II

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——¡No puedes hacerme esto!— Grito molesto con un ceño fruncido.

——¡Por dios Ryūnosuke sólo es un bebé!, ¡No te estoy pidiendo nada del otro mundo!

—¡Soy un mafioso, no una niñera a la que puedas recurrir! —Una ligera tos escapó de sus labios.

—¡Precisamente por eso te lo pido! ¡Si no te tuviera tanta confianza no te lo pediría! —Respondió arrullando al pequeño sin dejar de alimentarlo.

—¡Pídeselo a Anne-san ó Mori-san!

—¡¿Estás loco?! ¡Anne-san ira conmigo a la misión y no pienso dejarle a mi bebé a alguien como el jefe! —Masaki se removió inquieto entre sus brazos, los gritos comenzaban a irritarle.

—¡No me importa, pero yo no pienso cuidar de tu mocoso! —Su mandíbula rechinaba por la fuerza en la que se apretaba.

—¡Se supone que soy tu superior, deberías de obedecerme!

—¡Eso no aplica en esta situación!

Chūya iba a responderle pero el sonoro llanto de su hijo resonó, dejo de un lado la pelea para concentrarse en calmarlo.

El timbre del teléfono de la oficina sonó, sin pensarlo le dio al niño al azabache en lo que él contestaba.

Ignoro el quejido del oji-gris y se concentró en las instrucciones que le daban.

Akutagawa se quedo pasmado, con un brazo cargaba al bebé mientras que con la mano contraria sostenía el biberón.

Chūya escribía en una hoja las indicaciones que le daban, el oji-gris solo lo observaba con ira sin ser consiente que Masaki no tardaría mucho en llorar.

El niño pataleaba para llamar su atención y que le siguiera alimentando. Al no lograrlo su llanto fue renovado.

Chūya se giro molesto al menor, Akutagawa se paralizó, miraba al niño sin saber que hacer, el mayor le hacía señales de que lo callara.

Ryūnosuke se encogió de hombros sin saber que hacer, en un improvisado arrullo mecia de manera brusca al bebé.

El gorro del mameluco se le bajó hasta los ojos gracias a los fuertes movimientos, sus manitas se movían de un lado a otro molesto.

Sus mejillas se tornaban de un color carmín intenso por la molestia y sus gritos.

—Dale su biberón, imbécil. —Murmuró el ojiazul tapando con una mano la bocina del teléfono, rápidamente cobro atención a la llamada.

El azabache se apresuró a poner el chupón de la mamila en la boca del bebé, quien aún enojado por tener la tela sobre sus ojos se limitó a comer.

Akutagawa lo veía con el ceño fruncido, condenado mocoso, ¿siempre tenía que estar llorando?

Tendría una larga charla con su superior sobre por qué lo hacía pasar por semejante tortura. ¿Era está una venganza por no querer asesinar a nadie por un tiempo y dejarle esa carga al pelirrojo? Porque siendo así iría a obligar al hombre tigre a retirar esa estúpida promesa.

Pedía internamente que quien estuviera hablando con Chūya terminará rápido y así poder dejarle a su mocoso huir e ir por un buen té de higo.

Su petición se cumplió cuando Masaki se terminó la leche y escuchó como el ejecutivo se despedía y daba las gracias.

Tomó al bebé por debajo de las axilas, lo separó de si mismo y se lo acerco a Chūya.

—Toma a tu mocoso, no lo pienso cuidar, es desesperante y muy llorón.

Masaki y el tío Ryu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora