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Max

Había corrido por todo el mundo la voz del accidente de Michael Schumacher. Había afectado al mundo del motor, obviamente. Él era una leyenda viva. Alguien que estuvo presente en mi vida desde muy temprana edad… Me sabía muy mal. No me podía llegar a imaginar como se encontraría la familia de aquel, y Diana… Diana le tenía un amor increíble a ese hombre.

–¿Cómo está todo por allí? ¿Hay noticias? –esperé que leyera mi mensaje. Aunque supongo que lo último que quería sería mirar el móvil, pero lo leyó.

–Nos hemos vuelto para casa, lo enviarán aquí. Sigue en coma.

–Joder… ¿Tú cómo estás?

–Destrozada.

–Normal… Lo siento mucho.

–Gracias…

–<3.

Se desconectó. No me recordaba tan cariñoso con nadie. Y ella era la persona menos indicada para sacar ese lado. Pero supongo que las cosas cambian. Porque… ya no es como que me repugne tenerla cerca. Es todo muy raro. Siento ganas de verla, de abrazarla… Ella seguramente no, pero yo sí. Esto no me gusta. Es la chica que odiaba… por dios. Pero a lo mejor es pasado por eso. Odiaba. Ya no la odio. O no de la manera en que lo hacía. Quería verla. Saber cómo estaría, si estaba bien.

Cuando fui al circuito seguía en las nubes, fue Ric de un puñetazo en la espalda quién me sacó del viaje astral.

–Ay.

–Bien, estás despierto. ¿En qué piensas? Estabas sonriendo.

–Em… nada.

–Es una chicaaa, ¿a qué sí? ¿Cómo se llama?

–Nada, Dani, nada.

–Bah, amargado.

–Gracias, hombre.

–Has salido a tu padre en ese aspecto, sin ánimo de ofender.

Lo miré de la peor manera. Él se encogió de hombros.

–Diana.

–NO JODAAAAS. ¿Sabes que es la novia de Mick?

–Anda. Qué bien.

Una mierda de bien. No me gustaba un pelo. Suspiré. ¿Qué coño me pasaba? ¿Porque nunca me gustaba verla con otros hombres? Era como si me importara, y no debería.

Diana

Seguíamos ambos con el corazón roto. La noticia del accidente de su padre nos había dejado devastados. Mick no hablaba, solo me hablaba a mí para desahogarse y si yo estaba mal, consolarme. Nos costaría superar esto. Y más sin saber si Michael seguiría con vida.

Enero 2015

Seguíamos sin recibir noticias. Yo no había vuelto a ver a Max, y Mick seguía triste, pero intentaba estar bien y tener esperanzas. Íbamos todas las semanas a ver a su padre. Le hablábamos aunque poco recibíamos de su parte. Estaba en coma desde la segunda operación. Todos rezabamos en que despierte y se quede con nosotros dando por culo. Porque eso era lo que le gustaba, molestar con bromas y hacer el tonto. Cómo lo echaba de menos.

–¿Sabéis algo de Max? –le pregunté a mi padre, sorprendiendolo por la pregunta.

–Ehm… sabemos que ha ganado su primera carrera.

–Ah, guay.

–Y que te echa de menos –¿CÓMO?

–¿Perdona?

𝐦𝐚𝐝 𝐦𝐚𝐱: 𝐥𝐨𝐬 𝐠𝐚𝐧𝐚𝐝𝐨𝐫𝐞𝐬 𝐭𝐚𝐦𝐛𝐢𝐞𝐧 𝐬𝐞 𝐞𝐧𝐚𝐦𝐨𝐫𝐚𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora