La existencia del vientre maldito

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Suprimir al fuerte, destruir lo desconocido, lo que no esta de nuestro lado, está en nuestra contra, el mundo te odiara por lo que eres, de hecho, ya lo hacen, en este mundo, Himari, lo único que tienes eres tú, al final, morirás sola, nadie sostendrá tu mano en tus últimos latidos.

Nadie estará ahí para ti.

El mundo de los hechiceros es solitario, mientras más escalas en la montaña de los fuertes, más vacío es el sendero, mas manchadas están tus manos.

Y todo se lo debes a esos monos que proteges con tanto empeño, a los bastardos que quieren poder y harán lo que sea por conseguirlo.

—¿Estas escuchando, Himari? —la chica abre los ojos, abriendo la boca ante la sorpresa del agua helada que impacto contra su cuerpo.

Los recuerdos de todo aquello que Suguru Geto le dijo algún día están en su mente en esos instantes, sus manos extendidas y atadas con gruesas cadenas que lastimaban sus muñecas y cansaban sus hombros, sus piernas, dobladas, en rodillas, con sus tobillos aprisionados por cadenas también y su cuello, una cadena más pesada que las demás, que se sujetaba al piso, la posición en la que se encontraba era horriblemente incomoda y humillante para ella.

Frente a ella, estaban dos hombres con máscaras blancas, de hecho, había más, era una habitación mediana, llena de símbolos y hechizos para evitar que ella use su energía maldita, trato de moverse, pero las cadenas se lo impidieron.

Entonces recordó como llegó hasta ahí, Satoru se había ido de misión y ella también debía irse a una nueva misión que le ordenaban, iba camino al auto cuando sintió un pinchazo en su cuello y todo se volvió borroso.

—Esperaron a que Satoru se fuera—murmura sintiendo la garganta reseca, aún no se recuperaba del todo de la droga que le habían suministrado—Que cobarde—escupe al suelo y a cambio recibe una fuerte patada en su rostro

—Es lo que te mereces, tienes el mismo rostro que el traidor de tu padre, no pudimos hacer nada contra él, pero ahora, ya no está aquí para protegerte ni tampoco tu querido Satoru Gojo—le da otra patada con fuerza en su costado, aprovechando que estaba inmovilizada

—Golpear a alguien que no puede defenderse es como golpear a un animal herido, es algo que un bastardo y una basura haría—alza la cabeza con un poco de dificultad por la pesada cadena de su cuello y le vuelve a escupir a los zapatos del hombro quien, la toma del cabello y hace su rostro hacia atrás, la chica sonríe

—Borraré esa sonrisa de tu rostro, niña—saca un cuchillo que pasa muy cerca de su rostro, pero solo le abrió levemente la piel de la mejilla

—¿Crees que eso me va a intimidar? —pregunta con la sonrisa en su rostro, al puro estilo Fushiguro—deben tenerme mucho miedo si hicieron todo esto para hablar conmigo—se ríe divertida moviendo las cadenas—¿Qué quieren de mí?

—Rechazaste a personas muy poderosas, Fushiguro y no pueden permitir que alguien como tú exista fuera de su clan—la suelta con brusquedad y Himari deja caer la cabeza

—¿Alguien como yo?

—Por lo general, no importaría que heredaras la técnica de los Zenin, alguien algún momento debió hacerlo, el problema radica en que has heredado dos técnicas malditas—Himari enderezo la espalda para poder ver mejor a sus captores, si le estaban revelando todo eso es porque esperaban que no saliera viva de ahí.

Y si no hubiera sido entrenada por Satoru Gojo, ahora mismos tuviera miedo de morir ahí, pero, era fuerte, más fuerte que todos esos idiotas ahí presentes, pero antes de hacer algún movimiento, necesitaba saber toda la información que pudiera sacarles.

BREAK ME| Sukuna (Itadori)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora