Mahito conoce a Himari

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La luz del amanecer empezaba a filtrarse a través de las cortinas cuando Nanami se despertó, sintiéndose tan refrescado como una lechuga en un día de primavera. Se estiró y, notando el silencio, supuso que los jóvenes aún estaban en los brazos de Morfeo.

Pensó en hacer un poco de té primero, pero la curiosidad lo llevó a la habitación de Itadori. Al abrir la puerta, encontró... nada. La cama estaba vacía y las sábanas desordenadas. Frunciendo el ceño, se dirigió a la cocina, esperando encontrar a Itadori preparando el desayuno o al menos un vaso de agua. Pero, nada.

Una vena empezó a latir en su frente. ¿Habría salido? ¿Quizás había ido a correr? Con el corazón en la mano, se dirigió lentamente a la habitación de Himari, rezando internamente por no encontrar lo que temía.

Al empujar la puerta, el panorama que le recibió lo dejó paralizado: ambos adolescentes, enredados en una maraña de sábanas y piernas, dormidos plácidamente, como si fueran los protagonistas de un cuento de hadas.

Una especie de aura sombría envolvió a Nanami. ¡Esto era precisamente lo que Satoru le había advertido que evitara! Podía escuchar en su mente la risa burlona de Gojo y la frase "Ni a una pulga puedes cuidar" repitiéndose una y otra vez.

Se acercó, listo para sacudir a ambos de su sueño... pero, al ver sus rostros relajados y la expresión de paz en ellos, sintió una extraña sensación en el pecho. ¿Era esto... ternura? ¿Debilidad?

—¡Oh, maldición! —murmuró.

Retirándose de la habitación, decidió que la mejor estrategia sería hacer todo el ruido posible en la cocina. Comenzó a golpear cacerolas, a encender la licuadora sin nada dentro y a canturrear una canción extrañamente estridente.

—¡Odio ser la niñera! —masculló mientras preparaba el desayuno, pero en el fondo, no podía evitar una sonrisa resignada. ¡Qué mañana!

Era más sencillo cuidar el dinero de los ricos que cuidar de Himari, pero la chica era solo una niña a fin de cuentas y debía hacer cosas de su edad.

Los primeros rayos del sol matutino comenzaban a filtrarse a través de las cortinas, acariciando suavemente el rostro de Itadori, quien parpadeó un par de veces antes de abrir sus ojos por completo. Al principio, estaba algo desorientado, pero un calor en su costado y un suave resplandor lo llevaron a girar su cabeza.

Allí, con el pelo desordenado cayendo en cascada sobre su frente, estaba Himari, abrazándolo suavemente mientras dormía. El corazón de Itadori comenzó a acelerarse, y un sonrojo tímido y tierno tiñó sus mejillas. Ella lucía tan serena, su respiración era rítmica y tranquilizante.

Por un momento, Itadori se perdió en una serie de fantasías. Imaginó días donde ambos caminaban juntos, mano a mano, por senderos cubiertos de flores. Veía a Himari hablando apasionadamente de sus investigaciones, sus ojos brillando con esa chispa característica cuando algo realmente la emocionaba. Se imaginó entrenando con ella, sintiendo la adrenalina mientras competían de forma amistosa, y luego riendo juntos por alguna torpeza. Y quizá, solo quizá, también imaginó la suavidad de sus labios...

Un pequeño movimiento lo sacó de sus ensoñaciones. Himari parpadeó lentamente, sus ojos todavía empañados por el sueño, encontrándose de inmediato con la mirada fija y sonrojada de Itadori. Una sonrisa se dibujó en sus labios, y con una voz ronca pero dulce, murmuró un suave "Buenos días".

Desde la distancia, el estruendo de cacerolas y el murmullo de Nanami haciendo el desayuno se filtró en la habitación. Himari soltó una risa suave, una que sonó como campanillas al viento, dándose cuenta del intento de su maestro de despertarlos.

BREAK ME| Sukuna (Itadori)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora