Sixth

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Por favor, escúchame

Neytiri caminaba casi con prisa, necesitaba llegar al sitio en el que había estado con Ronal el día anterior, cuidando de su pequeño Tanewan.

Aunque la hubiera casi obligado a comer, se lo agradecía. Nunca había sentido tanta impotencia como cuando dejó de comer, cuando el nudo se apretó dentro de su cuerpo.

Llegó a la playa en la que había estado el día anterior y dejó caer sus hombros, estaba cansada. Muy cansada.

Dejó que la brisa marina le refrescara la cara e intentó no frotarse los ojos. Había conseguido dormir un par de horas, después de preguntarse como una maniática si había hecho mal en responderle tan mal a su esposo.

Decidió que lidiaría con ello más tarde.

—Hola, Neytiri —saludó Ronal llegando con Tanewan en brazos.

La envidia y la alegría batallaron en el interior de la mujer Omatikaya al ver a la Tsahìk con su hijo recién nacido. La saludó cuando un sentimiento afable se instauró en ella.

—¿Hoy has comido?

Oh. Neytiri tragó saliva, evitando mirar a la mujer que tenía a su lado, aunque sentía como la mirada dura de la Metkayina le dejaba claro que, aunque estaba enfadada porque no hubiera comido, se preocupaba por ella.

—Neytiri, por favor —pidió, suavizando su mirada.

—Bien. —Luego se encaminó hacia otro árbol distinto del que había cogido la fruta el día anterior.

La Tsahìk vio como cogía dos frutas de nuevo y le ofrecía una desde lejos, ella negó con la cabeza, sonriendo ligeramente al ver como mordía la fruta y volvía caminando, como un niño que no quería dejar de jugar por ir a comer. Pero ella no era una niña.

Tanewan hizo un sonidito al despertar de su siesta, atrayendo la atención de Neytiri, que habría empezado a comer la segunda fruta si no hubiera oído al pequeño.

El bebé miró a Neytiri y sonrió como podía, la mujer casi dejó caer la fruta al suelo. No, él no era Neteyam. Él era Tanewan.

La Omatikaya entreabrió la boca mientras le temblaba el labio inferior, todavía mirando al niño. Sintió cómo su corazón se estrujaba en su pecho, creando una sensación de vacío que hizo que jadeara, intentando no sollozar.

Tanewan, su nombre era Tanewan. ¿Por qué demonios no podía diferenciarlos?

Parpadeó un par de veces para quitarse las lágrimas y miró a Ronal, que acariciaba la espalda de su hijo.

—Lo siento —murmuró mirándola a los ojos, que todavía estaban muertos.

Neytiri negó con la cabeza, luego aspiró una bocanada de aire mientras miraba hacia el mar. Suspiró con pesadez, decidiéndose a mirar de nuevo a la Metkayina.

—No te disculpes, es solo qué... —negó con la cabeza, suspirando de nuevo, pero esta vez de forma entrecortada, como si estuviera intentando ahogar un sollozo—. Olvídalo.

—Lo entiendo —dijo en cambio. Neytiri la miró, encontrándose otra vez con la compasión brillando con fuerza en los ojos de la Tsahìk. Por segunda vez, no tuvo la fuerza para enfadarse por eso.

—Gracias. —Ronal no supo por qué agradecía, pero sonrió de todas formas.

 —Ronal no supo por qué agradecía, pero sonrió de todas formas

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Virago ||A history about Neytiri|| (CANCELADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora