, decidí que era momento de regresar a mi cueva, así que le agradecí por la pizza y volví a la biblioteca

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Amor entre cuerdas Ꞝ DahmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora