Capítulo 6

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Stella

¡Su esposa! ¿¡Es una broma!? La palabra revolotea en mi cabeza. ¿Es una broma?

— ¿Esposa? —inquiero, casi desencajada.

—Sí. No es que sea un matrimonio real. Todo seguirá igual, solo que ahora tendremos un papel que diga que estás casada conmigo, que eres Stella Walsh, y borrar cualquier dato de tu pasado.

—Pero...

No es mi idea de una boda soñada, de casarme. No es lo que imaginé.

—Sé que tal vez no es tu boda soñada. Prometo que, cuando todo sea seguro..., nos divorciamos y puedes seguir con tu vida.

Sé que lo dice con la mejor intención, pero una parte de mí se hunde y siento una opresión en el pecho. Cada día me convenzo más que realmente me compró para protegerme y no con dobles intenciones, pero no sé por qué una parte de mí se siente tan decepcionada.

—Iremos ahora al notario, firmaremos unos documentos y listo.

¿Esa va a ser mi boda? Una parte de mí está desilusionada. Simplemente asiento y espero a llegar al lugar. El auto se desliza en el estacionamiento subterráneo de un edificio y me ayuda a bajar. El sol aún está alto, e imagino que no desea dar un paseo bajo él. Ella toma mi mano, entramos al ascensor, que se detiene en el cuarto piso. Es un registro civil como cualquier otro. Otras parejas están aquí, notablemente enamoradas, y luego estamos Kathleen y yo, dos desconocidas.

—Señora Walsh —una mujer de mediana edad abre una puerta, haciéndonos pasar —. Los documentos están listos. —ella nos sonríe y extiende unos papeles, que Kathleen firma primero.

—Aquí, cariño. —me dice, pasándome el bolígrafo.

Mi mano tiembla ligeramente cuando pongo la punta sobre el papel. ¿Debo firmar? Claro que sí, digo, sí creo en lo que ella dice acerca que me persiguen. Doy una profunda respiración antes de deslizar el bolígrafo sobre el papel. Plasmo mi firma sobre la hoja. Al terminar, pongo el bolígrafo sobre la mesa y doy dos pasos atrás. Mi corazón martilla dentro de mi pecho de forma casi errática. Me debato entre la emoción y el terror. Siento la mano de Kathleen sobre mi hombro y me relajo.

—Todo está bien, cariño —asegura mientras deja un beso sobre mi frente —. Jamás dejaré que algo te pase.

Solo asiento, sintiendo sus labios sobre mi frente. Me relajo sobre su pecho.

—Mañana tendrá su licencia y todo al día. —comenta la señora, con una enorme sonrisa.

Kathleen tira de mí, saliendo de la oficina. Sus dedos se entrelazan con los míos mientras vamos saliendo del edificio. Ya está, esa fue mi boda. No puedo evitar sentirme decepcionada y una roca se asienta en la boca de mi estómago. Esta fue mi "boda". No hubo una gran fiesta, no tuve un hermoso vestido de princesa, solo unos jeans gastados con una camiseta gris que dice "Big Foot is Real". Kathleen está más presentable, ella va de traje, con el cabello en un moño apretado.

—No es una gran boda, pero ¿sabes qué dicen que es lo mejor de las bodas? —comenta, tratando de sonar divertida.

— ¿La fiesta? —pregunto, no queriendo pensar en otra cosa.

—Cerca. El pastel —contesta —. Y sé dónde ir a buscar un buen pedazo de pastel.

La camioneta se detiene delante de una tienda. En la parte superior hay un cartel, en el que se lee "Pastelería Sweet Bite. Since 2019".

—Baja y ahora te alcanzo. —me dice.

Esta tienda no tiene ningún subterráneo, así que no sé cómo piensa entrar. Salgo del vehículo como me ha pedido y espero frente a la puerta. La veo salir de la camioneta y correr hacia la entrada, cubriéndose la cabeza con la chaqueta de su traje. Abro la puerta para ella. Cuando estamos en el interior se baja la chaqueta y veo que a pesar de su esfuerzo parte de su rostro está al rojo vivo, sus dedos parecen que están por tener ampollas. Me acerco a ella y tomo sus manos. No se ve nada bien.

Crónicas de Inframundanos - El ángel  para el ángel OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora