Capítulo 7

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Kathleen

Quiero salir a cenar fuera con Stella hoy. Sé que no la pasa bien con las clases y despejar la mente le vendrá bien. Estoy en Sweet Bite, tomando uno de los famosos batidos, cuando el mensaje de Stella llega, indicando que ya puedo pasar por ella. Lo termino y voy a su búsqueda. Estoy llegando y la observo delante de la cerca, aguardando. Está muy enfocada mirando al frente y no ve al chico que aproxima por detrás sigilosamente.

Acelero la camioneta, frenando frente a ella. En un segundo estoy saliendo de la misma y corriendo hacia Stella. Llego para empujarlo con fuerza, haciendo que caiga al suelo con un golpe sordo.

— ¡¿Qué mierda te pasa, hija de puta?! —me grita el chico desde el suelo, mientras Stella está detrás de mí.

— ¿David? —escucho la voz de Stella.

— ¿Lo conoces? —le pregunto, aún sintiendo la furia correr en mí.

Noto mis uñas creciendo y el deseo de derramar su sangre. Algo en mí presiente el mal en él. El hecho de sentir su mente bloqueada tiene cada vello de mi cuerpo en punta.

—Es un compañero. —explica Stella, aún tras de mí.

— ¿Qué tiene ésta animal? —vuelve a gritar el chico y un gruñido sale de mí.

Trato de ser lo más alejado a los animales que se hizo de nosotras durante el oscurantismo, de los demonios sin alma, asesinos sin sentido, pero este chico despierta todo lo primitivo en mí.

— ¡No la toques! —sentencio en un tono tan bajo y letal que ni yo me reconozco.

—Lee. —escucho ese apodo cariñoso de Stella e intento tranquilizarme.

— ¿Es tu esposa? —el chico se incorpora y mira a Stella —Oye, que solo era una broma.

—Pues esas bromas no son de agrado. No se toma a nadie de esa forma. —las palabras salen casi estranguladas de mi garganta, sonando más a un gruñido que otra cosa.

—Estoy bien —presiona Stella —. Solo fue un susto.

La noto aferrada a mi brazo, tirando de mí.

—Vaya bestia que tienes por esposa. —se queja el chico.

—Cállate, David —le dice —. Me agarras por la espalda ¿y crees que es gracioso?

—Solo te quería asustar. —es la defensa que da mientras se encoje de hombros.

—Una mala broma —responde Stella —. Perdónala, ella es muy protectora.

Él solo hace una mueca, pasándose la mano por uno de sus brazos.

—Si no vuelves hacer algo así te aseguro que estarás sano. —le advierto al chico.

—Vamos, Lee. —dice, ahora tirando de mí.

—Nos vemos el sábado, Stella. —grita el chico.

Ayudo a Stella a subir al auto y continúo mirando al chico. No me agrada y eso no va a cambiar. Hay algo siniestro en él, no quiero que se vuelva a acercar a Stella. Subo a la camioneta, aún molesta, y me alejo del lugar.

—Solo fue una broma. —comenta Stella desde su lugar.

—Una muy mala. —replico.

—Sí, lo fue —ella toma mi mano y le da un pequeño apretón —. Pero estoy bien y estuviste ahí para mí —me giro a verla, todavía luce un poco asustada —. Siempre dices que me protegerás y veo que vas con todo.

—Eso debes tenerlo por seguro.

—Oye, me pareció ver tus uñas.

Veo mi mano en el volante y todo está normal, pero sí pueden cambiar.

Crónicas de Inframundanos - El ángel  para el ángel OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora