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Diana

Acabábamos de pasar las entradas y ya estábamos en el circuito. Mi padre tenía un pase para poder entrar en donde estaban todos los pilotos. Estaba muy emocionada.

–Toma, este es el tuyo. No lo pier… –pasé de él y fui corriendo para adentro en cuanto me lo dio. Estaba en un sueño. Uno muy grande.

Miraba a todos lados, y estaba tan absorta que me choqué con alguien. De lleno.

–Perdón.

–No te preocupes, pequeña –esa voz me sonaba. Me sonaba mucho–. Madre mía… cómo has crecido –Michael.

–N-no puede ser.

Llevaba años sin verlo. Era como un padre para mí.

–¿Qué ha sido de t…? –lo abracé–. Yo también te he echado de menos –rió y correspondió a mi abrazo.

–Tengo tanto que contarte…

–Cuando encuentre al desastre de mi hijo y encontremos un sitio cómodo, hablamos. ¿Te acuerdas de Mick? –empecé a avanzar junto con él.

–Sí.

Había sido uno de mis amores platónicos desde pequeña.

–Míralo, ahí está –Michael alzó la mano y Mick al verlo vino con nosotros–. Te traigo una amiga –me miró y se le cambió la cara.

–¿Es Diana? No puede ser. Estás preciosa –me sonríe.

–Jo-der.

–¿Qué pasa? –se ríe él.

–No, nada –disimulé.

Estaba buenísimo, y más ahora. Dios. Qué Ricciardo ni qué Vettel, él. Aunque si viene uno de los dos anteriores... Michael tosió forzadamente.

–¿Me voy y os ponéis al día? –dice con un tono juguetón.

–C-como quieras.

Él desapareció de nuestra vista, y Mick tomó mi mano empezando a arrastrarme por el Paddock.

–Creo que tienes tanto como yo para contarme.

–Puede ser.

–Bueno, empecemos por qué ha sido de ti estos años que has desaparecido del mapa.

Le conté todo lo que pude y me dio tiempo. Había tanto…

–Ehm… te oiría hablar todo el día hasta el amanecer siguiente, pero tengo que correr.

–Sí, tranquilo.

–Luego te busco, deséame suerte –me sonríe el rubio y me suelta la mano para ir a sus garajes.

Fui a buscar a mi padre para ver la carrera. Me daba igual si ganaba, Ricciardo, o Mick, cualquiera me bastaba y lloraré si alguno gana.

–¿Dónde estabas? –me pasó un Red Bull.

–Hablando con Mick.

–¿Los Schumacher están aquí? –sonríe alegre.

–Sí, los he visto a ambos. Mick dice que estoy preciosa.

–Ya, es que le gustaste. Creo que sigue en las mismas.

–Oh…

–¿Qué? ¿Ya no te interesa Ricciardo? –se ríe él.

–Claro que sí.

–Bueno, ya veremos qué pasa. Mira, van a empezar.

Ojalá ganaran uno de mis favoritos.

𝐦𝐚𝐝 𝐦𝐚𝐱: 𝐥𝐨𝐬 𝐠𝐚𝐧𝐚𝐝𝐨𝐫𝐞𝐬 𝐭𝐚𝐦𝐛𝐢𝐞𝐧 𝐬𝐞 𝐞𝐧𝐚𝐦𝐨𝐫𝐚𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora