Un lazo inquebrantable [Omegaverse] [Ballister X Ambrosius]

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10 años después...

Ballister estaba sentado, mirando como la mayoría de lugares del reino estaban iluminados, y como no si ese día era cuando se volviera un verdadero caballero, aguantar toda clase de burlas y pruebas no habían sido en vano, pero sentía un vacío peculiar, el moreno miro los alrededores del lugar recordando su primera salida con el descendiente de Gloriana al cual solo podía ver por medio de los avisos que enviaba a otros reinos, si bien no era del todo ético sacar una copia de aquellos videos extraconfidenciales, pero era la única manera de ver al alfa

Ballister fue sacado de sus pensamientos al escuchar ruido, así que se acercó a las escaleras, siendo asustado por Meredith haciendo que callera sentado

—Pensé que ibas a quitarte ese bigote y barba—El moreno negó con una sonrisa antes de levantarse y volver a sentarse donde antes estaba, Meredith noto por su leve aroma que se encontraba triste
—¿Estás triste?—Pregunto antes de tomar asiento a su lado

—No es solo que... solo estaba pensando en unas cosas—

—No tienes porque estás triste, debes de estar feliz, ¡Vas a ser un caballero!—La alfa alzo las manos a manera de emoción antes de golpear el hombro del omega por no reaccionar de la misma manera

—¿Y si aún no me aceptan?—

—¡Por Gloriana!, como dices eso si desde que Ambrosius se fue te volviste la figura pública número uno del reino, eres el ídolo de varios pequeños, incluso a varios les gustaría que fueras su madre, además las revistas dicen que eres de los omegas más deseados, has visto como los alfas de la alta sociedad te miran darían lo que fuera por tenerte en sus camas—Ballister se molestó ante lo último dicho y se levantó

—Debo irme, tengo que prepararme—La alfa solo miro al moreno pensando si hablar o no, pero lo hizo

—Debes olvidarte de Ambrosius, debe de estar haciendo su vida y tú deberías hacer lo mismo, o que, ¿Vas a esperar que cruce el muro y te bese?, es algo estúpido viniendo de ti—El omega se detuvo ante aquellas palabras y apretó los puños

—Además deberías de tirar el oso que te regalo y ahora que lo pienso no debí de haber creado un invento para que un olor permanezca en un objeto te lastimas solo tal vez deberías salir con uno de tus pretendientes y...—Meredith no termino porque el omega empezó a bajar ignorando sus palabras

Ambrosius miraba por la ventana los fuegos artificiales, recordando como los ojos de Ballister se iluminaban cuando los veía, estaba orgulloso de él, sabía que ese era el día en el que sería nombrado caballero enfrente de todo el reino, pero le dolía no poder estar ahí para apoyarlo y felicitarlo

—Ambrosius, es hora de irnos—Una mujer de cabello lacio y tez blanca se encontraba en el marco de la puerta mientras mandaba unos mensajes

—Sí—Respondió mientras buscaba con la mirada su celular, el cual estaba en la mano de la mujer—¿Me lo puedes dar?—Ambrosius se acercó y estiro su mano esperando que la mujer dejara el celular

La mujer le entrego el celular antes de salir del lugar, el alfa tomo unas cosas antes de seguirla y ambos subieron a un auto, Ambrosius arranco el vehículo mientras la mujer terminaba de ponerse labial

—¿Qué pasará cuando nos casemos Ambrosius?—La pregunta tenso al rubio que apretó con fuerza el volante—Sabes que es algo inevitable y tendremos que tener hijos—

—Bianca no, no vamos a tener hijos—

—Tendremos que si quieres continuar con esta estúpida farsa—Un olor se esparció por el auto denotando molestia por parte de la chica, Ambrosius abrió la ventana para dejarlo salir, Bianca era alabada por su delicioso olor a fresa, pero para el era algo desagradable—Perdón, no quería...—La omega sabia que Ambrosius no soportaba su aroma así que suspiro antes de cambiar de tema—El omega del que estás enamorado del que tanto me hablas hoy se vuelve caballero, ¿no?—Ambrosius le respondió con una sonrisa con melancolía no sabía nada del moreno y lo único que quería era regresar al reino para abrazarlo y que este lo hostigara con su olor—¿Qué vas a hacer si se entera de nosotros o bueno de nuestra supuesta relación?—Ambrosius abrió los ojos ante la pregunta se había olvidado de su situación