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—Ángel, entiendo que debes hacer que Nina y Maggie se enamoren, pero no crees que estás exagerando–Crowley mira al ángel que prepara su librería, se suponía que sería una reunión no una gala–Si quiera sabes si les gustan las novelas de Jane Austen.
—¿Por qué no les gustaría? Ella entiende mejor que nadie que un baile es la forma más efectiva para fortalecer el afecto–afirma Aziraphale seguro de lo que está haciendo.
—Sigo pensando que la lluvia era mejor idea, no es mi culpa que pongan toldos tan baratos–menciona Crowley todavía un poco decepcionado que su plan fracasará de la peor manera. Casi lo logra.
—Ya intentamos con tu plan, querido. Ahora es mi turno de mostrarte la magia del baile. Te lo aseguro está vez va a funcionar.
—Si no te conociera, ángel. Podría jurar que este baile es en realidad más sobre ti que para Nina y Maggie.
Aziraphale solo responde con una risa nerviosa porque Crowley tiene algo de razón, para su suerte el demonio no noto su evidente nerviosismo.
Solo que no se trata de solo de él, también se trata de Crowley, o mejor dicho de ambos como el equipo que son.
Es que Nina y Maggie son solo una excusa.
La verdad es que todo esté baile es la oportunidad perfecta para cumplir con aquella promesa que Crowley le hizo hace años en una fiesta en la cual no pudieron disfrutar de la danza porque el ángel nunca había bailado antes. Le da pena admitir que recuerda las palabras del contrario a la perfección, una promesa de un Crowley un poco ebrio que no pensó que sus palabras motivaron al ángel que se lo tomó en serio y estuvo practicando durante décadas hasta perfeccionar su danza y ser un digno compañero de baile para Crowley.
Y, si tiene suficiente suerte incluso sus sentimientos pueden ser declarados y entendidos está noche, por eso todo debe ser perfecto.
Está es la noche para cumplir su sueño y algo más.
—Recuerda llegar a tiempo, querido–advirtió el ángel a su amigo quien ya iba de salida.
—¿Por qué yo? Debes preocuparte más por que lleguen nuestras invitadas de honor.
—Esta noche no será especial sin ti–admite Aziraphale, no sabe que haría si Crowley no apareciera.
—Estas un poco raro–Crowley lo menciona sin entender realmente la emoción de Aziraphale por el evento, tiene demasiadas cosas en mente y la más importante es proteger a Aziraphale del infierno como el cielo, así que no puede abandonarlo–. Si estaré aquí en cuanto empiece. No te preocupes.
Y, con esa pequeña promesa se va sin darse la vuelta para mirar a su ángel y despedirse, saliendo sin más de la librería, tratando hacer todo lo posible para evitar que esa noche sea arruinada. Mientras Aziraphale sigue decorando todo el lugar inconscientemente haciéndolo parecido un poco a la elegancia que tenía ese salón de aquella noche de esa promesa.
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