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Diana

Me encantaba acompañar a los chicos en todas sus carreras. Aunque, justo en ese gran premio, se chocaron entre Vettel y Ric, ambos se fueron juntos al muro. Casi se matan de camino a sus respectivas habitaciones de descanso. No los vi muy contentos. Recemos a quien se acercara a ellos en ese momento. Horner no parecía muy a favor de ir a hablar con ellos, pero vi que Ric se metía en la habitación de Seb.

–¡¿QUÉ COJONES PASA CONTIGO?! ME HAS ARRASTRADO –oí desde el pasillo.

Cuando discutían, era mejor no meterse. Estuvieron así un buen rato, hasta que se metió Christian a detenerlos y a decirles que parasen el estruendo. Ambos se callaron, pero no había tregua. Al ver el ambiente más tranquilo, entré a verlos. Estaban cada uno en una punta del cuarto. Uno sentado en el suelo y el otro en un banco. Ambos con el ceño fruncido y sin mirarse.

–¿Qué cojones os pasa?

–Que tu novio no sabe conducir –Vettel hizo un aspaviento.

Rodé los ojos ante la palabra novio.

–No somos novios, sino, no te dejaría ni respirar a su lado.

–Tienes suerte de que yo no sea tan bueno como tú follando porque sino te quedas sin –era un no parar, eran el dúo sacapuntas.

–Por dios.

–Mira, ahora mismo no te quiero ver ni la cara –se levantó Daniel–, vamos –me quiso arrastrar con él, pero Seb me agarró del brazo.

–Ni de coña, ha sido culpa tuya, me la quedo yo.

–Ey, ey, ey.

Ambos me miraron. Estar entre estos dos, enfadados y en tensión, me ponía nerviosa. Pero no nerviosa de querer meterme en un agujero, sino de... bueno, ya sabéis.

–... No me metáis en vuestros pollos.

–No te metemos en ningún sitio, pero me gustaría desfogarme un rato con un buen orgasmo, así que –Seb me arrastró hacia él.

–Gracias por preguntar si me apetece –reí.

–Y gracias por pensar en mí también –se metió Daniel.

–¿Qué quieres? ¿Compartir? –vaciló Seb.

–Bro, haceros pajas mutuamente.

–¡Estás tú que lo toco! –dijeron al unísono.

Me tuve que reír. Esto parecía la escena de una sitcom.

–Vale, esto es estúpido... –Daniel acabó riendo.

–¿Nunca has hecho un trío o qué? –habla Vettel.

–Yo no.

–Pues experiencia nueva –se metieron ambos en la habitación otra vez y cerraron la puerta junto conmigo.

¿Esto era real?  Y tanto que lo era. Daniel detrás, besándome el cuello, Seb delante, devorándome la boca. Oh, dios. Ninguno me había preguntado si me apetecía, pero ni falta hacía, yo me entregaba a ellos como una sumisa. Siempre tendría ganas de esos dos, eran increíbles. Y tenerlos juntos, era como una puñetera bomba de relojería.

Tras estar tocándonos yo en medio de los dos y muchos besos acabamos los tres en la cama follando como locos. Me turnaba, me daban a la vez. Era una experiencia única. Ambos estaban descargando su rabia en mí, y a mí, que me gustaba que fueran rudos, era lo mejor que podía pasarme. Puse los ojos en blanco varias veces, era una cosa increíble.

–Oh dios.

Sentía sus manos por todas partes y como cada uno gemía mi nombre. Me sentía en el cielo.

𝐦𝐚𝐝 𝐦𝐚𝐱: 𝐥𝐨𝐬 𝐠𝐚𝐧𝐚𝐝𝐨𝐫𝐞𝐬 𝐭𝐚𝐦𝐛𝐢𝐞𝐧 𝐬𝐞 𝐞𝐧𝐚𝐦𝐨𝐫𝐚𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora