Capítulo 26.

350 53 7
                                    

A veces es extraño la manera en la que te enteras de ciertas cosas, y muchas de esas veces resulta algo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

A veces es extraño la manera en la que te enteras de ciertas cosas, y muchas de esas veces resulta algo... Decepcionante. Te creas expectativas tan elevadas que es casi imposible llegar a ellas y cuando descubres la verdad... Bueno, es ahí cuando caes en cuenta de que tus expectativas eran demasiado altas.

—No puedo creer que de verdad estés haciendo lo que estás haciendo, Dahyun.

El tono de reproche en la voz de Jeongin a través de la bocina en mi teléfono se escuchaba un poco entrecortada, pero tomando en cuenta lo mucho que llevaba con el mismo aparato, no podía juzgarlo.

—Oye, no es algo que esté haciendo por gusto —Alegué inmediatamente ante sus reclamos y solté una pequeña maldición al terminar con una línea sangrante en mi dedo índice a causa del mal uso que le estaba haciendo al cuchillo —Demonios... Soy pésima cortando vegetales.

—Tampoco dije que lo hicieras por gusto —Murmuró y casi me lo pude imaginar rodando los ojos —Y si bueno, todo depende del tipo de vegetal. ¿Qué estás cortando?

—Eh... Pepinos —Tomé una servilleta y la envolví en mi dedo mientras hacía pequeñas muecas adoloridas.

—Esos son frutas, idiota

—¿Qué? —Ladee la cabeza algo confundida, pues toda mi vida había considerado que los pepinos formaban parte del mismo grupo que las zanahorias —No me quieras engañar. Los pepinos obviamente son vegetales.

—Te digo que son frutas —Insistió —Pero eso lo podemos discutir después. Continuando con mis reproches de amigo angustiado, ¿No te preocupa que pueda pasar algo?

Encogí los hombros inconscientemente mientras tomaba asiento en la mesa y me llevaba el teléfono al oído, desactivando el altavoz. —¿Algo como qué? —Reproché —Jeongin tenías razón. Momo fue la que me estuvo dejando las notas en la puerta y obviamente todo se trataba de una estúpida gran broma, después de todo ella siempre fue así conmigo. Y el hecho de que se disculpó mil veces, fingió no saber nada al respecto y nos besamos no tiene ningún significado. Ni siquiera que haya llorado a mares después de eso y que necesitara la ayuda de Tzuyu para no quedarme tirada en la calle significan algo... Hablo muy en serio, no significa nada, nada

La línea quedó en un rotundo silencio por un par de minutos hasta que Jeongin soltó una pequeña risita irónica, haciéndome fruncir el ceño.

—Quizá nada de eso signifique algo, pero el hecho de que hayas contado toda la historia sin necesidad de preguntarla y que al final hayas recalcado un "nada". Eso que podría significar algo

Rodé los ojos. —No sabes de lo que hablas. De hecho, ¿sabes algo? empiezo a sentirme atraída por alguien —Simplemente me rehusaba a aceptarlo, me rehusaba a la idea de mí siendo herida tan gravemente por Momo otra vez. Además, mi confesión no estaba del todo incierta, pues si que comenzaba a sentirme atraída por alguien. —¿Cómo te quedó el ojo?

—Rojo por tus mentiras

No pude evitar reírme ante su especial sentido del humor.

—Hablo en serio, por fin superé a Mina mpletamente y estoy... Intentando avanzar —A pesar de que mi tono se escuchaba un poco indeciso, me sentía muy segura y orgullosa de lo que había dicho. —Ya puedo verla besarse con Jisung sin que se me revuelvan las entrañas.

—¡Oye, ese es un gran paso! —Me felicitó Jeongin con un tono alegre —Por cierto, el otro día me dijiste que se había ido de viaje a Busán, ¿ya regresó?

—Gracias por reconocerlo. Y sí, volvió hace poco y ya te lo puedes topar de nuevo en la escuela cuando quieras, ayer Tzuyu y yo la encontramos y se veía de maravilla. Le fue bastante bien en su viaje.

—Eso es bueno, necesito ponerla al día con tu situación sentimental para que componga todo el desorden que hice.

Y volví a reír mientras me levantaba de mi silla y activaba nuevamente el altavoz, dispuesta a reanudar mi tarea de cortar pepinos para comerlos con un poco de sal y limón. —Oye, no desordenaste nada... —Lo reconforté —Hiciste lo que creíste correcto, al fin y al cabo algún día me iba a enterar, tú sólo... Adelantaste el proceso

—Cómo digas. De todas formas por mi culpa tu princesa enmascarada se convirtió en el monstruo que siempre intentaste evitar. Transformé tus lindas notas de aliento en bofetadas de guante blanco, siempre me sentiré mal por eso...

Ahí me quedé sin palabras. De verdad que quería seguir reconfortándolo hasta convencerlo de que nada había sido por su culpa, sin embargo aquellas palabras habían hecho una especie de click en un pequeño hueco de mi pecho haciéndome darme cuenta de muchas cosas... Verán, hasta ese momento las notas seguían pegadas en mi espejo y todavía las leía todos los días en la mañana justo después de levantarme, había decidido conservarlas como un buen recuerdo de cuando mi admiradora secreta parecía ser una maravillosa persona con corazón de oro que no lastimaría ni a una inocente mosca, pero ahora que Jeongin las había descrito de esa manera me iba a ser imposible sacar esa idea de mi cabeza.

—...¿Dahyun, sigues ahí?

—Oh, sí —Parpadeé un par de veces más para regresar a mi pequeña y triste realidad y seguí cortando el pepino hasta que terminé —Mira, sé que jamás podré sacarte esa idea de la cabeza por lo terco que estás a sujetarte de ella, pero de todas formas lo volveré a decir... El hecho de que mi vida amorosa nunca resulte, no es culpa tuya. Tú jamás planeaste que mi admiradora secreta fuera Momo y sé que si hubieras podido evitar que todo esto pasara desde el principio, lo habrías hecho. Relájate, ¿de acuerdo?

Un largo suspiro agotado salió de sus labios, resonando en la bocina de mi teléfono.

—De acuerdo —Murmuró. —Igual le diré a Mina para que se ponga al día

—En realidad no será necesario —Comenté al mismo tiempo que vertía mis rebanadas de pepino en un plato y les esparcía un poco de jugo de limón y sal. —Iré a su departamento esta noche, tengo que explicarle porqué hay veinte llamadas perdidas en el buzón de su teléfono del día en el que... Ya sabes —Balbuceé débilmente, metiendo un trozo de la verdura a mi boca y masticándolo —Me emborraché —Terminé la frase en un susurro apagado.

—Oh, había olvidado eso por completo. ¿Dónde dices que amaneciste?

—En el patio de mi casa, sucia y oliendo a perro muerto

Jeongin rió. —Que asco

Le había mentido respecto a ese día, pues sabía que Momo no le hablaba y si yo no se lo decía, no habría manera alguna para que pudiese enterarse de que amanecí en casa de la pelinegra y con una de sus pijamas. Me ahorré muchas explicaciones y teorías locas que sinceramente, hasta yo mismo había comenzado a deducir en mis pequeños tiempos de aburrimiento porque sin duda alguna, ese fue uno de los días más raros de mi vida.

—Entonces, te dejo. Suerte con Mina.

—Por supuesto, suerte contigo también —Le dije mientras tomaba mi plato de pepino y me encaminaba a mi cuarto —Cuídate y saluda a tu novio de mi parte.

—Claro.

Y finalizamos la llamada.

Amor entre cuerdas Ꞝ DahmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora