Stella
Tres semanas después.
La casa se siente viva hoy. Lee se ha recuperado por completo de sus heridas y, como siempre, ha accedido a cada uno de mis caprichos. En esta ocasión, accedió a celebrar una cena de Acción de Gracias. Sus madres por fin vendrán y estoy muerta de miedo. No estoy segura cómo será conocerlas o si pensarán que soy una niña o que no soy lo suficiente para su hija mayor.
Luego de lo de mi tío decidí que no iba a regresar a terminar mi semestre. Me siento más segura en casa con Lee. Siento que el Concejal Kol podría salir de cualquier lugar y llevarme. Lee me aseguró que él no está y seguramente no regresará. También sugirió terapia para superar mi trauma. Solo he ido a dos sesiones, pero me ha gustado y me ha motivado a estudiar psicología. Creo que me gustaría poder ayudar a las personas.
Lee me aseguró que puedo hacerlo cuando desee, pero me gustaría primero disfrutar de mi esposa, puede que para el próximo septiembre esté lista para comenzar mi carrera universitaria y, ¿quién sabe?, con alguna pequeña en nuestra casa alegrando nuestros días. Aún no le he dicho a Lee lo mucho que comienzo a desear comenzar con nuestra propia familia. Pero ella me prometió una luna de miel por el mundo luego de las fiestas de Año Nuevo, las que espero con ansias.
Camino hasta el recibidor con los nervios a flor de piel. No hay muchas personas. Está Elise y mi nana, Carter, y Thea con su pareja. Luego de su locura con esta chica ambas parecen muy felices aquí. Me encamino hasta la pareja de Thea, que luce tan nerviosa como yo.
— ¿Me veo bien? —me giro a la chica delante de mí.
Lleva un hermoso vestido con hojas de otoño que la hace ver más adorable de lo que es con su vientre hinchado. Me da una ligera envidia, pero no me resisto a acariciarlo, sabiendo que dentro de poco la casa se llenará de la risa de una pequeña.
—Una embarazada siempre es encantadora. —le contesto — ¿Qué dices de una adolescente huérfana que acaba de dejar la universidad sin acabar su primer semestre?
—Nadie te culparía, has pasado por mucho —suspiro, queriendo que sean verdad esas palabras —. Además, eres increíble. —aprecio su apoyo.
Estamos envueltas en una conversación cuando las puertas se abren. Mis ojos caen en las dos mujeres que entran. Es imposible que sean las madres de Lee. Se ven tan jóvenes, apenas parecen tener unos treinta y tantos, tal vez cuarenta. Ambas son sumamente hermosas, su piel parece tener ese resplandor plateado. Una de ellas es alta, de cabello oscuro y se parece mucho a mi Lee. Su mandíbula cuadrada y facciones fuertes son casi atemorizantes, su cabello va en una cola de caballo alta y sonrío por el parecido con Lee. Por otra parte, la otra tiene el cabello castaño, su piel tostada sigue teniendo el resplandor plateado tan único de ellas. Ella va sonriendo y se lanza corriendo hacia Thea y Lee, llenándolas de besos.
—Mis pequeñas. —les dice, y tanto Lee como Thea parecen avergonzadas.
La mujer las estruja como si fueran dos niñas pequeñas. Su pareja, de pie detrás, solo sonríe de lo efusiva que es la mujer. Cuando termina de besarlas y apretujarlas, la otra mujer las abraza y las besa. Es menos efusiva, pero el amor está en sus ojos. Sujeta a ambas de la mejilla y las mira a los ojos, parecen poder comunicarse solo con la mirada y finalmente sonríe, feliz por sus hijas.
Luego, la mujer castaña se gira hacia donde estamos nosotras y corre, extasiada, hasta mí, abrazándome y dejando un sonoro beso en mi mejilla.
—Eres tan encantadora como Sherezade mencionó. —sé que es el nombre real de Lee — ¿No te parece, cariño?
Su pareja solo asiente antes de tenderme la mano.
—Un placer, me puedes decir Megan, es el nombre humano que uso. —dice con una voz pausada y tan profunda que me sorprende.
—Oh, sí, soy Chloe, pero me pueden decir mamá —sonrío por el entusiasmo de esta mujer y todos mis temores se desvanecen —. Oh, Diosa, ¿quién diría que una Intramundana se uniría a una Inframundana? —me vuelve a abrazar, feliz, luego se gira hacia Thea —. Shahin, te eduqué mejor —comenta —. Pero tú, mi niña, eres un encanto.
La mujer que se presentó como Chloe la abraza efusivamente, acariciando el protuberante vientre.
—Perdona a mi alocada hija, no sé a quién salió.
—Sí, no sabes. —comenta la otra mujer con clara ironía en la voz.
—Oh, calla —espeta, dándole una palmada en el brazo —. Tú cuenta todo lo que te haga la loca de mi hija y te juro que no le volverán a quedar ganas.
—Gracias, señora, pero ella es un encanto. —su voz suena tímida.
— ¿Por qué no mejor pasamos a comer? —interviene Lee.
—Pero ¿dónde está Shirin?
Tanto Lee como Thea bajan la mirada, sin saber qué decir exactamente.
—Prometo madre que para el día de la Diosa ella estará aquí. Ahora está algo ocupada.
La mujer asiente, aunque puedo ver la tristeza en sus ojos, haciendo que su pareja la abrace, buscando consolarla. Quiero eso, llevar tanto tiempo juntas y que el amor se sienta como si hubiera comenzado ayer. La cena se da magníficamente. Las madres de Lee son tan agradables y gentiles que cuesta creer que existan seres así.
La cena se ha dado por terminada y sus madres se han retirado. Todas están tranquilas, tomando un poco de chocolate caliente con galletas, cuando el celular de Lee suena. Está por descartar la llamada cuando decide llamar a Thea junto a ella.
— ¿Sí? —contesta al ponerlo en altavoz.
—Todas ustedes están muertas si tan solo me entero que están involucradas en algo de esto.
La llamada se corta y Thea y Lee se miran.
— ¿Qué demonios? ¿Realmente era Artemia?
—Algo está realmente mal —comenta Lee —. Mejor ve con tu chica y descansa hasta que veamos qué pasa.
Tan pronto todos se van Lee y yo subimos a la habitación. Ella aún está algo tensa, pero tan pronto nos acostamos se relaja, abrazándose a mí.
— ¿Qué tal mis madres? —pregunta.
—Son encantadoras —comento —. Aunque tu madre no para de sugerir cuándo tendremos nuestra propia descendencia.
—Oh, Diosa, mi madre —se queja, mortificada —. No te sientas presionada, solo es mi madre siendo madre.
—Estoy bien, creo que también me emociona pensar que podamos tener nuestra propia niña.
Ella se levanta y me mira, sonriente, con un brillo sin igual en sus ojos.
— ¿En serio?
—Sí —contesto, cruzando mis brazos por su cuello y veo el resplandor en sus ojos —. Pero creo que podemos ir practicando en nuestra luna de miel.
—Sí... Eso me gusta, la práctica. —dice, bajando su boca a mi cuello, esparciendo besos allí hasta morder la marca, haciéndome jadear.
Sí, esto es lo que quiero por el resto de mi vida.
Fin
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Código de registro: 2409229559685
Editado, 1 de julio 2024
Ediciónpor: D.C. Natera Lugo
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Crónicas de Inframundanos - El ángel para el ángel Oscuro
ParanormalEl mundo cree que han desaparecido, que cada ser Inframundano ha sido asesinado. Pero lo que no saben es que entre las sombran aún se encuentra y los últimos años tres hermanas has dominado el mundo de los Infraseres teniendo control en casi todo lo...