Capítulo 11 (+18)

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«Si sigo así no podré controlarme, pero esto no es suficiente, necesito aún más de él.»

«Más, más... Mucho más.»

Las manos de Jan viajaban sobre la cintura de Daniel. Detallaba delicadamente la cintura mientras volvía a probar aquella boca que ahora se le hacía irresistible. Cuando los labios se unieron en un beso candente, como si una llama ardiente se encendiera entre ambos. La pasión y el deseo desborda, y la temperatura parece subir varios grados. Los corazones laten al unísono, como un tambor que marca el ritmo de la pasión.

Los labios se encontraron con urgencia y anhelo, como si estuvieran hambrientos el uno del otro. La boca abre paso, y las lenguas se enredan en un baile sensual y apasionado. Cada beso es profundo y lleno de emoción, como si quisiesen explorar y conquistar cada centímetro de la boca del otro.

Las manos no se quedan atrás en esta danza ardiente. Se mueven con avidez, acariciando y explorando los cuerpos con deseo insaciable. Los dedos se hunden en el cabello, se deslizan por la espalda y se aferran con pasión, creando una conexión física. Las manos de Daniel agarraban los cabellos de su cabeza y profundizaban ese roce de labios aún más. El acercamiento de cuerpos quemaba, se acercaban con una urgencia irresistible, cada roce es eléctrico y cargado de emoción. Las manos se deslizan con avidez por la espalda y los hombros, explorando cada rincón del cuerpo del otro. Cada caricia es una expresión de deseo y pasión, las manos se aferran con fuerza, como si nunca quisieran soltarse.

La tensión sexual es palpable, y cada contacto aumenta la anticipación y el deseo. La respiración se vuelve rápida y entrecortad.a, y los suspiros y gemidos se mezclan con los besos, creando una sinfonía de pasión y placer

«Dios, estamos en su cocina. Aunque no estaría mal hacer esto un poco más aquí.»

«Eh perdido la noción del tiempo desde que estamos haciendo esto, no me importa nada ni nadie, no puedo pensar con claridad ya que solo estoy pensando en él, en como me está devorando, y eso... Me gusta.»

La química entre ambos era palpable, y la tensión sexual se acumulaba con cada beso candente. Ese preciso momento en el que el mundo exterior desapareció por completo, y solo existen ellos dos, compartiendo un momento de pasión y conexión que es inigualable. Jan había arrimado a Daniel a un lado del fregadero mientras que su rodilla subió un poco y jugó un poco con el miembro viril del contrario.

-Espera... Eso, se siente raro... ¿Por qué no pediste mi consentimiento esta vez. -La voz jadeante de Daniel estaba acompañada con suaves gemidos que salían de sus labios y sus ojos estaban encaminándose a la lujuria.

-Dijiste que ya no era necesario pedir permiso. -Una sonrisa ladina estaba presente en el rostro de Jan, estaba disfrutando de la vista que los ojos de Daniel le estaban dando a la vez que se acercaba a sus labios. -Además, es mejor pedir perdón que pedir permiso.

La rodilla de Jan frotaba suavemente aquel lugar sensible, entre besos Daniel jadeaba contra la boca de Jan. -¿Seguro que se siente raro?

-No lo sé... No sé como explicarlo.

-Quería una respuesta más clara... Pero podría ayudarte a descifrar como es que te sientes. -Jan había empezado a frotarlo subiendo el nivel de velocidad que ejercía su rodilla. -¿Se siente bien, Daniel?

-Es una sensación realmente placentera, se siente tan bien.

«Estoy perdiendo la cabeza ¡Y solo lo está frotando sobre la tela!»

-¿Quieres que utilice mis manos o prefieres el simple roce de mi rodilla?

Solo pude asentir y decirle entre murmullos que quería sus manos, había perdido la vergüenza por completo ya. Sentí como su rodilla bajó e inmediatamente una de sus manos se posaron en mi erección a trevés de mi pantalón, empezó como un toque para luego continuar con una caricia. Sentía que estallaría de un momento a otro, mi pantalón la mantenía presa. Quería que lo liberara... Y claro que lo hizo, solté un suspiro al ver que estaba libre, hasta que su mano lo tocó, su mano era áspera. Propio de un militar. Me quemaba cada vez que su mano subía y bajaba letamente sobre mi falo. Sentía a mis piernas temblar y perder el equilibrio, me aferraba a sus hombros para no caer al piso. Mi frecuencia cardiaca aumentaba a cada segundo, mi respiración entrecortada, mi piel se erizaba y no tengo el completo control de mis gemidos. Al sentir que quería liberar algo, quise retenerlo pero Jan subió la intensidad, le mordí el cuello, eso sí que le dejaría una marca. Su mano había aumentado la velocidad aún más, él me miró, mis ojos estaban llorosos así que me envolvió en un beso candente y pude liberar mi esperma en su mano. Trataba de recuperar el aliento y refrescar mi caliente cuerpo que clamaba más de él. Después de ese momento lleno de sensaciones indescripitibles mis piernas flaquearon, hubiera caído si Jan no me agarraba de la cintura, me volteo y quedé entre sus brazos y el fregadero. Me apoyé en el fregadero mientras veía como sus manos rodeaban mi cuerpo y yo quedaba en medio; observando como lavaba la mano que contenía mi esperma.

-¿Se sintió bien?

-Fue... Increíble.

-Me alegra demasiado que lo hayas disfrutado. -Había depositado un suave beso en su cabeza al verlo tan indefenso al mismo tiempo que estaba tratando de mantener la calma.

«Sereno Jan, piensa en algo lindo, despeja tus pensamientos. Cálmate, cálmate.»

«¿Acaba de darme un beso en la cabeza? Estoy sintiendo como su excitación taladra mi trasero y hace ese gesto que se ve y se siente tierno después de haberme masturbado hasta dejarme sin aliento... ¡Es realmente imprescindible!»

Estaba a punto de preguntarle si él se quedaría así, o si podría ayudarle a liberar su líquido seminal así como hizo conmigo hasta que mis pensamientos fueron interrumpidos por el tono de llamada de un móvil.

-Perdón Daniel, es mi móvil. Debo contestar, estaré contigo en unos minutos.

Divisé el nombre de una mujer antes de que saliera a la sala, era una mujer quién lo estaba llamando.




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