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28/10/2013

Diana

Llevaba un año con mi novio. Por suerte, no fue como el gilipollas de Twitter, caso que ya tengo superado. Había hecho una nueva vida, y en el instituto ahora las cosas iban mucho mejor. Con Max me llevaba… bueno, bien. Dentro de lo que cabe.

–¡Tiiiiaaaa! –y ahí está Ruth, mi mejor amiga este año. Fue la primera en hablarme cuando empecé allí.

–Yooo.

–Me vas a matar, pero te lo tengo que contar… Me… me gusta Max.

–Hostiaaaa.

–Ya, ya lo sé. Seguramente tenga los estándares muy altos.

–Inténtalo.

–Yo lo intento, claro que sí –sonríe de oreja a oreja.

¿Lo peor? Lo consiguió. Cuando hacíamos comida familiar, ella venía, eso sí, mi novio también. Mi novio le tenía un odio muy profundo a Verstappen, y Max a él, cosa que nunca entendería. Pero bueno, que iba a decir, a mi no me gustaba ver a Ruth con Max.

Max

Odio a ese tío. No la valora. Es decir, sí lo hace, pero no de la manera que debería. La trata bien y todo lo que quieras, pero es un tío que no aspira a nada en la vida y la está frenando, si siguen así, ella acabará siendo ama de casa de un tío que se dedica a beber cerveza y quejarse de la vida. Ella era tanto y él tan poco. Y en cuanto a mi novia, Ruth. Sí, estaba bien, pero más de lo mismo. No aspiraba a nada, no tenía nada claro. Dios… qué lío. Además, a ella siempre la iban mirando como si fuera un trozo de carne cualquiera, y me daban ganas de arrollarlos con el coche que uso en los circuitos.

Dos meses después.

–¿Me puedes decir qué coño te pasa? Siempre miras mal a mi novio, y lo críticas. ¡¿Tanto te molesta verme feliz?!

–¡Me molesta que no aspire a nada en la vida y te corte las alas! ¿Tanto delito es preocuparme por ti? ¡Haz lo que quieras! Cuando te falle no recurras a mí.

–El único ser humano por el que te
prepcupas eres tu mismo.

Y se fue dejándome con la boca llena de palabras. Tenía tanto que decirle…

Diana

Al final, mi novio acabó siendo una mierda con patas, lo dejé. Con lágrimas en los ojos fui en busca de Max aunque me dijera que no lo buscase. Aún así, sus brazos me recibieron. Me subí a su cama, y me abracé a él.

–Ven, pequeña, yo te cuidaré –susurró mientras acariciaba mi pelo. Nunca olvidaré esas palabras.

–Gracias –suspiré.

Sonrió levemente, y yo igual. Ojalá nos hubiéramos llevado bien desde un principio. Aunque ahora nos soportamos, no éramos amigos. Sino, conocidos… pero aquí estoy, en sus brazos buscando refugio y sintiéndome segura. Por lo menos, ahora tenía a alguien en quien confiar sin importar qué.

Aunque de igual manera, me parecía un gilipollas. Siempre estaba mirando a la gente por encima del hombro, y cuando al año siguiente, le aceptaron en Fórmula tres…

–Dejaré los estudios.

Estábamos en mi casa comiendo con nuestros padres. Su madre lo miró con desaprobación.

–Me pagarán bien, y no me hará falta el título, ya me han cogido en Toro Rosso.

–¿Tú estás seguro?

–Claro que lo estoy.

–Pues yo te apoyo –sonrió su madre.

Él sonríe también y me mira. Va a abandonarme. No me lo puedo creer.

𝐦𝐚𝐝 𝐦𝐚𝐱: 𝐥𝐨𝐬 𝐠𝐚𝐧𝐚𝐝𝐨𝐫𝐞𝐬 𝐭𝐚𝐦𝐛𝐢𝐞𝐧 𝐬𝐞 𝐞𝐧𝐚𝐦𝐨𝐫𝐚𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora