Capítulo 9

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Stella

Me siento mejor que nunca. Todo mi cuerpo está relajado y es como si flotara. Comienzo a despertar al sentir golpes en la puerta. Entonces recuerdo que en la madrugada lo hice. Lo hice con Kathleen. Esto es una locura. Los golpes vuelven a sonar y escucho una voz.

—Señora, los de decoración ya están aquí. —es Elise al otro lado de la puerta.

—Que arreglen todo, en un rato estaré allí. —contesta Lee aún en la cama.

Intento levantarme lentamente, pero una mano tira de mí de nuevo sobre la cama.

— ¿A dónde vas?

—Yo... ellos... —me vuelvo a esconder en su pecho.

Entonces lo siento. Puedo sentir lo que piensa. No es como escuchar su voz en mi cabeza, es como si tuviera pensamientos, pero sé que no son míos. Esto está más cerca de la esquizofrenia. Me centro en su pensamiento y sé lo que es: ella se ríe de mi clara vergüenza.

» ¡Oye! —le reclamo, despegándome de ella.

Entonces la revelación llega a mí, es como si un puente se creara entre ella y yo.

— ¿Estás bien? —pregunta, volviéndose a pegar a mí, dejando suaves besos en mi cuello.

—Sí, yo... Debo irme.

— ¿Por qué? —su lengua se pasea por el surco de mi cuello y me estremezco.

—Elise está afuera y si me ve aquí pensará...

—Pensará que dormiste en el cuarto de tu esposa.

Es cierto. Lee y yo llevamos meses casadas, lo natural sería que durmiéramos juntas y no en cuartos separados.

—Sí, supongo. —siento el rubor subir por mis mejillas.

—Descansa —me dice, besando la punta de mi nariz —. Iré a ver que todo esté correcto.

La veo saltar de la cama en toda su desnudez. Su glorioso trasero queda al aire mientras va hacia lo que entiendo es un baño. Cuando la puerta se cierra me dejo caer en la cama y me tapo con la sábana. Me siento en las nubes. Todo mi cuerpo cosquillea y no es una mala sensación, es la mejor. Jamás pensé que dejarme ir fuera así de bueno.

"Mi pareja". Entonces yo misma salto de la cama y voy hacia el tocador. Recuerdo que Thea habló de una marca y busco en mi piel. Al cabo, la encuentro. Ahí está. En mi cuello, brillando como diamantes sobre mi piel. Sonrío. Parece algo primitivo, llevar la marca de otra persona, pero se siente bien. Por primera vez en la vida no me siento a la deriva. Por primera vez sé a dónde pertenezco, que no caeré a la nada.

— ¿Mi Ángel?

Lee ha salido del baño y se ve tan fresca y jovial que nadie diría que acaba de despertar. Su cabello está prolijamente peinado en una cola de caballo, lleva pantalones de mezclilla y una blusa blanca. Luce tan casual y a la vez elegante. No tiene ni una pizca de maquillaje, pero su rostro se ve tan joven y hermoso.

—Es injusto que te veas así de bien cuando te acabas de despertar.

—Tú te ves más hermosa —deja caer un beso en mi cuello, justo donde está la marca —. Descansa un poco más, aún es temprano.

—No tengo sueño —declaro —. Me iré a cambiar.

—Bueno, entonces te espero abajo. Allá está el cuarto de baño, te dejaré algo de ropa.

Ella sale de la habitación y yo comienzo a alistarme. Todo se siente bien hoy. Pareciera que el sol brillara más, que el aire fuera más fresco y ligero, hasta parece que los pájaros cantaran más bonito. Voy al cuarto de baño. Es más grande que el que tengo en mi habitación y definitivamente tiene todos los juguetes. Tardo unos cuantos minutos en descifrar cómo hacer que el agua salga del lugar correcto y luego que tenga la temperatura que deseo. Cuando por fin lo logro mi cuerpo se relaja bajo el agua como una lluvia tibia. Mis productos están en mi cuarto de baño, así que lavo mi cabeza usando el shampoo de Lee y su jabón. Huelen delicioso y su fragancia hace que la extrañe. Salgo de la ducha y encuentro en el lavabo un conjunto de pantalón y blusa de mangas largas. Supongo que el clima está más frío de lo que siento.

Crónicas de Inframundanos - El ángel  para el ángel OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora