XV

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No recordaba la vez que pasaron tanto tiempo juntos, el horario laboral dificultaba que colindarán en descansos.

Actualmente, apenas y tenían pequeñas misiones en conjunto, en algunos fines de semana que ambos tenían libres, se organizaban para ir a beber junto al demás equipo de la mafia. Pero, no era lo mismo.

Creía que su cara se caería por los calambres qué transmitía su piel por su sonrisa, aquella a la que no estaba tan acostumbrado y que pocas personas tenían el gusto de presenciar.

El pelirrojo lo acompañaba en las risas, lanzando algún comentario que contribuía a la platica.

¿Cómo comenzaron las risas?

¿Importaba? Hace mucho que no sentía alguna otra emoción fuera de la ira.

Su mente viajó a un antiguo recuerdo de Chūya haciéndolo reír al hacer malabares con peras y naranjas, eso por según él, verlo triste al fallar en uno de los tantos entrenamientos de Dazai.

Él siempre fue una fuente de apoyo camuflajeada, parecía ser sólo para él, un faro entre tantas tinieblas.

Su estómago comenzaba a doler, sus mejillas tomaron un tono rojizo, y sentía que en cualquier momento la saliva se le escaparía de la mandíbula por tenerla entreabierta.

El mayor tenía la confianza de adentrarse a la alacena del azabache para seleccionar un vino.

Ryūnosuke no era muy fan de beber frecuentemente, normalmente, conservaba vinos de gran variedad para regalos o bebidas qué llevar a alguna reunión de etiqueta.

Dejaría que el ojiazul se tomará ese privilegio.

No estaba acostumbrado a negarsele.

Masaki se había levantado desde hace rato, quiso bajarse de los brazos de su progenitor para ponerse a gatear y jugar con su conejo y gusano de peluche.

Cuando las carcajadas eran más ruidosas, se quedaba pasando sus ojos cafés de Chūya a Akutagawa una y otra vez, queriendo descifrar porque tanta risa de ambas partes.

Quince minutos de siesta y él ya estaba fresco y con los ánimos para seguir jugando.

Chūya tenía las mejillas sonrojadas y sus movimientos no eran tan firmes como antes, provocado por el alcohol en su sistema, no estaba ebrio, eso lo sabía por su habla fluida y el uso de razón al pensar algunos momentos pasados.

——Y eso es todo. —Terminó de platicar el mayor recostandose en el sillón despreocupado.

Ciertamente, no había puesto completa atención en el relato, sólo entendió quejas a la actitud infantil de Dazai y algunos de sus malos hábitos.

Algo no le quedaba claro. Él tenía un recuerdo muy amargo y peculiar del castaño, no tenía muy gratas memorias sobre esa persona.

—No lo entiendo. —Murmuró borrando su sonrisa para reemplazarlo por una mueca relajada.

—¿Qué? —Dio un pequeño sorbo de la copa de cristal donde reposaba el vino tinto qué bebía.

—¿Por qué estas con él? —Inició a exponer su duda —; digo, son tan distintos, su personalidad no encaja muy bien con la tuya, hasta cierto punto parecen incomodarse mutuamente, ¿qué le viste a Dazai-san?

El pelirrojo pareció mirar el techo en busca de la respuesta de la interrogante. Sonrió confiado y con un poco sutil rubor en sus pómulos.

—Me hace reír. —Respondió simple, sonriendo como si sus labios pudieran igualar a la media luna que acaparaba el cielo nocturno.

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⏰ Última actualización: Jul 10 ⏰

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Masaki y el tío Ryu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora