——Seis de la tarde y tus padres no se dignan en venir por ti. —Dijo el mayor mirando el reloj en la mesa de noche al lado de su cama, había terminado de vestir al niño, solo le estaba cepillando sus rizos cobrizos ahora ya secos.
Se hallaban sentados en el colchón, siendo Ryūnosuke quien mantenía al bebé entre sus piernas.
Masaki rió sin entenderle pero le causaba gracia el ceño fruncido de Akutagawa.
——D-yu. —Llamó al sentir la primera cepillada en sus cabellos.
—No me digas que tampoco te gusta que te peinen. —Mencionó dando la primera pasada, el bebé sacudió un poco la cabeza incómodo.
Comenzó a removerse en su sitio cual gusano en sal.
—Quieto mocoso. —Sostuvo su cabeza firmemente aunque no con tanta fuerza como para lastimarlo.
Masaki comenzaba a incomodarse estando a punto de sollozar.
Ryūnosuke suspiro cansado cuando pequeñas lágrimas resbalaron por las mejillas del niño, alejo un poco el cepillo de su cabeza pensando que así dejaría de llorar.
Espero un par de segundos, sin embargo, Masaki parecía no ceder.
Se rasco la nuca pensando en qué más podía hacer para calmarlo, la toalla blanca en su cabeza se removió por el movimiento hasta casi caer al suelo de no ser porque Rashōmōn la atrapó.
Una idea creció en lo fondo de su cerebro, era algo bochornos a y ridícula, pero, teniendo en cuenta que así el niño podría dejar de llorar y estaban solos, no habría tanta pena.
Activo a Rashōmōn para que la típica figura del demonio negro se presentará frente al bebé, Masaki se calló y quedó consternado con el ente que aparacia.
Volteo a ver a Ryūnosuke buscando una respuesta, sus iris chocolate viajaban rápidamente de la habilidad al azabache.
Rashōmōn le mostró una sonrisa, Masaki rió un poco.
Dejo de temerle cuando la habilidad hacia muecas graciosas y se presentaba en distintas formas; desde una oveja hasta un cachorro de lobo.
Sus mejillas se coloraron al ver al neonato reír tan natural como era su costumbre.
No le tenía miedo, a diferencia de muchas personas que veían a su habilidad y corrían de terror; Masaki estaba allí tratando de alcanzar con sus diminutas manos la cara del ente.
Su orgullo no le dejaba ridiculisarse de esa manera para hacer reír a un bebé, pero por lo menos su habilidad podía fungir ese papel.
Continuó con su labor, el pelirrojo ya no se quejaba, incluso parecía relajarse.
Minutos después, culminó la labor con el menor muy calmado.
—Listo mocoso. —Dejó el cepillo de regreso al buro y movió un poco su cuello para quitarse el agotamiento de haberlo mantenido en una misma.
Lo movió levemente al no obtener un chillido en respuesta.
Inclinó su nuca y noto como el bebé se había recargado en su abdomen, y parte de su pecho, para quedarse acurrucado, para así, caer en los brazos de Morfeo. Rashōmōn le servía como almohada para que su cabeza no se lastimara y quedará literalmente parada.
—¿En serio te dormiste? —Le picó su cachete suavemente, logrando que el niñato abriera un poco sus labios y dejara salir un jadeo gracias al sueño.
Akutagawa rasco su mejilla y, cargó a Masaki con uno de sus brazos y se puso de pie, con ayuda de su habilidad y la mano contraria, coloco una pequeña muralla de almohadas en una buen espacio considerable donde pudiera caber el cuerpo del pelirrojo.
Una vez que lo creyó listo, acostó con cuidado al oji-café; lo dejo justamente en medio para que si rodaba, el bebé no se caería y las almohadas evitarían qué se hiciera daño.
Por si acaso, fue a la sala por todos los cojines que tenía, los dejó caer al piso y los acomodo sin dejar espacio. Eso por si el mocoso lograba evadir la "fortaleza" y caía al piso.
Sonrió orgulloso por su gran trabajo, era un buen trabajo para ser hecho con un único material. Camino hasta el armario con pintura negra en su cuarto.
Abrió uno de los cajones más amplios, encontrando allí un par de cobijas de distintos hilos y colores.
Se decidió por tomar una de color negro con lana de oveja por un costado, por la parte negra estaban bordadas Higanbanas en un estambre rojo escarlata, la técnica por si sola demostraba ser elegante, sin embargo, por algunas partes tenía rastros de haber sido hechos temblorosamente.
Acarició aquellos bordados mal formados con melancolía, había sido un regalo por parte de Chūya; un día simplemente había llegado a las instalaciones de la mafia y el ejecutivo pelirrojo le lanzó aquella manta muy bien envuelta sujetada con un moño gris con brillantina blanca a la cara.
Pensó que se trataba de alguna prueba de algún caso que le correspondiera; lo único que encontró ahí fue una nota con la leyenda:
«"Cuídala, idiota."»
Levantó la vista, el pelirrojo lo miraba en una esquina algo apartada de la entrada a las instalaciones.
Frunció el ceño molesto y señaló molesto la marca rojiza que le dejo el golpe.
El ojiazul le respondió levantándole el dedo de en medio acompañado de un gruñido.»
Afilo la mirada ante el recuerdo, cerro de un golpe el cajón, afortunadamente, Masaki no se inmuto del ruido.
Tendió la cobija sobre el pequeño cuerpo, tal vez se estaba volviendo loco, pero podía jurar que el bebé se acurrucó ante el calor brindado y sonreía ligeramente.
Chasqueo la lengua fastidiado, él había sido el único que usaba esa manta, ni siquiera su hermana tenía consciencia de que existía aquella. Él lo tomaba como una pertenencia que había sido exclusivamente hecha para él, siendo así, ¿Por qué se la entregaba con tanta facilidad a un bebé cualquiera?
Suspiro hastiado, dejaría de remover tanto ese mar de confusiones y se enfocaría más en hacer las cosas bien. Seguramente era el estrés de no liberar su ira de la misma manera que hacía antes.
Removió sus hebras azabaches, volvió al closet y sacó otra manta al azar, teniendo la misma ahora color gris con un bordado firme de la nieve en las colinas de Yokohama. Una buena compra en ese puesto en aquel barrio de artesanías.
Con pasos firmes salió de la habitación sin olvidar cerrar la puerta, bajo a la sala con cobija en mano. Agarró del cuello al oso gigante de peluche, finalmente; se dejó caer en el sillón-cama que tenía en la sala, con el gran peluche fingiendo el papel de almohada.
Se cubrió con la manta hasta el mentón y se preparo para darle paso al sueño.
Tal vez no era el mismo confort que le brindaba tener aquella linda manta, pero se abstendría de robarsela a un niño.
Después de todo, él era quien aún tenía la nota que dictaba para quien fue hecha.
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Masaki y el tío Ryu
FanfictionAkutagawa Ryūnosuke, mejor conocido como el perro de la mafia. Usuario de una habilidad con gran poder, siempre ha hecho un gran rendimiento en su trabajo, más ahora se le ha encomendado la misión qué para él es la más complicada. Cuidar de un bebé...