Despertó asustado al escuchar los repetidos toquidos en la puerta de su departamento, no supo en que momento se quedo dormido, observó que en su regazo dormitaba Masaki.
Un fuerte golpe en la puerta lo sobresaltó, se preocupo por su había despertado al pelirrojo, soltó un suspiro de alivio al notar que seguía volando en el mundo de los sueños.
Cargó al bebé cuidadosamente, camino con cuidado con su habilidad activada, sabía que estaba mal salir con un bebé en la noche, sin embargo, era peor dejar al niñato acostado en el sofá sin supervisción.
Bostezo cansado, estirandose un poco antes de dignarse a caminar, sus pasos eran pasados y su aura emitía cansancio.
Nunca iba a ser padre, eso era seguro, un día como niñero y, mientras que, el pelirrojo lucía fresco y radiante, él parecía un zombie al que le succionaron el alma.
«Un zombie no, un vampiro, parezco una vampiro que chupa sangre, eso por lo pálido que estoy y porque escupo sangre.»
Rió de su propio chiste, sintiéndose mal inmediatamente, era la peor comparación que pudo hacer. ¿En qué carajos estaba pensando? Era una parafilia que parecía haber sido hecha por el hombre tigre para mofarse de él.
Malditos preferidos que podía tener el universo, los dioses, los astros, los ancestros o cualquier ser inexistente con el poder para mover los hilos del destino correspondientes a las personas.
La puerta parecía comenzar a ser forzada, era eso o el ritmo hermético de la puerta delante hacia atrás.
—¡Ya voy!, ¡ya voy! —Arrulló delicadamente emitiendo un murmullo reconfortante a Masaki al sentir como se removía en sus brazos como si quisiera despertar; acomodo correctamente su cabecita en su hombro evitando que se incomodara. Ahora no necesitaba de sus travesuras.
Hizo que Rashōmōn cubriera el cuerpo del bebé no dejándolo a la vista, abrió la puerta de una sola con un temple frío y desalmado.
Sus ojos metálicos se abrieron como dos ventanas a la brisa de un fuerte viento.
Chūya estaba vestido con una playera blanca, sobre de ella, una camisa azul rey abierta sin mangas, unos jeans de mezclilla con leves roturas en las rodillas, teniss blancos con una franja roja atravesandolos; como siempre, su casual gargantilla de cuero y su elegante sombrero negro con una cadena plateada colgando.
—Ya era hora. —Masculló con deje de molestia, sus cabellos jengibre contrastaban con el manto nocturno acompañado de la luz lunar y el panorama de estrellas.
—Lamento la tardanza. —Realizo una ligera reverencia de cortesía antes de hacerse a un lado para dejarle pasar, se asomó un poco afuera de lo que le permitía la entrada del departamento, anhelaba qué una figura alta envuelta en vendas y de cabellos castaños estuviera aguardando a que lo invitará a pasar.
No sucedió, no había nadie más esperando.
Cerró la puerta desilusionado y se puso firme frente a su superior, aún con una relación más amistosa mantenía sus regimes de respeto y educación frente al mayor.
Chūya pasó con elegancia, admiro levemente el interior del recibidor, se giró a ver al dueño de la morada, este mismo tenía su cara sin emociones reflejadas en ella.
—¿Y mi hijo? —Cuestionó mirando el techo, notando leves huellas húmedas de diminutos pies.
Akutagawa desactivo su habilidad, dejando al descubierto el cuerpo de Masaki, parecía dormir tan cómodo en el pecho del oji-gris, se podía notar en la diminuta sonrisa que decoraba sus labios hechos fresa.
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Masaki y el tío Ryu
FanfictionAkutagawa Ryūnosuke, mejor conocido como el perro de la mafia. Usuario de una habilidad con gran poder, siempre ha hecho un gran rendimiento en su trabajo, más ahora se le ha encomendado la misión qué para él es la más complicada. Cuidar de un bebé...