Capítulo 11.

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Era Sábado por la mañana y me sentía

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Era Sábado por la mañana y me sentía... Extrañamente ansioso.

Desperté gracias a una llamada telefónica de Mina dándome los buenos días e invitándome a desayunar en un café cercano a mi casa. Hace un mes esta noticia pudo haber sido motivo suficiente para provocarme un paro cardíaco, pero de forma muy curiosa, esta vez me emocioné más por la comida que por su presencia.

Me incorporé de la cama con toda la pereza del mundo, rasque mi nuca a mitad de una mueca adormilada y luego solté un bostezo antes de empezar a caminar hacia la cocina vestido únicamente con ropa de casa y calcetines.

A pesar de que Mina me había invitado a desayunar, decidí comer algo ligero en casa para no gastar tanto dinero en comida tomando en cuenta que siempre he comido bastante, así que me preparé un poco de comida y luego me fui a bañar.

─Aigoo... Olvidé la toalla, de nuevo. — Me quejé en voz alta con el fin de sentirme un poco más acompañada en la pequeña casa desgastada y vieja donde vivía.

Salí desnuda de la ducha hasta mi habitación, una vez ahí tomé una toalla del ropero donde guardaba absolutamente toda mi ropa, zapatos y demás para luego envolverla en el pecho y caminar hacia el espejo de cuerpo completo que tenía recargado contra la pared al lado de la puerta. Ahí tenía pegadas todas las notas de mi admirador secreto. Desde la primera en una servilleta hasta las más recientes en post-it anaranjadas, era como un constante recordatorio de que allá afuera, existía una persona que valoraba mi trabajo en el violín y que apreciaba esa música tanto como yo solía hacerlo cuando papá tocaba para mi.

No sé porqué será, pero siempre que veía ese espejo con los bordes llenos de notas lindas dirigidas hacia mí, una pequeña chispa emocionada y ansiosa se encendía en un pequeño espacio dentro de mi corazón destrozado.

"Jamás dejes de tocar, por favor."

"Tu música me inspira a ser mejor persona, eres lo máximo"

"Siempre que te escucho tocando el violín, es como si mis oídos tuviesen un orgasmo"

"Amo como haces magia con el violín"

"Amo cada nota que tocas, amo todo lo que tocas"

"Te has convertido en mi razón para venir a clases los Martes"

Y la lista seguía y seguía un poco más hasta lograr cubrir el borde derecho del espejo y una pequeña parte del borde superior, como si fueran alguna clase de marco personalizado de edición limitada que sólo yo podía completar.

Un pequeño sonido constante interrumpió mi pequeña fantasía y giré sobre mis talones para lanzarme a la cama, con el cuerpo y cabello aún mojados. Tomé el celular de la almohada y lo llevé directamente a mi oído sin siquiera ver el número.

─¿Aló?

─¡Dahyun!

Arrugué el ceño en queja ante el pequeño grito de Jeongin y alejé un poco el aparato de mi oído, previniendo otro posible chillido. ─Hola Jeongin, ¿qué pasa?

─¡Ya sé quién es la que te deja las notas!

Ni siquiera tenía comida en la boca, así que no sé cómo fue posible pero me atraganté en ese momento ante sus palabras y activé el altavoz mientras me incorporaba intentando recuperar el aliento.

─No te ahogues, tengo al posible amor de tu vida anotado en mi libreta de geometría ahora mismo, no es momento para que mueras

─¡Oh, ya cállate Jeongin!

Pero lo que él no sabía, es que en realidad ese era el perfecto momento para mi muerte interna.

Pero lo que él no sabía, es que en realidad ese era el perfecto momento para mi muerte interna

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Amor entre cuerdas Ꞝ DahmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora