Entrenando con Suguru Geto

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En un claro en las montañas, cerca del templo de Suguru Geto, se encontraba el líder de esta secta, liberando maldiciones contra la joven protegida de Satoru Gojo quien, con su técnica de sombras activa y el uso de su espada, le hacia frente a las maldiciones que él le lanzaba como olas, chocando contra ella una y otra vez.

—El mundo de los hechiceros no es amable, Himari, es matar o morir, no puedes dudar, incluso por un segundo—habla cuando la chica sale volando por quinta vez y se desploma en el piso, su frente sangraba, sus manos también por la fuerza con la que agarraba la espada.

El agotamiento de su cuerpo era extremo, sus piernas se sentían de gelatina, sus brazos ardían de tanto blandir la katana, su respiración era irregular por el esfuerzo físico al que era sometida y la altura de la montaña no hacia sus respiraciones más fáciles.

—Las maldiciones son creadas por los no hechiceros, por cada hechicero hay más de un millón de no hechiceros que tratarán de matarte y debes estar lista para eso—y Geto libera a cientos de maldiciones pequeñas que parecen un enjambre y van contra Himari.

La chica se ve sucumbida y superada por el poder de tantas maldiciones, respira profundamente, indispuesta a dejarse vencer, por lo que respiro profundo en medio de tanto caos, sus ojos se volvieron un poco más oscuros y las sombras comenzaron a emanar de su ser.

Un shikigami de dragón, majestuoso y feroz, emergió, rugiendo hacia el cielo, con un aleteo de sus alas, desencadenó un poder que desintegró todas las maldiciones que la atacaban, el polvo se asentó y Himari, exhausta, se desplomó en la hierba, las sombras alrededor de ella se desvanecieron, dejando atrás a una chica cansada, pero más fuerte por la experiencia.

Geto, con una mirada de sorpresa y una sonrisa serena, se sienta a su lado.

—Impresionante, estás lista para lo que sigue, es hora de que aprendas sobre la extensión de dominio—la chica suelta un suspiro—ve a casa, cura tus heridas y descansa—se pone de pie y empieza a caminar de regreso al templo.

La chica se pone de pie con dificultad, poco más de cuatro meses habían pasado desde que había conocido a Geto y entrenando con él, sus entrenamientos eran brutales, mucho peores que los de Satoru quien, aunque también era exigente, Suguru no tenía piedad cuando la veía agotada, de hecho, cuando más cansada la veía, más fuerte eran sus ataques contra ella.

Himari llegó a casa con el pantalón destrozado de las rodillas, la playera llena de sangre de su frente y sus manos, apenas abrió la puerta, se desplomó en el sillón sin la capacidad física de poder moverse, su hermano, se acerca a ella observándola preocupado, lleva el botiquín de primeros auxilios.

—Los últimos meses siempre llegas herida, ¿En que te estas metiendo? Se que no es de la escuela, porque Satoru no te dejaría venir así—murmura mientras empieza a sanar las heridas de sus manos con alcohol y algunas vendas.

—Estoy haciéndome más fuerte para protegerte y a Tsumiki—responde con voz suave y Megumi aprieta la venda de su palma—¡Oye!

—¿Cómo piensas hacer eso cuando apenas y puedes moverte? —estaba molesto, pocas veces se enojaba con su hermana, pero ahora, no podía seguir viéndola regresar tan herida y sin conocer el motivo—Himari ¿En qué te estas involucrando?

—Megumi—murmura la chica haciendo un esfuerzo sobre humano para enderezarse un poco—no molestes—le da un pequeño golpe con sus dedos en su frente y el chico se queja mientras la vuelve a recostar con el sillón y vuelve a curar sus heridas—estaré bien, solo estoy cansada—empieza a cerrar los ojos hasta quedarse profundamente dormida.

Y en ese momento, Megumi salió de la casa, lo que iba a hacer tal vez se podía considerar traición en el código de hermanos gemelos, pero, Himari no había estado bien, no había ido a la escuela en esos meses, llegaba tarde y siempre muy lastimada, debía saber que le pasaba en la escuela de hechicería para tenerla así.

BREAK ME| Sukuna (Itadori)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora