Capítulo 25

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Esperaba a mi padre en el sillón acostada. Hace diez minutos que se fue Charly y toda la plática que tuvimos se repetía una y otra vez.
Analizaba cada fragmento de la conversación y me di cuenta de algo. La abuela de Dylan tenía razón: debo aprender a escuchar. Y es que por mi orgullo o por querer siempre tener la razón no lo hacia, excepto si eran mi padre o Tom o Emmy.

La puerta se abrió y dejó ver a mi padre entrando, con otro cambio de ropa, ¿en qué momento se cambió? No distinguía su expresión por la oscuridad en la que estaba sumida. Y por lo visto él no m había visto

- ¿Abby? - se sorprendió.

- Si, te estaba esperando para despedirme - me levanté y le di un beso en la mejilla - Buenas noches.

- Gracias hija, igualmente - me retiraba hacía la recámara cuando añadió: - Por cierto, alguno de estos días tenemos que hablar - su voz denotaba que no había pretextos y que iba en serio.

Me paré en seco. ¿De que querrá hablar conmigo? Me giré y antes de poder preguntarle ya se había marchado a su habitación, dejandome con la mayor de las dudas.

Me fui a acostar con la cabeza revuelta de tantas cosas y eso que había venido para alejarme de todo y de todos.

*

Habían pasado cinco días, en los cuales pasé la mayoría del tiempo con Dylan, era una persona encantadora. Simplemente era sencillo y nada superficial. Además todavía no había hablado con mi papá, cada vez que estábamos solo me me moría de los nervios y también, hbin pasado cuatro largas noches en vela, desde que vi a Max. Cada día que pasaba me arrepentía de no haberlo escuchado, pero mi orgullo era más fuerte. Si quería ir corriendo tras de él, mi orgullo o mi conciencia me decían algo y siempre lograban que no hiciera alguna tontería y cometer más errores. A veces me juzgaban muy duro y probablemente ya no me quiera contar nada.

Estaba desayunando con mi papá, Dylan y su familia en el restanurante del hotel. Era muy sencillo pero elegante, había pocas mesas pero las suficientes y los colores eran los que me gustaban. Azul, amarillo y crema combinaban a la perfección. Dando un ambiente cálido y familiar. Todos eran muy agradable en la familia de Dylan, por primera vez me sentía cómoda con una familia.

- Si me disculpan, necesito hablar con Abby - Dylan se puso de pie y en tendió la mano, se la acepté.

- Con su permiso - dije y me levanté, dejando la servilleta en la mesa y despidiendome de mi padre con un beso en la mejilla.

Ambos nos dirigimos a una parte de la playa desértica. Dónde pudiéramos hablar tranquilamente sin interrupciones y el tiempo que quisiéramos. Al llegar el comenzó a decir:

- En primera, quiero decirte que fui yo quién te envió las fotos de Charly y Amanda. No me agradezcas, yo lo hice por vengarme de ellos.

- ¿Por qué harías algo así? - él miraba hacia el mar y yo le prestaba todo la atención del mundo. Por ahora, éramos él y yo.

- Ella me quizo manipular como a Charly - se giró para verme directamente a los ojos - Pero no podía hacerte algo así. Jamás me has hecho nada, además yo te quero y no puedo dañar a la persona que quiero.

Me quede sin palabras. La verdad no sabía que decir. Era un gesto muy bonito de su parte. Me lamento no poder haberlo conocido mejor, era un tipo increíble y tal vez me hubiera enamorado de él y no de Max.

- Gracias - fue lo único que salió de mi boca. Se le formó una sonrisa arrebatadora como la que me dio cuando nos conocimos, pero había algo distinto en todo esto. Y me sentía bien con ello.

- Te dije que no lo hicieras - su sonrisa se transformó en una mueca - Además - ahora su cara se tornaba sería - tal vez no me corresponda decírtelo, pero necesito hacerlo. Tu madre estuvo implicada en todo esto. Perdón si te hiero, es la otra cosa que necesitaba decirte.

Mi encantador hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora