¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La música comienza a sonar otra vez por todo el salón de aquella mansión con arquitectura georgiana, la mayoría de las personas de esa fiesta abren paso a la pista de baile para danzar con gracia y elegancia. En este tipo de eventos socializar y dejar una buena impresión es fundamental ya que la mayoría están en el lugar buscan algo o alguien, ya sea ganar socios para sus negocios o encontrar una pareja ideal para un matrimonio. Son cosas que para los mortales le toman gran importancia.
A diferencia de los humanos que están por todo el salón bailando, hay dos inmortales que solo están juntos pasando el rato mientras beben vino sin tener que preocuparse de problemas mundanos que agobian siempre a los humanos, ellos solo disfrutan el momento, sin embargo al ángel le gustaría disfrutar más de aquella velada.
La mirada de Aziraphale no se aparta de aquellas personas que se mueven de un lado a otro con la gracia que a él le encantaría también poseer en cuanto bailar se trata. Por otro lado Crowley se percata que no le está prestando atención y a ver en dirección en donde su amigo esta tan distraído se da cuenta que es lo que su compañero desea hacer.
—¿Por qué no los acompañas?–pregunta Crowley sin entender muy bien porque su amigo no sé une a la multitud y sus ojos le delatan.
—Sabes que los ángeles no podemos bailar.
—No pueden o no quieren, son dos cosas muy diferentes.
—Yo... nunca he bailado– admitió con pena, es verdad que todo esté tiempo en la tierra debió aprender, sin embargo hasta entonces nunca la había intentado.
—Bueno los demonios tampoco deberían, pero yo creo mis propias reglas.
—Tu mi amigo siempre haces lo que quieres.
—¿Y? Hasta donde sé bailar no es un pecado capital y no existe ninguna regla que prohíba a un ángel bailar.
—... Quizás algún día aprenda a hacerlo.
—Si lo haces te prometo invitarte un baile uno de estos días–Crolwey lo dice como si no fuera la gran cosa, una promesa un poco vacía para él.
—¡¿Lo harías?!–por otro lado Aziraphale toma esa promesa como una motivación para aprender. Sería como un sueño para él danzar con Crowley.
—Si, ¿Por qué no lo haría? O a caso eres demasiado angelical para hacerlo.
—Bueno, a este punto danzar contigo no es nada si lo comparamos con todos estos años en lo que hemos salido juntos. Solo espero que el cielo no se entere, tampoco el infierno–eso último lo dijo para Crowley, no desea causarle problemas.
—Sera nuestro secreto.
La noche continuo, al final de la velada ambos se separaron para continuar con sus respectivos caminos.
Y, así fue como esa noche una promesa entre un ángel y un demonio quedaría en la mente del ángel por años con el propósito de hacerla realidad, incluso a la semana siguiente Aziraphale se inscribe a clases de baile y durante años estuvo luchando contra su naturaleza a la vez que va mejorando solo con la intención de ser un digno compañero para Crowley.
Mientras Crowley olvido lo que prometió esa noche a la mañana siguiente.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
